viernes, junio 28, 2024

Siete poemas quechuas

Chaparroncito

Chaparroncito, chaparroncito,
mira, no me mojes,
que tengo manta corta.
Granizada, granizada,
no me granices
que tengo poncho chico.

Ventarrón, ventarrón,
no me ventees,
que estoy andrajoso.

Diversión, diversión, divertirse.
Hasta las espinas pisaría,
hasta las piedras estropearía.

¡Ay, ayayai, ayayai!
Pastorcita:
subís a la lomadita
y el cóndor revuelve y revuelve.

¡Ay, ayayai, ayayai!
Pastorcito:
trepáis a un montecito
y el halcón revolotea y revolotea.

¡Ay, ayayai, ayayai!
Pastorcitos:
os paráis en la pared del cerco
y el zorro husmea y husmea.

     Vamos, sí o no:
     al interior del río
     a coger peces.
     Vamos, sí o no:
     a la ribera
     a apedrear patos.

(Anónimo. Traducción: Adolfo Vienrich)





Cristalino río

Cristalino río
de los lambras,
lágrimas
de los peces de oro,
llanto
de los grandes precipicios.
Hondo río
de los bosques de tara,
el que se pierde
en el recodo del abismo,
el que grita
en el barranco donde tienen su guarida los loros.

Lejano, lejano,
río amado,
llévame
con mi hermosa amante,
por en medio de las rocas,
entre las nubes de lluvia.

(Anónimo. Traducción: José María Arguedas)





Malagüero cóndor

Por la puerta de mi casa el cóndor revolotea,
por encima de mi pueblo da la vuelta,
demasiado, demasiado carnívoro es
aquel cóndor;
demasiado, demasiado carnívoro es
el cóndor malagüero.

Luego, él está sabiendo
mi solitario destino
y mi pobre estrella.

Por esto, por la puerta de mi casa
revolotea y revolotea
el cóndor malagüero,
da la vuelta y da la vuelta,
el cóndor malagüero.

(Anónimo. Traducción: Sergio Quijada Jara)





El lagarto

Oh, lagartija, lagarto,
lagarto, lagarto amarillo,
con qué deseos vienes
haciéndome rondas.

Ay, lagarto, si vives soltero
corres y bailas presto, lagarto;
salta y gira, lagarto,
oh, lagartija, lagarto.

Si eres solito, lagarto,
canta y echa la risa, lagarto,
y acaríciame con todo amor,
quiéreme mucho, lagarto.

(Anónimo. Traducción: Jorge A. Lira)





Herranza de llamas

Buena llama es la mía,
linda llama es la mía,
su altivo cuello, erguido,
como frutos de plátanos sus orejas.

Hermosa llama es la mía,
veloz llama es la mía,
sus ojos son como dos estrellas,
cual una seda su lana.

(Anónimo. Traducción: Felipe Cristóbal y José María Arguedas)





A la planta

Bella planta, árbol frondoso
cuya sombra me acogió.
                                    ¡Triunfo!
Tú supiste abrir los brazos
a nuestra generación.
                                    ¡Triunfo!
Triunfo, querida planta,
                                    ¡Triunfo!
Tú abandonando tus raíces
llevas tu hermoso verdor,
                                    ¡Triunfo!
A dar sombra al trono excelso
donde descansa el Señor,
                                    ¡Triunfo!
Triunfo, querida planta,
                                    ¡Triunfo!

(Anónimo. Traducción: José Dionisio Anchorena)





Oración para que multipliquen las gentes

¡Oh, Hacedor!, que haces maravillas y cosas nunca vistas, misericordioso Hacedor, grande, sin medida multipliquen las gentes y haya criaturas y los pueblos y tierras estén sin peligros y éstos a quien diste ser guárdalos y tenlos de tu mano.

(Anónimo. Traducción: Cristóbal de Molina)





Poesía quechua
Selección y notas: Sebastián Salazar Bondy
Arca/Galerna, 1968

viernes, junio 21, 2024

Cinco poemas de Ana Belén López

Una muchacha
se recarga en el barandal
no mira el horizonte
no despide ningún barco
a nadie
no sueña con cruzar océanos
descansa un pie sobre otro
luego el otro





Gira
entre las olas
que se forman en la orilla
se confunde con una
burbuja grande, café,
redonda, brillosa
se confunde
también con la cabeza
de una foca

gira con más rapidez
el coco
tratando de volver
a la playa que lo
arrojó al mar





La cubeta se estrelló
en la calle
a las seis de la mañana
a las dos de la mañana

otra cubeta se estrella
(en la calle)

y allá las estrellas
sí se ven
y había estrellas
que se ven
y las cubetas se estrellaron
y las estrellas se vieron
y retumbaron

las cubetas
estrelladas
retumbaron





La sierra
se cubre de frío

y huele a leña

se extiende la neblina fría

y huele a leña

la casa cierra sus ventanas

y huele a leña

el olor a leña
se escapa
por un vidrio roto





Las noches
suenan

a grillo

y a cachoras
que se burlan
de los grillos
toda la noche





Ana Belén López
Del barandal
Ediciones Sin Nombre, 2001

viernes, junio 14, 2024

Fragmentos de un poema de Charles Bernstein

Desde un punto de vista compositivo
la pregunta es ¿qué puede absorber un poema?
Aquí piensa
en el texto como una sustancia esponjosa
que absorbe vocabulario, sintaxis y referencias.
La idea de un poema que absorbe estos elementos
está hecha para proveer de una alternativa a nociones
más tradicionales de narración causal o relevancia temática
como productoras de una obra unificada.
Un poema puede absorber lógicas contradictorias,
múltiples tonalidades, polirritmos. Al mismo tiempo
los materiales impermeables –o momentos–
son recursos musicales cruciales para un poema,
pero no todos los materiales impermeables
funcionarán para crear el espacio textural deseado.
Estos son grados relativos
de valencias de impermeabilidad que pueden ser orientadas
una contra otra para crear
«brechas» interlineales o interfrasísticas que actúen
como intervalos de una composición musical. Si vamos
más lejos, los elementos impermeables pueden fusionarse
disráficamente para crear una gravedad textual hiperabsorbente
en la cual los distintos elementos originarios
ya no puedan aislarse. Así,
lo absorbido y lo no absorbido se escinden,
ya que escindir significa tanto dividir
como mantener unido.

Un criterio para conocer si el material
no absorbido en un poema "funciona"
es evaluar si promueve o dificulta la absorción
del lector en la escritura. El autor
puede tener la intención de una o ambas.
Crear un texto absorbente puede o no
ser el objetivo de un poema. Pero la dinámica
de absorción es
central para toda lectura y escritura.







La unidad causal es frecuentemente motivada por un deseo
de crear poemas más absorbentes, «efectivos».
El problema es que frecuentemente
no funciona: los recursos usados
crean poemas que parecen falsos
o aburridos
o evidentes. Una razón
para este fracaso pragmático
es que mucha de la poesía estadounidense
contemporánea está basada en nociones simplistas
de absorción mediante la unidad, como
las nociones ocasionalmente propuestas por Ginsberg
(quien, como lo muestra en su obra,
sabe más que eso, pero ha hecho un compromiso
ideológico con tal simplicidad) y Simpson
(cuyo caso es menos complejo). Por el contrario, el pensamiento
de Antin sobre estos asuntos es determinantemente
sofisticado y su práctica lo muestra;
su obra sugiere
nuevas posibilidades a las inquietudes
que él articula.

La unidad causal no es de ninguna manera el único enfoque
que se ha utilizado para crear obras absorbentes.
La versificación métrica ha sido tradicionalmente utilizada
con este propósito: las recurrencias regulares de sonidos
y ritmos sosegando –o tirando– la atención hacia
adentro. En este momento, sin embargo, esta estrategia
puede fallar en terrenos pragmáticos ya que esas
obras corren un alto riesgo de ser tediosamente
repetitivas y estúpidamente ideadas, esto es,
no absorbentes: torpes intentando ser
inteligentes.







Aún la imagen de la ficción fascinante
que engrosa la más mundana moda
del deterioro literario, y el nexo de
sospechas que se originan en reacción
a este tipo de obras, usualmente
ha conducido a algunos escritores a crear
obras no absorbentes o antiabsorbentes.
Para estos escritores,
ha habido un útil
cuestionamiento de aquello hacia lo cual
normalmente se nos pide absorbernos y
un abierto rechazo de cualquier arreglo
con o asimilación en este espacio
«burgués». Además, el embelesamiento no tiene
un monopolio en la creación de sentido o placer
y puede (a mí también me gusta Dashiell Hammett)
que inhiba ambos. El uso de modalidades
no transparentes o no unificadas puede producir
contenido y música mucho más resonante que
la usualmente posible, del mismo modo que puede producir obras aburridas
y didácticas. Para muchos lectores
y escritores, los límites de lo que
puede ser representado absorbentemente son muy
amplios, y los productos de tales
aproximaciones son bastante engañosos. Para tales
escritores, el proyecto es despertarnos
de la hipnosis de la absorción.







La sospecha y el rechazo de la escritura
absorbente es en parte y relevantemente una respuesta a
los intentos de absorber
a los lectores en una estasis eminentemente sabrosa, distractora.
«Si solo la trama dejase a la gente en paz», escribe
Perelman. Uno pudiera desear el fin de esta
monotonía de la experiencia: no ser ya aún más
sumergidos en ella, como en la agonizante narrativa
cíclica de los más divertidos de esos géneros absorbentes
contemporáneos, las series de televisión. O quizá
la reducción simplista
de la vida diaria, las distracciones de leer
«entretenimientos» –las revistas de lectura rápida y
la ficción y el verso– que absorben solo lánguidamente,
tónico para el insomnio pero no con la materia propia del sueño;
alimentando la banalidad de la vida diaria
y sin reflejar su elusiva actualidad.

Es un proyecto diferente, más difícil, menos
de moda, crear un poema que pueda absorber
a sus lectores en algo que no sea estático
–llámese ex-tático, o u-topía, o digámosle
lo innombrable que la escritura constantemente
nombra–. Para lograr esto se requiere algo extraño y que sacuda,
y ya sea que la crecida sea mellada o pulse, consiga,
en palabras de Dickinson, «agitar (...) con rayos
de melodía».

«Junto a nosotros todo esto vira, absorto a modo de
ensueño tanto como de visión, sonido, signo. Repelida
o cautivada, la conciencia de ver repleta;
de signos llena o insiste en la ausencia».

Las obras antiabsorbentes actuales serán
mañana las obras más absorbentes, y vice-
versa: lo absorbente, los recursos acomodaticios
de hoy en muchos casos se volverán arcaicos.
Lo antiabsorbente, mientras es entendido
precisamente como transgresión en esencia, es
histórica y contextualmente específico. Entendidas
como una dinámica en la historia de la recepción de una obra,
la absorción y la repelencia cambiarán con nuevos contextos
de publicación, nuevos lectores y subsecuentes desarrollos
formales y políticos. Por esta razón,
el reconocimiento inicial del estatus de artificio de una obra
puede prepararla mejor
para su viaje a través del tiempo. Como Stein anotó,
las obras genuinamente «contemporáneas» al principio
parecerán raras, pero es su rareza lo que les da el carácter
necesario para perdurar.







Charles Bernstein
El artificio de la absorción
Traducción: Mayra Luna y Heriberto Yepez
Bisturí 10, 2022

viernes, junio 07, 2024

Siete haikus de Luis Téllez Tejeda

Maíz, lentejas
Al llenar los costales
Suenan a lluvia.





Manta en la acera
Con viejas herramientas
Y un GI Joe.





Humo picante
Entre pencas de maguey
La barbacoa.





Crema Nivea
Una gorrita del PRI
En las chácharas.





Hongos de lluvia
Los acoyotes nuevos
Manjar de campo.





Con mil colores
Son charcos de plástico
Las palanganas.





De chía y limón
Hielo en los vitroleros
Las aguas frescas.





Luiz Téllez Tejeda a.k.a. Pávido Návido
Haikus del tianguis
Pitzilein Books, 2023