lunes, mayo 28, 2012

Seis poemas de poetas prostitutas chinas

.
En Xiyan

Apoyada en la barandilla,
recuerdo al gran poeta Li Bai.
Copa en mano, ante el viento,
le agito la mano.
Entre la llovizna se detiene el caballo
que se iba alejando.
Bajo la luz del sol poniente,
chillan alborotadas cigarras.

Xue Tao (770-832)



En la Mansión de Golondrina
En memoria de mi difunto esposo

Mausoleo Colina del Norte,
entre pinos y cipreses,
envueltos en tristes nieblas.
Han pasado diez años
desde que te enterraron
con tu espada y tus pertenencias.
Nadie ha vuelto a oír mis canciones,
ver mi cara pintada,
ni oler el perfume de mis mangas rojas.

Guan Panpan (siglo VIII)



Vestimentas de hilos de oro

Aunque sean bordadas con hilos de oro,
no des tanta importancia a tus vestimentas.
Pero sí a cada hora y momento
de tu lozana adolescencia.
Las flores hay que cogerlas a tiempo.
Si no, te quedarás sólo con las ramas secas.

Du Qiuliang (siglo IX)



Despedida

Me decepciona todo lo que ocurre:
Va contra la voluntad nuestra.
Venimos los dos y ahora regresa una.
Odio las aguas que fluyen
ante el Pabellón de Espera:
impasibles, reflejan cómo se separa
la amorosa pareja de patos mandarines.

Xu Yueying (siglo IX)



Esperando el regreso de mi marido

Según la melodía Luohongqu

No te cases con comerciante:
tendrás que vender tus joyas
para pagar a adivinos.
En la ribera, todas las mañanas,
miras los barcos que llegan.
Crees ver a tu marido una y otra vez.
Pero una y otra vez te quedas decepcionada.

Liu Chaichun (siglo IX)



¿Se abren ya las flores del ciruelo?

Al despedirnos, él me ha citado
para cuando se abran flores del ciruelo.
Anoche le eché de menos.
Me levanté y salí al patio a ver el árbol.

Wang Wei (siglo XVII)





Antología de poetas prostitutas chinas (siglo V-siglo XXI)
Guojian Chen
Visor, 2010.

lunes, mayo 14, 2012

Tres poemas de Amy Lowell

.
Una década

Eras cuando viniste, cual vino tinto y miel,
y tu sabor quemaba mi boca de dulzura.
Eres ya como el pan de la mañana,
simple y sabroso.
Ya casi no te pruebo porque sé tu sabor.
Pero estoy ya del todo nutrida.


Día de sol

El viento ha metido la punta de tu chal
dentro de la fuente,
donde se ha quedado flotando
entre los nenúfares
como un tisú de zafiros.

Pero a ti no te importa,
tus dedos están arrancando los líquenes
en el borde de piedra de la taza,
y tus ojos siguen las altas nubes
que van pasando sobre las encinas.


Plantas marinas

La luna es fría sobre las dunas,
y las matas de hierbas marinas ondean y fulguran;
el débil repique de mi reloj dice que es un cuarto pasado la medianoche;
y todavía no oigo nada
sino el ventoso retumbar del mar.



Amy Lowell 
Antología de la poesía norteamericana
Selección y prólogo: Ernesto Cardenal
Traducción: José Coronel Urtecho y Ernesto Cardenal
El perro y la rana, 2007.

lunes, mayo 07, 2012

Mi experiencia

.
Nací como Mastronardi y Villanueva en Gualeguay, pero la "vergüenza política" que pueda sentir como este último no me impide que sienta por mi pueblo un especial cariño y que me sienta muy profudamente ligado a este paisaje. Muy profundamente. Creo, además, que la circunstancia de ser la cuna de los poetas nombrados, alza tan alto el honor de una ciudad que no pueden alcanzarle los apresuramientos adquisitivos de algunos de sus políticos.
. . . . ¿Referencias concretas de mi vida? Permítaseme que no les dé ninguna importancia. Apenas si los años y el estudio y la experiencia humana, la experiencia íntima, me han permitido dar algún esbozo de forma a mis reacciones frente al mundo, frente a las cosas, frente al paisaje con todos los elementos que lo constituyen, ambicionando para la poesía la mayor flexibilidad de movimientos y la mayor amplitud de sentido, sin desmedro, claro está, del necesario ritmo y de la necesaria ligereza.
. . . . Pienso que apenas si somos agentes de una voluntad de expresión y de ritmo que está en la vida, en la vida de todos, en la vida dle mundo y de las cosas y que, si conforme a ello, aumenta nuestra responsabilidad, no cuenta en cambio, no debe contar, todo lo que atañe a nuestros éxitos, bien pequeños, por cierto, con respecto a las posibilidades infinitas y de varia índole que existen. La poesía no pertenece a nadie o es de todos. De aquí que debamos hacer todo lo posible para crear las condiciones necesarias para que todos la sientan, o mejor, para que todos puedan vivirla en todos los momentos, como que todos los momentos tienen su ritmo. Lo que significa colaborar en la transformación del mundo, en el cambio de la vida. Creo con Cassou que el destino de la poesía está ligado a este cambio.
. . . . Esto, desde luego, sin cerrar la sensibilidad a ningún mensaje poético, venga de donde venga, siempre que haya respondido a una íntima necesidad, que sea auténtico, en una palabra.


Juan. L. Ortiz
Una poesía del futuro. Conversaciones con Juan L. Ortiz
Mansalva, 2008.