jueves, noviembre 21, 2019

Cinco poemas de Diana Bellessi


La sirenita

La última fue esa rana pequeña
que nadando con sus patas estiradas
no tendría más de dos centímetros

en la pileta azul inmensa y la vi
de inmediato nadando junto a ella
como dos sirenas con gracia sin par

luego la tomé con mi mano izquierda
para que el cloro no la lastimara
sacándola con esa delicadeza

que señala a la compañera más
amada mientras
ella saltaba al pasto
sin decirme ni siquiera adiós!

ranita en el pueblo de Zavalla





Para que tiemble el mundo

¿T'haciendo los deberes?
me dice un gringo joven
en la heladera del pueblo
donde tomo café...
no, le contesto, escribo
por placer, no por deber
y oigo su risotada
que no me entiende
mientras hablan de accidentes
con unos cuatriciclos
saliendo de la pileta
de la Sociedad Italiana
y me pregunto qué hago
en este joven pueblo
de mierda donde nadie sabe
un poema y de sus héroes
menos sabe, de los bichos
y flores invisibles
y tampoco de los negros
del otro lado de la vía
que hacen relucir con nada
las tontas vidas secas
y perdidas hasta que alguno
escribe los versos de la Belkis
o de la iguana overa
para que tiemble el mundo
pero no estos gringos
ortopédicos de clase media
haciendo las mismas cosas
día tras día aunque cosas
tan idiotas que a nadie
hacen reír con ganas
o llorar frente a los cuentos
sublimes de la Belkis
en la tórrida mañana...





Para llevarlo siempre en mi corazón

Ah el buhonero gitano con sus dientes
de oro que me enamorara en Arcos de
la Frontera, sus enormes búhos,

el de Siberia y los de Canadá
cuya hembra no cesaba de gritar
hasta que él la soltó y se subió

al campanario de la iglesia y de ahí
iba y venía a comer de su mano,
hombre tan gallardo y hermoso silbándole

a la hembra canadiense que rebotaba
hipnótica frente al vidrio de la
ventana allá en lo alto y finalmente

regresaba a sus brazos, "lo hace con
gusto" decía su mujer, los dos
vestidos de negro y ella mirándolo

con admiración como lo miraba
yo, a él y a su lechuza en el mirador
sobre el río Guadelete y sus verdes

quebradas mientras brillaba el oro
entre sus labios y el pelo negro
amarrado por una cinta entre

sus canas, la lechucita africana
de largas cejas y la pequeña
blanca y suave y todo el séquito

adorable por detrás... el primer
buhonero que vi en mi vida, él
y su mujer, unos cincuenta años y

los búhos que viven ochenta, dijo
a Rosario que los tenía en sus brazos
y no paraba de reír y yo

de sacarle fotos porque al buhonero
no le saqué, para llevarlo siempre
en mi corazón...





Linda, linda mía

¿Por dónde andará mi iguana linda
perdida en el pasto de las doce
del mediodía como un yacaré
pequeño y overo con sus manchas
en la pielcita verde que brilla de
tal manera bajo el sol de Zavalla?
Linda, linda mía, cómo me miraste
cuando nos encontramos por primera
vez junto a la puerta de mi casa o
en la mañana del domingo renovando la magia
y yo te llamo y vos te vas, si quiero
dejarte manzanitas en el camino
para que sean tu banquete y te quedes
para siempre acá, verdecita mía
esta es tu casa y te quiero tanto
que no sabés...!





El mazo

En el viejo café Cervantes sobre la plaza
la sombra luminosa de mi padre me acompaña

siempre he querido a este boliche sombrío
donde los parroquianos varones juegan al mazo
español o miran la televisión silenciosos
y me dan permiso, Dios mío, de fumar adentro!

aquí veníamos con el papá a tomar café
y a él, no le daba vergüenza traer a su hija mujer

la ruta al frente y la vieja estación de tren
con la plaza al lado, ya suben las voces de estos
machos y quisiera atrapar cada gesto o frase
que se repite desde mi infancia a mi vejez

ahora que ya se han olvidado de mi presencia
con las cartas en la mesa y uno lee el diario

dos toman cerveza o miran un documental
sobre Tailandia y el mozo del bar y yo
la octava pasajera con un noveno sentado
atrás que ahora entra al café de la plaza, el más

antiguo que conozco y siempre milagrosamente
abierto, hay un tipo ahora en el reservadito

tomando vino, y mujeres nunca, qué entretenida
la rutina de los varones que ahora comparto
con mi cuaderno de notas mientras el noveno
se acerca a jugar una básica y hablan de una víbora

no sé si será de Tailandia o de Zavalla
pero todo tiene un sabor de aventura antigua

que me dan ganas de reír y de llorar al mismo
tiempo y ahí entra el barbero y Barrera detrás
que se sienta en mi mesa mientras recuerda,
octogenario ya, al Chevalier y a su mujer

Hilda, amiga de mi mamá, encantador este
Barrera, y otro, al que le reconozco la cara

aunque no sé cómo se llama y me dice "acá
se sentaba siempre tu papá, en esta silla,
frente a vos", lo recuerdo, sí, mirando hacia la plaza...
ustedes me trajeron, ¿verdad viejitos? y el dueño

del bar que me ofrece ahora una copita que no
me dejará pagar, tan grande y hondo, no sé





Diana Bellessi
Fuerte como la muerte es el amor
Adriana Hidalgo, 2018.

sábado, septiembre 21, 2019

Cuatro poemas de Ron Winkler


Nieve surrounding

para J. S., R. H. y M. R.

amamos la fría gramática fractal.

el grácil vaivén de la nieve en el aire.

el complejo trote de la nieve grácil
en la atmósfera.

tierra nueva ante las white boxes de nuestros ojos.
ella es la simplificación del ambiente.

amamos este callado galope del inicio
del está nevando.

amamos estos complicados estadios intensivos
de un clima especial.

su discreta cualidad de complicarse.

su claridad de específico desequilibrio.

amamos la turbulencia que se prueba a sí misma.

y el fenómeno en sí (cual memoria
del fenómeno).

con cuidado amamos el pacífico overbombing.

y más tarde el calmo constructivismo
de un albo sánscrito sobre las cosas.





Alpes nunca

para Steffen Popp

¿qué fue más decisivo al instaurar el ánimo,
            los caribús de la nieve
            o
la nieve caribú? aquellos veían como haikús libres de forma,
            y ésta
            se veía como haikú.
de las lácteas salientes de las cumbres
            espumaban avalanchas
            poco a poco
eran útiles (a entender nuestro) en tanto objetos.
            sus ojos prometían
            orden y valles.
por su propia seguridad
            tomamos
            sus datos biométricos
y creamos un subdominio: Files of felpa. también esto
            sucedía
            con recursos líquidos.
las praderas alpinas más valoradas casi podían
            separarse (disolverse)
            del concepto Natura.
se integraban por claras definiciones. por
            tan solo
            esos ítems valdría la pena el sendero.





Elogio de una entidad

belleza representa una forma
de belleza.

un estado probable de belleza.

belleza es la velocidad instantánea
de la belleza en suspenso.

sonido en vago rizoma.

la cantidad de belleza en el universo
siempre es la misma.

belleza existe de este lado y más allá
del horizonte de fenómenos.

la belleza interior
en subsistemas cerrados en sí

se demuestra sin efecto del exterior
como constante.

la cara interna de la belleza se comporta
inversamente recíproca

a su cara externa.

un mínimo de belleza es un máximo calmo
de belleza.

así como un valor
apenas por encima de su opuesto.





Noches en entorno de campeones

para Jeffrey McDaniel

cuando no podemos dormir contamos
las ambulancias, que rebasan al carro ambulancia
en el que vamos nosotros.

cuando no podemos dormir resplandecemos así,
como si fuera luz la oscuridad.

cuando no podemos dormir contamos a aquellos
que no pueden dormir.

cuando no podemos dormir nos levantamos
para cultamente retocar dicho estado -
como una Heideggeridad de ojos hundidos.

cuando no podemos dormir observamos
el bostezo de la policía de nuestros cuerpos en bostezo
en la lectura para bostezar de fascinantes
boletines, reglamentos de condominio.

cuando no podemos dormir entonces recitamos
las dos o tres o cuatro líneas de los dos o tres poemas
que nos sabemos.

cuando no podemos dormir, somos pequeños acorazados
Potemkin.





Ron Winkler
Últimas noticias de la zona aleatoria
Traducción: Daniel Bencomo
UANL / Posdata Editores, 2018.

miércoles, agosto 21, 2019

Cinco poemas de Eduardo Milán


POLÍTICA la música y política la arena,
políticos el viento y sus alrededores.
Político el silbido de la serpiente
superficial sobre la arena superficial,
su seseo dejó una huella. Vean:
SSSSSSSSSSSSS -dejó una huella.
El viento sobre la arena la borrará,
su goma de borrar seseos, silbidos
para que sólo haya un silbido sin tiempo,
el suyo, sin memoria. Porque si no es de la memoria
de lo que se trata de qué se trata esta embestida
de la bestia que se vistió de nosotros, de plural,
de primera persona del plural: masa.
Más que de pan habría que hablar de Pan,
Pan los trajo aquí donde la ausencia es mayúscula.





EL POEMA  que se dio cuenta
Que permanecería sólo en la deriva
De escribir sobre el poema
Salvaba así su vida. No temas -se dijo-,
El tema del poema es el poema.
Fuente que se alivia: parió.
Autonomía, autonomía.
Grito que se despliega por el pueblo
Que sobre sí mismo se dobló
Por un momento, respiro, por aliento,
Al poema le salvaste la vida.
Y también lo invisible, inocente
Reino que no se reduce.





UN POETA dice de otro:
«este tipo miente». Y nubes
ciñen su entrecejo, y las ovejas
suspenden su serena flotación.
¿Cómo lo sabe? Era una escritura
poéticamente correcta, iba
contra lo establecido del lenguaje cotidiano
y también contra lo establecido del poético,
volvía sobre sus pasos -no exactamente:
un surco más abajo- cumplía:
con las generales de la ley, imagen tras imagen,
fila india que entre dos levanta humo,
olía a incienso fuera de la recámara,
avanzaba hacia un Japón barroco, inexistente.
Y se oía el trote de un caballo.
¿Cómo supo el poeta que mentía el otro?
Es muy difícil no mentir en poesía,
entre una imagen, no mentir, y la siguiente.
Pero se puede. Lo leí en Miguel Casado.





«LA CRÍTICA brutal a todo lo existente»
incluye una crítica brutal al lenguaje poético
un lenguaje que venía -parecía-
salvado de todas -sólo el insecto

la poesía que cree que en su lenguaje está cuidada
no está cuidada en su lenguaje
-«contame un cuento para dormir, papá»
-te cuento: la poesía es lugar que no tiene lugar
eso lo hace un lugar de gran coartada de vida
lo que no tiene lugar no se destruye
la lucha es por los lugares y los bienes
verdaderos males para los que no los tienen
rima asonante

la muerte de la poesía es de una belleza perfecta
funerales de lo que no tiene lugar
luto de lo sin lugar
góndolas cubiertas en procesión por los canales
Venecia negra

Casanova murió, sigue la poesía

Cita: Marx





NO ESTÁ en ti estar, reina irreal, con un triste,
A su lado, asoleado de pena,
Ni en un triste con una que se va con la primera
Risa más lejos de lo que parece,
Esto es así, así es esto, el revés de lo mismo.
Por eso todo el mundo los veía raro,
Por eso murmuraban a su espalda el primer poema
Nacido en el río, a la orilla que crece, puro
Crepitar crédulo, zumban libélulas.





Eduardo Milán
Consuma resta II
Libros de la Resistencia, 2019.

viernes, junio 21, 2019

Migraciones (fragmento)


y atados de heno y de alfalfa para el ganado
y atados de juncos y plumas de avestruz y caléndulas
y racimos de estrellas y atados de pico de tucán
y atados de claveles rojos y rosas muchas rosas
y allí está la muchacha que pintó Diego Rivera
con los alcatraces
y olvidada en una caja de habanos
la fotografía de la abuela rusa en Xochimilco
en una trajinera cargada de alcatraces
y veo a mi abuela poblana en su casona de Las Lomas
y es la canícula desbordándose
y el aire se tiñe de pétalos
y la veranda de tan blanca se me pierde
y yo me pierdo en el recuerdo
y veo a mi mamá poniéndole alcatraces
a un jarrón de talavera y en la radio
están tocando los boleros que tanto le gustan
y veo a mi nana y veo a esa niña que soy yo
llevándole alcatraces a mi mamá
y me veo hoy ahora aquí
aquí después de todos estos años
y tengo en un florero unos alcatraces
y estoy oyendo los mismos boleros que oía mi mamá
y el tiempo se diluye en muchos tiempos
y mi vida está hecha de muchas vidas
mi nana y yo comemos en una fonda
pedimos tasajo y sopa de médula
bebo a grandes sorbos una coca-cola bien fría
y me sabe tan rica que se me saltan las lágrimas
mi nana me compra un algodón de azúcar
me compra chochitos de anís
y yo emberrinchándome
me compra una nieve de limón
y se me pasa el berrinche
mi nana Lupe habla poco
es de Oaxaca y no sabe bien español
me lleva a misa a escondidas de mis padres
me enseña a persignarme
y me encomienda a la Virgen de Guadalupe
ay! virgencita Madre de Dios
consoladora de los afligidos
salud de los enfermos
refugio de los pecadores
rosa mística
líbrame del mal
qué te digo virgencita qué más te digo
con qué palabras si no sé el Ave María
con qué palabras si tengo tanto miedo
tendrías que abrir la herida
abrir ahí en esa trizadura
y en esos los tantos y tan heridos días
y en los tantos yerros
y en ese despojo y en esa violencia de mí hacia mí
y en todos esos los años en que me desperdicié
y me olvidé de mí
y me acuso porque eso me hice y más
y eso y más para que mi mamá me quisiera
y eso y más para merecer su amor
y sigo queriéndola y sigo obedeciéndola
y aún muerta sigo obedeciéndola
y aún en contra de mí sigo obedeciéndola
y para ella y por ella ofrezco mi daño
santificado sea su nombre
ruega por nosotras
ruega por nosotras
ruega por nosotras
ni rezarte sé virgencita
ni el Padre Nuestro ni tus letanías me sé
Madre sin pecado concebida
la que está en falta soy yo
yo que no he podido llegar a ser yo
y lo huérfano ahí
ahí de raíz
y mi nana me cuenta de su nahual
y me dice que las niñas blancas no tienen nahual
y que voy a estar siempre sola y desprotegida
y yo me abrazo a ella y lloro con ella
y ella me enreda en su rebozo
el rebozo huele a humedad y a sudor
y nunca más volví a oler ese olor
tan de ella y tan solamente de ella
un día se largó con el jardinero
debe haber muerto hace mucho
a mí se me murió cuando me dejó y se fue
aparece en casi todas mis fotos de niña junto a mí

¿dónde quedó lo que viví lo que creí vivir?
¿dónde el sueño que fui que sigo siendo?
dónde toda esa gente y todos esos días que desaparecieron
como en los cementerios en que no hay nombres
no hay fechas sólo pedazos de cerámica rota




Gloria Gervitz
Migraciones. Poema 1976-2016
Mangos de Hacha, 2017.

domingo, abril 21, 2019

Cinco poemas de Bosco Centeno


La oropéndola

La oropéndola en
la rama del genízaro
picotea hambrienta
la roja carne
de una pitahaya;
mi presencia
interrumpe su comida
y asustada
se aleja
              chillando.







Esta luna que se confunde

Esta luna que se confunde
con anuncios de neón
entre grandes edificios de hierro y cemento
me cuesta creer que sale entre islas y lago
frente a mi casa en Solentiname.
Aquí hay carros, motos, ruidos
y no los siento como el rumor del lago
el canto del pocoyo y la lechuza.







Sudorosos y enlodados

Sudorosos y enlodados,
tres días de marcha y cuatro emboscando,
pálidos, con el cuerpo lleno de piquetes
la mochila pesada como una cruz
pasando las postas del campamento despacio;
compañeros con la mirada nos preguntan:
-¿Todos completos?- Compañero, ni un tiro en siete días;
nada de contar.
Otros compañeros saldrán mañana a emboscar.






Exilio

Ese güis sentado
en una antena de televisión
está cantando igual que yo
una canción triste.
Aunque mañana cantaremos
en un árbol de grandes ramas.







Quise contarte cómo el río tiene
en su música una armonía de chorchas,
correas y martín-peñas, grillos y ranas,
de los saltos de los sábalos reales
en los remansos del río;
y de cómo las gallinitas de playa se
confunden con el violeta de las flores
de los gamalotes; pero vos despreciaste
mis poemas y te alejaste silenciosa
como el vuelo de una garza al atardecer.







Bosco Centeno
Puyonearon los granos
Ministerio de Cultura de Nicaragua, 1983.

miércoles, marzo 13, 2019

Caballo no entra (fragmentos)


¿Para qué nos sirve el arte en estos días? En La Esmeralda había de dos, los que se metían al rollo del "chido maestro, todo está chingón" y los picudazos que se recitaban a Adorno para interpretar un cuadro de manzanas. ¿Cuál era el bueno? Quién sabe, todos tenían becas de aquí y de allá, todos eran cuates y se criticaban sólo en reuniones secretas. ¿A quién podía importarle un carajo esto? No creo que sea diferente de cualquier otro ramo. Así ocurren las cosas en mi país y no hay antídoto contra el mundo. El mundo está ahí afuera: Estados Unidos matando iraquíes, israelíes palestinos, europeos turcos y africanos, ticos nicas, zapotecos mixtecos,  pochos cholos, fecal amlo, norte sur, este oeste, tiburones ganarán cueste a quien le cueste. Ser fresa o ser banda ya no era opción, porque hacía un buen rato que se había instaurado el eje cultural Neza-Polanco.





Cuando se vive bajo la sospecha del arte no es necesario hablar un lenguaje único. Yo nunca tuve que decir "te amo". Me inventaba cualquier cosa y le ponía la cédula de metáfora. Una vez conocí a una lingüista que daba taller de creación en un café cerca del metro Universidad. Como todos los sábados yo iba por allí a tomar clases de alemán, a veces le caía. Ella era simpática y platicábamos a todo dar, ¿cómo decir?, estaba al nivel. Una vez me invitó a otro taller que se reunía en una casa cerca del teatro Insurgentes. No me pareció que la cosa iba de ligue porque ella no me daba bola. Así que me lancé esa tarde a la dirección que me dejó y llegué a la casa de un poeta, creo que uruguayo. Había unas doce personas y un chorro de botellas de vino y quesos. Rápidamente me senté cerca de la mesa para apañar la botella, por si se ponía muy de hueva la cosa. Comenzó la sesión y el viejo hablaba y leía que parecía un dragón. Todo el mundo se quedó volando en la silla. Al final hubo un par de comentarios, pero se sabía que el maremoto ya había pasado. La plática se relajó y los ojos de todos cayeron sobre mí cuando la chava del taller me presentó como pintor, ahí se soltó la romería. Las preguntas comenzaron sencillas, pero a los dos minutos ya era un interrogatorio, me bombardeaban con un chingo de nombres de los cuales no tenía idea. Intenté sacudírmelos con algo de expresionismo, ligando el concepto de sublime al Renacimiento, pero me cortaron enseguida con otros diez nombres que sonaban muy gruesos. El viejo poeta se dio cuenta de la paliza y se acercó a mi lado con un librito en las manos.

Tomá, me dijo, lo acabamos de publicar en la colección de la revista, es sobre un pintor que se llama van Velde, te va a gustar, era un tipo de pocas palabras, como vos, y comenzó a reír, a lo que el resto del rebaño tomó como que había terminado la madriza. Ese día me sentí infinitamente ignorante y no volví nunca más a los talleres, sin embargo, ahí comenzó todo.





El extraño caso del secuestro de los cines. Itzel estaba feliz porque las nuevas salas habían sido construidas en el complejo comercial Plaza del Valle. Yo no le veía caso tener que ir hasta allá sólo para ir al cine, el trauma del transporte lo traía muy clavado desde el DF. Al final resultó que el gobernador los había construido de su bolsa y, para asegurarse el público, mandó cerrar el resto de las salas que había en la ciudad. Por atascada que resulte la estrategia, así fue. El único que se salvó fue el Pochote y eso porque no cobraba la entrada y las pelis no eran nuevas, de lo contrario no se hubiera salvado. Cosas de ese estilo pasaban siempre, yo me quedaba perplejo con todos esos manejes. ¿Cómo era posible que nadie se quejara? Juro que a gran parte de la población le parecía una maravilla que pusieran los nuevos cines a costa de los que ya estaban, aunque fueran el doble de caros y el doble de lejos. Vaya, con decir que hasta el cine que abrían sólo para las muestras de películas independientes, que por lo general no son muy concurridas, hasta ese mandaron cerrar y jalaron las muestras para las nuevas salas. Acostumbrado al cine relegado, con mi espíritu de espectador precario en las salas de la UNAM, del Chopo o en la misma Cineteca, simplemente sentía y siento que algo no cuaja en ir a ver una muestra de verano a un Multicine, es tan bizarro como pedir una chela en McDonald's.





La situación era insoportable. Los grupos hablaban de necesidades diferentes. Luchas diferentes, pero el común denominador era la causa contra el gobierno. Nadie lo quería, lo llamaban rata. Hacían piñatas con la cabeza del góber y el cuerpo de un ratón. Era una fiesta del simbolismo. Por nada fue un movimiento social completo, pero a la iniciativa privada no le pareció. ¿Iniciativa privada? Un nombre elaborado para decir qué, ¿comercio?, ¿reaccionarios?, ¿empresarios?, ¿dueños de tiendas? Las mismas tiendas y los mismos dueños desde hace años. El hotel junto a la catedral se llama Marqués del Valle, que es una traducción de Hernán Cortés, ¿alguien lo sabe? Sí, todos lo saben. A nadie le importa.





José Molina
Caballo no entra
Luz & Sonido, 2017.

jueves, febrero 21, 2019

Si tuviese un billete de diez mil


Si yo tuviese ahora un billete
de diez mil guaraníes
¡Ah, si yo tuviese ahora un buen billete
de diez mil guaraníes!

Primero besaría a mi negro escocés en el hocico
y luego iríamos juntos por la calle
Orgullosos y altivos como buenos burgueses,
a nadie dejaríamos mirarnos
Burlona les diría nuestra sonrisa:
"A otros con ese hueso, pobres gentes;
¿es que no veis que somos respetables?"

Saludaríamos a la despensera
alegre y cordialmente, como quien lleva
un billete de diez mil en el bolsillo
Un billete es pasaporte a la sonrisa
en la despensa, en la calle y en la vida

Dos botellas de un litro cada una
de cerveza muy fría compraríamos
¡Y adiós nuestro billete de diez mil guaraníes!

Pero la noche, los astros y la risa
nos daría por él tan ventajoso trato

Si yo tuviese ahora un buen billete
de diez mil guaraníes,
compraría tabaco y no me preocuparía ya el insomnio
Jugaríamos mi escocés y yo hasta la mañana,
si yo tuviera insomnio, ambos tranquilos
por tener con nosotros un billete de diez mil guaraníes

Tras comprar el tabaco, de cinco mil,
no de diez mil, sería nuestro billete
Pero, obteniendo a cambio los juegos y la risa,
un buen negocio así habríamos hecho
mi escocés y yo

Si tuviésemos ahora un buen billete
de diez mil guaraníes,
quizá de tan seguros descansaríamos
profundamente y por largas horas
Y, más fuertes y sanos ya despiertos,
mejor enfrentaríamos el universo hostil

¡Ah, si tuviese ahora un buen billete
de diez mil guaraníes!
Mantendría a la Muerte a raya un rato más

Para nosotros dos, mi peludito,
el tiempo no es dinero, mas lo inverso
lo haríamos funcionar mejor que nadie
Veamos, ¿cuánto tiempo
podríamos comprar con diez mil guaraníes?

Días, meses, minutos, no me importa
Dejadme solo un ratito más
No os cuesta nada, y de cualquier manera
vosotros ya ganasteis este juego
Solo quisiera que no os deis conmigo
tanta prisa / No sé, no debería
dejar mi ropa interior desparramada,
ni tampoco en desorden mis papeles,
ni tanto sin hacer y en el tintero,
ni tantos días del futuro intactos
Además, qué os cuesta,
si ya me habíais ganado
desde el principio

Ay, mi peludo amigo, ¡y pensar que a nosotros
nos gusta de verdad tanto vivir
y que lo hacemos con tal gracia y talento!
¡Si tan solo tuviésemos ahora
un buen billete de diez mil guaraníes!

Si no hubiera para mí uno de diez, aceptaría incluso
uno de cinco mil
Y hasta uno de mil guaraníes acepto
Ah, mi perro bonito, pensar que ya tenemos
que empezar a aprender a despedirnos
del dinero del tiempo Del oro de los días
Del oro del futuro Del oro de la vida





Montserrat Álvarez
Panzer Plastic
Colección Underwood, Pontificia Universidad Católica del Perú, 2008.

jueves, febrero 07, 2019

Tres poemas de Wendy Guerra


Platea a oscuras

(poema de los espectadores)

Me han estado mirando desde el centro
lo sé
no les daré ni un dato de mi conspiración
y aunque sigan pidiéndome el silbato
dejaré de asistir
pero
tendré en mi cuello siempre su sonido.
Está ese proscenio a buen recaudo del tendido
que no me dejará salir volando
en caso de peligro arrancaré las luces
y soltaré a pedazos los vestidos.
Me han estado mirando desde la platea
no aplaudieron
no compraron programas
no cruzaron las piernas
no salieron a la calle
no estuvieron nunca en el butacón pero me miran.





Ellos son de los años sesenta

Hablan de Waldo, de la escuela
y bajito para que yo no escuche
las amigas de mamá preguntan
por sus antiguos novios.

Estoy demasiado cerca de ellos
cada mañana de domingo
cuando recojo las tazas sin vino
y las botellas llenas de ceniza
me doy cuenta de que tengo algo de ellos
que también siento nostalgia por los que faltan
y que aunque no quieran aceptarlo
Elena Burke y Los Beatles
me detienen a pensar.

¿Dónde yo estaba?
Y ¿cómo habría sido ante aquellos problemas
que recuerdan?

Me río de las barrigas de algunos
y del inexplicable aspecto atlético de otros.

Ellos
y también mamá
son de los años sesenta.





Colección de estampillas

Se ha quedado quieto el coleccionista
llorando al centro
mientras
por siempre sus únicas divinidades
descubiertas
se vuelven pobres colecciones enumeradas
que se acaban
y que no son viejos con bocas diferentes
sino miles de Molière
miles de unas locomotoras
y no ruinas de cartón
y no nubes
y no todo lo que antes
veía crecer como esperaba en sus hallazgos
fino humor de quien las dispersa
y todo se repite
y la cinta estelar del astrolabio
gira
al mismo centro
mientras Molière
descubre que todo acabó en su cuaderno
y que no sabe nada
y descubre mal
Molière tiene la culpa
mira desde el sello al coleccionista
que llora desde el centro
como queriendo adivinar
cuánto falta para terminar de descubrirse.




Wendy Guerra
Un grupo avanza silencioso (II). Antología de poetas cubanos nacidos entre 1958 y 1972
Selección: Gaspar Aguilera Díaz
UNAM, 1990.

lunes, enero 28, 2019

Tres poemas de Arturo Carrera


Cerca del molinete

Acompañaba a un amigo que visitaba
esa estación, ese pueblito.

Me quedé en el auto, esperándolo.
Y de a poco,
comencé a oír las voces y los gritos
de unos chiquitos que jugaban a las escondidas.

El de voz más ronca, pero feliz,
contaba: "uno, dos, tres, cuatro... quince... salgo y salí..."
Imaginé que los otros cuchicheaban y
contenían la risa.

Y el que de súbito dejó de contar
se acercó a la ventanilla del auto y exploró mi cara
en silencio
como para decirme: "piedra libre el que está
en esa cara",

en esa noche;
en esa memoria interrumpida;

pero desvió la mirada,
viró hacia los bultos en sombras de sus compañeros
que se movían como pájaros en un resplandor tenue,
rojeante.

Por un momento sentí que desaparecían de mí
toda la dulzura y toda
la desesperación callada,

de aquella luz bienhechora de la infancia.





El cementerio de Pringles

Fuimos en aquella luz temprana
al cementerio.
Visitamos el panteón familiar. No pasamos del umbral.
Espiamos
a través del vidrio de la entrada.

Atrás, el pequeño vitral
con la cara de Cristo,

indiferente;

pero suelta débiles colores. Una maraña transparente
de hilillos --ambarina y compacta--
une entre sí los ataúdes.

Diría que esas telarañas murmuran
cuando no conversan,

no cantan, creo que no; pero seguro que no se olvidaron de cantar y
sus murmullos parecen "boludeos" de adolescentes,
son apenas sedas de luz, líneas casi invisibles
que brillan exageradamente.

Confusa ligazón ahora en mi paladar
que parece increparme:

"¡no vuelvas más!; ¡Ni solo,
ni acompañado! ¡No vuelvas más!
Nuestra tela es el olvido."





Señales portátiles

¡Ojalá el verano se alargara
para recibir aún tus mensajes de texto,
ínfimos,
en una pantalla tan pequeña
como en los sueños tu cara!

¡Ojalá el verano contuviera
tu voz enfrentada a la mía
soportando el espacio y el tiempo
en que nos ocultamos!

¡Ojalá el verano desembolsara
sus noches más largas --sus pesadillas más difíciles
y
nuestros sueños indiscretos! No importa,

sólo para encontrarte.





Arturo Carrera
Las cuatro estaciones
Mansalva, 2008.

lunes, enero 07, 2019

Cuatro poemas de Francesca Gargallo


Junio

Podrida sobre el agua aletea
la muerte de las flores
y es silencioso
el pescador con su remo.
Susurros de pájaros
cultivos al sol y
tiburones.





Lo que mi padre decía y ahora sé

La piel tersa
cuya geografía recorrieron
las manos de mi juventud
no se me vedó.
Sólo que ahora es
demasiado cara.




No recibo pensiones como Virginia
ni los derechos de autor de Simone.
Me rompo el alma en una silla traduciendo
pierdo la voz con alumnas bostezantes.
Mas cuando las palabras fluyen
siento en ellas
a mis hermanas mayores.





Como los que nunca
tomaron el tren
dormidos
tras la sala de espera de segunda
desperté entumecida.





Francesca Gargallo
A manera de retrato una mujer cruza la calle
Universidad Autónoma Metropolitana, 1990.