martes, septiembre 08, 2020

Ocho poemas de Roger Santiváñez

 Lauerdale (fragmento)

Lauerdale. Es lindo este lugar
Me placen los parques del barrio obrero.
Ver a las camaradas repartiendo volantes
para la marcha contra el presidente
y contra el alcalde. También descubro
mi extraña soledad. Mi oscuro no hacer
nada. Esta canción de rebeldía,
leída más allá de los árboles y del
policeman dirigiendo el tránsito
desde su caseta en medio de la
encrucijada. Los tejados tipo england
dejan una alfombra para los pájaros
marrones posados como un don del
Señor. Lauerdale mi barrio favorito.







Eucaristía (fragmento)

Vox Dei allegrum -dijo Pound
En el arte de la poesía en la noche
Nosotros elevamos un cántico hacia ti

Para ser quechuas o sea bien
Llamas en llamas se incendia mi país
4 paredes albicantes de su celda Vallejo

Y en el rocío
De la familia en la madrugada se
Confundió reconociendo

A los vecinos y notarios públicos que diga
Púbicos tus bellos versos leídos en el
Recital de tu Velvet Undergound







Triángulo isósceles

Rompe los vidrios a qué te sabe tu té
Dime si anochece en ti rompe los vidrios
Compré galletas rosadas para tu mejor
Amanecer pero no volviste a sonreír
Eso ya fue otro sino ¿Cómo te llamas?
Nunca te has llamado frente a la ciudad
De Lima rompe el mar y hallas
Nombres diseminados por la playa
Es que allí fue el amor el acto más
Lindo de la noche en un Volkswagen
Nosotros tres yo ella & ella nada
Existe solo las olas los vidrios rotos







Camotal

1

Adolescente en jumper salida
Del tren de las seis a Lima
Hermosura difícil de alcanzar
Siempre al borde de la mar azul

Nunca le des la espalda fue el
Consejo mil años después en Yacila
Entre cholos bolicheras & el alisio
Que a Alicia dejó senos al aire

Memorias chiquitas de las playas
Donde Madre me mimaba con
Azul fulgor de nueva ropa'e baño
Volver a su Callao deseo eterno

Vivir en la mar sabrosura de
Pintura más refresca & pactada
En la nada de un poema & en
La rada en que fallece la gaviota


2

Jamás se dio el regreso murió
En otro cielo más travieso
& el desierto supo de percebes
Corales caracoles estrellas

Invocadas fui llevado a conocer
Su Puerto mas no fue Constitución
Sino el Nuevo Puerto de la yerba
Reunida con Jimmy a la volada

Hendrix a todo volumen en la radio
& el auto sometido a redada policial
Qué belleza de la mar hirviendo
& todo el movimiento de la Brava

Oh Chucuito salvó a mi hermano
En los tiempos de la polio incurable
Pero a mí quién me salva
Del recuerdo de este camotal.







Ringo

Metálicas guitarras se alzan pasando
Moluscos sobre el palacio submarino
Hechizo de Ringo & su jardín o su asesino

Tractor por un traspié premonitorio allí
Donde la harina de pescado nos dejó sin
Consultorio rock que se desmaya &

Se queda dormido para siempre dorados
Besos que Elizabeth nunca consiguió
Con su uniforme punk la más solitaria

Hembra montada en una sopa de choros
Tu mano buscando el fierro curvo
Surcar avenidas madrugadoras cerradas

Epifanios sumergidos con la pura luz
De su tristeza no hubo moderación en
El desmadre inclina el surtidor franco

               Duelo







Roberts Pool Crepúsculos (fragmento)

Se va la luz se va la forma
Amada solo el azul inmóvil
Se queda arriba se torna

Celeste sin que nadie se dé
Cuenta ahora es albo humo
O un estudio de plata

Un reburbujear semejando hielo
Seco en la lejanía desvaída &
Vuelta a crear la rosa más tierna

Por un instante desbordado de
Perlas en la tersa piel ingrávida
Perfección solar cuya belleza me

Ensimisma & se desaparece







Sea Isle (fragmento)


Hi! Me dijo una sirena niña
Echada en su tabla roja deslizán
Dose sonriente on the silk-screen

O trastocada por el refrescante dulzor
Hasta la húmeda arena perfectamente
Impresa tu silueta forma de un racimo ciprés

Nadie como tú para ser dibujada en el poema
Bañada por la verde transparencia recuerdo de
Pamela dejándose la truza metida en el misterio

Redondo como el mundo en que agonizo
Mirando el pulcro reflejo en tus hombros
Del sol que sin roche te acaricia

Inolvidable sinrazón marcando oleajes
De ternura desasida íntimo deseo
Perdido en la tristeza del ardiente mediodía







Campos de Penn, desde un Greyhound

Última visión preñada de amor
Regalo cerrado entre árboles crecientes
Es dulce tu pasión primera adoles

Cencia temprana que otorga
Adoración altar con pétalos elaborado
Por ti fulge el sol de un día pirro

Donde el cielo conquista nubes francas
Acaso en el ocaso pulcras frases baña
Das por súbita lluvia tropical & al

Arco iris invita esparcido e intactas
Risas de muchachas suenan como espuma
Que el viento nos dejara en su ola redimida

Bosques esmaltados de seres azulísimos
Hasta su fondo llega el poema & llora
Con todo lo que ya se fue de una vez &

               Para siempre







Roger Santiváñez

Sagrado. Poesía reunida 2004-2016
Peisa, 2016.

martes, septiembre 01, 2020

Tres poetas japonesas


A la Tierra

Aunque cantan desde millones de años,
los pájaros no han completado aún sus cantos.
Aunque crecen desde millones de años,
los árboles no han hallado aún el cabo de su cielo.
¡Oh, la tierra, la tierra!
¿Cómo puedes extinguir el fuego de tu horno?
Alegremente alzan sus manos y voces,
los niños están en clase.

(Shinkawa Kazue)







Mañana en el pueblo del puerto


La mañana en el pueblo del puerto de Almería
comienza
en las mujeres, que van de prisa al mercado
cargando sobre la cabeza
los canastos desbordantes de mangos.
Las caderas poderosas
envolviendo el mundo,
surgen de la oscuridad abriendo el alba.

Los estorninos dormidos en las ramas
repentinamente se depiertan
y el árbol es ya una bóveda de trinos.

El pueblo del puerto
es ya un cielo inmenso donde resuena
la voz del Dios solar.

Ahora
ya no encuentro
el trino de los pájaros
ni el poder de las caderas femeninas
que tanto sacudieron mis sueños.

(Tamura Satoko)






Solsticio de verano


Noche de solsticio de verano: col, cebolla, lechuga,
las cosas que inesperadamente se muestran aquí y
allá en mi cocina.
Las cuezo todas.
Dentro de la olla transparente sin cesar
ruidosamente clamorean, de cerca las observo,
qué son, una cierta gente muy menuda
al canto de brillante oscuridad.
Una de ellas es una gris anciana esfumada
que hace rechinar un molinillo de pimienta,
diciéndole a un esfumado niño: Búscame
mi cucharita de estaño.
El niño camina por el oscuro piso,
con los ojos saltones.
No hay cuchara.
Una aún más delgada y esfumada tía
desliza un cuchillo
sobre el lomo de un pescado.
Una cara de pescado gotea en el fondo de una cuba.
Se desvanece.
No hay cara, murmura la tía; no puedo ver una cara
en parte alguna.
Sirvo en los platos la ruidosa sopa de la noche
de solsticio estival.
El cuento, dejado a medias, ha concluido.
Ya no hay nadie aquí. Juntos se han ido por
el extractor de aire.
Se ha ido a algún sitio diferente, digo,
a una cocina cerca del amanecer a encontrar
una cara y una cuchara.

(Koyanagui Reiko)






El rumor del origen. Antología general de la literatura japonesa
Selección y notas: Javier Sologuren
Pontificia Universidad Católica del Perú, 1993.