enigma
la reina nefertiti
labios de diseño perfecto
perfecta la línea de la nariz
cutis bronceado por los rayos
ultravioleta de aton-ra el sol
exultante de egipto
una elegante tiara trapezoide
azul-grafito
coronándole la frente
sobre una cinta de oro
(y dejándose aun trazar
por otra banda áurea
con engastes rojo-zafiro
y el símbolo--dorado siempre--
del poder real: el cetro
verticalmente inscrito
de doble asa)
su
cuello delgado de modelo de dior
ornado por triple hilera de collares de color
las cejas y los párpados
delineados con meticuloso
trazo de rímel-negro
por hábil mano maquilladora
y nos mira
la reina nos mira
(porque la miramos)
impasible:
casi-sonrisa en la carne
turgente de los labios
nos fija la pupila
castaño-verde
del ojo izquierdo
el derecho
fue cegado por el tiempo miliario:
se albea en el yeso
mirando en blanco o nada
desde dentro de la moldura
oval-almendra
del rímel
su enigma está ahí--
en ese blanco desvariado
que turba hace (¿cuántos?)
siglos en el semblante
irretocable de la reina
berlín 14 oct. 1998
la tirada de dados de monet
con monet
la pintura se transfigura
se transpintura
se ruptura:
colores
ese ovillo abisal
de colores donde un
sol puede estar
susurrando luz
en la tónica de la
palabra nenúfar
o declinando la sombra
áureo-saturnia de ese
otro (sí mismo) nombre
floral: nelumbo
todo eso viniendo a
ser una
azul pantera sub-
acuática
cuyo rugido emerge
como si enjaulado
en la cámara de ecos del
morado del violeta del
cianuro del
cidro-blao
metileno: turquesa tirando a
ónix de tan turbia
hasta el verdeazul
más suave aquí
(suave) hasta
enzafirarse
ruge la pantera sumergida
y lo que aflora
es la colmena explosiva
de las ninfeas
en tinieblas nocturnas o
ya alboreando rododáctilas
al toque punzó del
agilísimo pincel capaz de estrías
de vénulas de tachas
de borrones tempestuosos
y movientes
¿monet septuagenario?
--plus quam:
¡octogenario!
bajo un amplio sombrero alón-
-quitasol
gigante barbiblanco
--el ojo convaleciente
de expulsar una catarata ne-
vosa--
es uno que puede
mirar de frente al sol
y repartirlo
(como la pupila aquilina
que no se esblanca
al encarar
la rojiza combustión del astro
helio-fogoso)
y repartirlo en
parterres de flores-
-colores en su
jardín (no col-
gante) de givenchy
edénico donde
pasando el puente de
bambú el maestro
(él)
juega su juego extremo--
se bate
armado de un puñal--
pincel en prisma--
contra lo oscuro
la inmanencia de lo oscuro
la negreciente oclusión del
no-color
y en el transcielo entonces
inscribe la nueva
constelación (entre la osa
--la menor y la mayor--) de las
ninfeas.
il cuore: interludio milanés
1.
a la
consorte-cirujana
del cirujano que estudia
(anatomiza) el
corazón de las ballenas (un raro
hobby lombardo)
le pregunto: ¿de qué color
es el formidable
ballénico
(¿palurdo?)
músculo cardiaco del
monstruo piramidal
(montañosa mole
de carne congelada
que la aduana libera
--¡estupefacta!
procedente del más
interno fondo de los profundos
arcanos ecuóreos de noruega)
2.
me responde: rojo-
-oscuro tirando a violeta
colore nero viola
yodo vino
tinto envasado en
frasco opaco
(estamos en milán:
llueve sobre el chiostro verde-
grama
de este palazzo degli ucelli
via capuccio
número (tal vez)
dieciocho (sulla destra) donde
se celebra el cumpleaños (compleanno)
refinadísimo del
padrone della casa
un party al aire libre
luz nocturna
en el chiostro rectangular
música en sordina
invitados chiacchierando
con toques penetrantes
de fellini)
3.
sí--reitera la
cirujana-asistente
(cónyuge) toda charme
y ciencia:
violeta foncé
--no rojo vivo
escarlata chillón sino
tinto cargado
profundo-oscuro-sanguinolenta
masa muscular ahora
rígida que un día pálpito sub-
oceánica o
ya emergida del vórtice cuando
gigantesca dirige
el hídrico flujo del
chorro de agua a
lo alto arrojándolo contra el cielo--
plúmbeo-translúcida
cúpula lluviosa del homérico mar salino--
cuando (mamífero prodigio)
la arrogante bucanera capitana
se eyecta del centro acuoso
y ya respira
4.
¿violeta profundo el corazón?
(yo interrumpiendo)--puede ser--
el del cachalote energuménico o
el miocardio (chi lo sá) de la
orca feroz que erguida
pavonea su banquete arremolinado
--admito:
5.
concuerdo hasta
aquí (ex corde)--pero
el de moby dick
el de la ballena blanca que navega
--dogaresa
serenísima--
en la paz pelaginosa de sus glaucos
dominios
el corazón cetáceo de la abadesa
de alta mar el suyo
solo puede ser azul
puro azul pulsante
zafiro compulso y celeste
azur
azurro
blau
sky blue
latiendo--desdeñoso
del arpón colérico de ahab--
hasta sumergirse refutando
la líquida negritud donde
al final se adentra
Haroldo de Campos
entremilenios
Traducción: Andrés Fisher
Amargord, 2013.
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