jueves, abril 21, 2016
Simio meditando (ante una lata oxidada de aceite de oliva)
1
nimbos rosas acumulados unos sobre otros
ni escalera al cielo ni puerta
ni siquiera
sólo nimbos
7000 metros de nubes apiladas
unas sobre otras
y bajo ellas
el ruido del cielo
y bajo el ruido del cielo
el sol de la tarde
y bajo el sol de la tarde
la suerte evolutiva de mi especie
es un hueso
2
a veces entro en la ciudad y después salgo
a veces entro en el bosque y después salgo
a veces miro las estrellas
así como nos engañamos con las constelaciones
nos engañamos con todo lo demás
y después salgo
2a
desde lo alto de las copas de los árboles
las poluciones nocturnas
son el destino
sueño con destruir la evidencia
y destruyo mis sueños
caigo de las copas
y lo expreso cayendo de las copas de los árboles
me despierto
soy un manojo de percepciones
más o menos coloridas más o menos animales
busco dejar de ser un manojo de percepciones
pero yerro en ser otro cuando no hay otro que ser
el canto de las cigarras es un muro
indescifrable
3
desde el río llega el sonido del altavoz de un barco de turistas
vienen a ver a los simios
a falta de un hioides utilizable me limito
a golpear con maderos otros maderos
aviso
urdo humo con hojas secas
nubes rosas apiladas unas sobre otras
4
Estas son las opciones
4a
colaborar con los turistas
servir de guía
llevarlos hasta la cascada encantada
contarles historias y servirles
sándwiches
4b
resistir con elegancia
censurar el abandono
de sus latas oxidadas
en la ribera
declararnos en extinción suscitar
piedad razonar
4c
resistir como animales
no dar entrevistas
tomar rehenes
hacerle agujeros al barco
bajo el sol de la tarde
bajo los nimbos
4d
ignorarlos como si nada
importante estuviera ocurriendo
hacerles un lugar
en todo esto
5
desembarcan por fin
negocian
con tabacos y dinero y periódicos
para que hable
el aliento que emana de sus bocas
es ajos y zafiros
trae ciencia
se hace abstracta la vida
5a
(un turista dice David está un poco mal
y yo entendí) la vida está un poco mal
(es así que) se hace abstracta la vida
6
me pica el cuerpo me rasco
opiáceo Me limito a las lianas
paso del verde al cian al ámbar
la picazón se disemina
como un número irracional
me duele
soy un animal abrumado
he renunciado a la religión
al alcohol a las rutinas de trabajo
he renunciado a mis privilegios
me rasco
7
simio a turista
he renunciado a morir entre ustedes
una lata oxidada de aceite de oliva
reluce bajo el sol de la tarde
simio a simio
he renunciado a ser enterrado entre ustedes
7a
los turistas
compran orquídeas y tierra húmeda
experimentan con el café
quieren cambiar sus vidas
7b
bajo el sol de la tarde
bajo el ruido del cielo
ante el muro indescifrable de las cigarras
simio a simio
ahora
debes perder la tuya
Mario Montalbetti
Simio meditando (ante una lata oxidada de aceite de oliva)
Mangos de Hacha, 2016.
Etiquetas:
Mario Montalbetti,
Montalbetti,
Perú
jueves, abril 14, 2016
Cinco poemas de Gary Snyder
Para Lew Welch durante una nevada
Nieva en marzo;
sentado entre el blanco fulgor leo una tesis
sobre ti: tus poemas, tu vida.
El autor es mi estudiante,
e incluso me cita.
Cuarenta años desde que bromeamos
en una cocina de Portland,
veinte desde que desapareciste.
Todos esos años y sus instantes,
panceta friéndose, portazos de un coche,
poemas probados con los amigos
serán un archivo más,
otro borroso texto.
Pero la vida continúa en la cocina
donde aún guisamos y reímos
viendo nevar.
III, 91, Kitkitdizee
En el Hostal del Río Blanco en el Yukón
Para Gary Holthaus
En el Hostal del Río Blanco en el Yukón
suena una campana en medio de la noche
un coche solitario por la autopista de Alaska
que espera repostar en el hostal cerrado.
Para el viajero dormido en un pequeño cuarto
el tañido de la campana es un templo en el Japón,
en sueños me visto con hábito y sandalias
recitando sutras en la fría sala búdica.
Diez mil millas de taiga de abeto blanco;
el maestro hostelero despierta a la campana
y se adentra en la noche de hielo y estrellas,
para vender gasolina al coche.
Laurel de California
El botánico nos dijo:
"Junto a la sierra de Davis, entre repuestos de hogar y fontanería, crece un laurel griego. No huele mucho, pero es el que usaban los poetas. Ahora bien, el laurel de California no es un laurel; puede ahuyentar los insectos y dar sabor a una salsa, y te despeja a fondo la nariz si lo inhalas con una profunda respiración..."
Hojas estrujadas, el olor
me recuerda a Annie, junto el río Big Sur
acampaba bajo los laureles, un verano entero
comiendo arroz integral, desnuda, haciendo yoga
su canto, su profunda respiración.
La cama en el cielo
La moto repiquetea por las calles desiertas
camino de casa a la una de la mañana
placas de hielo brillan bajo la luna
las sorteo por un paso seguro
La luz aterida y desnuda se vierte
llenando la cuenca sobre Kioto
y la llanura
un vago ensueño glaciar
Desde aquí ciento cincuenta kilómetros limpios
el cementerio detrás
Namu Amida Butsu
cincelados diez mil veces
Las ruedas revientan los charcos de barro
las colinas al norte brillan blancas
debería quedarme fuera solo
a ver la luna la noche entera
Pero la cama está llena tendida oscura
te abrazo y me hundo en el calor
mi estómago contra tu vientre
siente moverse a nuestro bebé
La madre osa
Se oculta el rostro
para hablar de comer salmón
bromea conmigo
"Qué sabrás tú de mis modos"
y me besa a través de la montaña.
A través y bajo capas,
pliegues y barrancos;
la boca llena de arándanos,
compartimos.
Gary Snyder
La mente salvaje (Nueva antología)
Traducción: Nacho Fernández Rocafort, Miguel Ángel Bernat,
José Luis Regojo y John Good.
Árdora, 2016.
Etiquetas:
Estados Unidos,
Gary Snyder
jueves, abril 07, 2016
Siete poemas de la dinastía Tang
Poema
Con unos lotos blancos
sacados del lago
regresa una doncella
pilotando una lancha.
No puede ocultar sus huellas
porque la pequeña barca,
a través de los flotantes juncos
dibujó una delatora estela.
Bai Juyi (772-846)
Canción
No expulséis a las moscas de la mañana,
salvad los mosquitos de las tardes.
Si os pican,
es fácil defenderse.
¡Su vida es tan efímera!
Que tengan su propia vida;
cuando venga la luna nueva
el viento los llevará sin dejar rastro.
Han Yü (768-824)
Autoabandono
Me senté a beber
y no advertí el crepúsculo
hasta que los pétalos que caían
llenaron
los pliegues de mi túnica.
Ebrio, me levanté,
dirigiéndome al arroyo
iluminado por la luna.
Los pájaros se habían ido
y también
los escasos hombres que quedaban.
Li Po (705-762)
En la casa de campo de un viejo amigo
Un viejo amigo preparó pollo
y un pudín de cereales,
y me invitó a comer
a su casa de campo.
Verdes árboles circundan
su hacienda.
Collados azules
descienden a lo lejos.
Frente a una ventana abierta
veo el huerto.
Bebemos vino y charlamos
sobre las moras y el lino.
Espérame hasta el noveno día
de la novena luna.
Volveré de nuevo a paladear
tu vino de crisantemo.
Men Haoyan (689-740)
Grabado en los muros de una estafeta al norte del Tayu
En el décimo mes los patos salvajes
vuelan hacia el sur,
llevan su migración muy lejos
y luego regresan.
Pero mis viajes
jamás tienen fin.
¿Cuándo vendrá el día
en que me quede en mi hogar?
Ahora, el caudal del río ha descendido
y está silencioso.
El bosque se sumerge, oscuro y confuso,
en las emanaciones
de los pantanos.
Mañana, al amanecer, cuando
desde la cima del paso dirija
la mirada hacia el hogar,
me gustaría ver los ciruelos en flor
a lo largo de los embalses.
Sun Zhiwen (...-710)
Mi retiro en el monte Chung-Nan
En la edad madura
encontré el camino
y decidí construir una casa
al pie de esta montaña.
Cuando mi espíritu me embarga
paseo en solitario.
En medio de la belleza
que los demás no encuentran
sigo caminando hasta donde el agua
obstruye el sendero.
Luego me siento y contemplo
las nubes que ascienden:
En el sendero del bosque
por casualidad encuentro a un
viejo leñador y hablamos y reímos.
Ya no pienso en regresar.
Wang Wei (699-759)
Enviado a un ermitaño taoísta del cerro Chüan-Chiao
Es madrugada cuando, tiritando,
me acomodo en mi salita
y me viene a la memoria el ermitaño
del otro lado de las colinas.
Lo imagino amontonando haces de leña
en los barrancos, junto
a algún arroyo de la ladera de la montaña,
y regresando luego a casa para cocinar
en su fogón de piedra.
Pensé que sería un placer llevarle
una calabaza llena de vino
para reanimarle
en este atardecer húmedo y tormentoso,
pero las hojas caídas han cubierto
las faldas de los cerros.
Y, ¿cómo podría encontrar la senda?
Wei Yingwu (735-792)
Poetas chinos de la dinastía Tang
Selección y traducción: C. G. Moral
Visor, 2000.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)