viernes, enero 21, 2022

Emily Dickinson

Nací el mismo día que Emily Dickinson
casi dos siglos después
y las cosas han cambiado un poco
desde entonces

no tuve
su entereza ante el dolor
ni su oído sutil para las revelaciones

vivo en un edificio alto
donde no llegan los pájaros
sólo un ruido de sirenas
que no canta

es una ciudad inmensa
aquí todos somos Nadie
pero no hemos aprendido
a guardar el secreto:

al caminar regamos
nuestra nada en las esquinas

Nací con la piel oscura
en un país del trópico
y vine a buscarla a este estruendo
tan lejano de su voz
que se enredaba en las praderas

la imagino callando en los ladrillos
veo sus manuscritos de letras apretadas

como ramas de tinta negra
que se quiebran
en cualquier envoltura
en la lista de mercado
y se enlazan otra vez
para inventar el mundo

Nací un diez de diciembre como ella
y no traje ese silencio

sin embargo

gracias al conjuro
de repetir sus versos
mientras cambian los semáforos

estoy a flote

todavía



María Gómez Lara
Contratono
Visor, 2015.

viernes, enero 14, 2022

Los Héroes (fragmento)


tengo a mi alrededor a miles de personas que no escriben un poema
si me muevo sigue habiendo a mi alrededor miles de personas que no
     escriben un poema
a dondequiera que vaya hay a mi alrededor miles de personas que no
     escriben un poema
esas personas tampoco leen un poema
no lo leerán
probablemente tampoco lo leerán
yo escribo sin embargo ese poema que sin embargo esas personas
     escribirían o leerían improbablemente
estoy escribiendo ese poema que miles de personas a mi alrededor a
     donde quiera que vaya muy improbablemente leerían o escribirían
nadie lo sabe pero
                            (las personas tampoco lo saben)
éste es su poema
                            éste (es
decir)
         éste?




cómo podría ser éste el poema que miles de personas a mi alrededor no
     pudieran escribir o ni siquiera leer y que sin embargo sería suyo?
cómo podría ser que todas esas personas ignoraran la existencia la falta
     de este poema que no pudieran leer o escribir y que sin embargo sería
     suyo es
decir hecho para
ellas en su representación nombre o lo que sea que se diga para que queden
ahí?
de verdad que son miles las personas que ignoran o ignorarían este poema
       que sin embargo habría de concernirles miles
de personas a cada momento a mi alrededor y en cuanto más me mueva más
             miles serán
                               multiplicados por
por todas partes
                         cómo puede ser?




y sin embargo alguien alguna de esas miles de personas podría estar en
     este momento escribiendo un
poema el poema de esas miles de personas algo casi igual de hecho a lo
     que estoy haciendo tomando en cuenta a esas miles de
miles de personas es
decir alguien podría estar en este momento escribiendo sin que yo lo
     sepa (o sabiéndolo) el poema que les corresponde a esas miles de
algo así como un
                            competidor
no importa
                   no existe
seré yo?




efectivamente hay personas no una sino muchas que en este momento o
     en momentos pasados o futuros están escribiendo
poemas los poemas unos
poemas pero
yo sé que esos poemas no están sosteniendo a los miles que en este
     momento y sin saber exactamente por dónde pero por todas partes
     me rodean
es decir ellos (los competidores) simplemente escriben es decir
escriben sin
saber que hay esos miles de
miles
que me están rodeando nos están rodeando y sin saberlo están
pidiendo
no lo saben no lo podrían saber van
desapercibidos como los miles no lo saben creen
que están escribiendo un poema no
lo están escribiendo no lo están escribiendo es
                                   (y la demanda?)
decir es sólo un poema
                                   (un poema es sólo un poema)
(este no es un poema)
                                   (por fin)






Juan Alcántara
Los héroes
Filodecaballos, 2001.

viernes, enero 07, 2022

Ocho poemas de Elisa Ramírez Castañeda


La mariposa busca
la luz
tras mi ventana.
Mi insomnio
se incorpora
a cerrar
el falso goteo
de una llave.






Jesús María

El río crecido es todas las aguas.
Bandea, horada las piedras.
El sol enjarra las orillas.
No es la cañada,
ni la ladera (verde tierno
de huizaches repetidos),
ni las rocas redondeadas:
sólo agua lodosa que corre,
remansos, remolinos,
espuma y olas leves,
madera quebrada en las vertientes.
El río se angosta y apresura;
a lo lejos la playa se alarga
con vuelo de patos
y un zumbido de chicharras
quebrando el aire
de la tarde.






Santa Cruz en El Quemado (fragmentos)


Camaleones

Cautelosa, con una mano a cada lado
de su miedo, lo atrapo.
Su coraza lajeada
de espiguilla, de guerrero,
se eriza. Le soplo, voltea la cabeza.
Al acercarlo a mi oído
se agita a contraescama.
Destapo la prisión, salta,
corre entre las piedras pálidas.
Al seguir la carrera de un segundo
mis ojos encuentran un peyote
tras la huida.






En el hueco
escurren las velas.
El aire las ladea y las apaga
ponemos pastos entre ellas
y se prestan fuego,
alumbran en un breve triángulo.
Sobre la tierra, la cera arde,
vibra en flujos azules y rojizos.
--Déjalas morir.
Un vidrio color ámbar
refleja los rezos que se extinguen.
Mis ojos chisporrotean.
Mi garganta escucha.






Tecito de yerba de San Nicolás,
calostros de cabra,
frijoles que dejan polvo y paja entre mis palmas.
--Para ser su mujer, todo está en serlo--
aconseja la doña que rige
sobre un hato de cabras
y media docena de hijos en ayunas.






Regresar siempre es más corto.
Nos esperan los gritos
impacientes de los niños.
--Tanta yerba del conejo recogimos
que criamos una chiva,
que tuvo un chivato,
que tenía tanta leche,
que se cuajó en un queso.

Lo partimos ante ojos rasgados
y bocas que tapan con la mano
la risa y la incredulidad.






Hay cera de Campeche con chaquiras.
En la piedra, dulces,
una vela simulada
(ahueco las manos para proteger su flama).
Palmas tiernas
coronando los botones. El viento
arrastra la sal y las plegarias.
Una lagartija cruza y descruza nuestra ofrenda.
Comienza a llover.






Nos despeñamos ladera abajo.
El miedo azota el parabrisas,
la niebla nos emborrona.
Basta llegar a la gasolinería
para recuperar el gozo.
Matehuala / San Luis / Querétaro.
Aquí, un incendio nos saluda:
del otro lado de la carretera
en el espejo de un jagüey
el sol despeina con desparpajo
su cabellera colorada.






Elisa Ramírez Castañeda
Una pasión me domina
Ediciones Toledo, 1989.