sábado, diciembre 21, 2024

Dos poemas de Jorge Eduardo Eielson


Alguien dice
Que en la noche del cohete
Y la computadora
Los verdaderos poetas
Ya no escriben
Sino piensan solamente
Avanzan sin tropiezo
Entre la nada y la materia
Atraviesan cifras y galaxias
Que quizás no existen
Yo mientras tanto
Escribo solamente
Solamente escribo
Otros dicen
Que los verdaderos poetas
Se ocupan del amor
De la primavera y de la muerte
Yo solamente escribo
Escribo solamente
Todo es palabra para mí
Palabras centelleantes son los días
Palabras mi corazón y mis costillas
Y los diez mil objetos
Zapatos sillas y botellas
Que me rodean como lobos
Palabras solamente
Y las diez mil parejas
Que copulan en la tierra
Como si fueran pájaros o peces
Palabras solamente
Porque la poesía
Que ahora mueve mi mano
Mueve también millares
Y millares de luceros
Como si fueran cerillas
No dice nada la poesía
Que ya no canta ni sonríe
Ni solloza entre las flores
Sino calla simplemente
En el tintero
¿Qué puedo yo agregar
A tanto silencio
Sino silencio
Más silencio
Sólo silencio?







Somos y no somos
Cuando somos no sabemos
Lo que somos y cuando no somos
Tampoco sabemos
Si ya fuimos o si seremos
¿Somos sólo un instante
Que no cesa     una eternidad
Que ya es ceniza y que bosteza?
¿Somos sólo una cometa
Cuya cauda luminosa es una mueca
Tan sólo una sonrisa
De la nada? ¿Somos quizá palabras
De un poema que se escribe
Y que se borra a cada instante?
No somos nada
Cuando nos sentimos todo     y todo
Cuando nos sentimos nada
Las trompetas que nos llaman
Al amanecer todos los días
Y los tambores que acompañan
Nuestro anochecer
La telaraña de palabras
Que nos une y nos separa de todos
Las estrellas y las nubes
Los animales y los árboles
Que nos siguen por doquier
¿Son el mismo pálido torrente
Que a veces brilla     a veces duele
A veces es tiniebla
A veces todo     a veces nada?







Jorge Eduardo Eielson
Poeta en Roma
Mangos de Hacha, 2024

sábado, diciembre 07, 2024

Tres poemas de Ileana Garma

El domingo en el supermercado
un militar jugaba a sacar un peluche
de la máquina de monedas
las garras de la máquina
sujetaron algo oscuro y sin forma
el militar sonrió

las garras se abrieron y el peluche
cayó sobre ese montón de objetos
inalcanzables

el militar y yo nos miramos por un segundo él
se fue con su uniforme y yo me quedé ahí las
máquinas de monedas gobiernan el mundo
nos uniforman
y algunas veces
nos hacen creer que tenemos el control







Obsesionado con ventiladores
mi hijo los encuentra en todas partes
en los últimos rayos de sol
en las palmeras que nos rodean

recoge flores de todos los colores
las hace girar en sus manos

los ventiladores se encienden
respiramos ese perfume
de aspas veloces que revuelven al mundo

repetidos
en ciertas horas de la tarde
en la piel del ciempiés naranja
mi hijo encuentra ventiladores
a la orilla del mar
a la orilla de la selva

v e n t i l a d o r
me dice lentamente
para que pueda escucharlo
y no me equivoque

v e n t i l a d o r
le respondo
porque ya aprendí a leer
los fractales







Nadie quiere hablar
de las mujeres que checan
su hora de entrada
a una cápsula brillante
de aire acondicionado

una mezcla de perfumes
entorpece el sueño

          objetos inútiles brillan
     como brillan las estrellas

yo vi a una mujer dulce
     atravesar ese lugar
          hasta llenarse de sombras
salían en tropel
hacia una ciudad lluviosa
donde otras luces permanecían
amenazantes

yo vi a una mujer mirar
33 televisores encendidos
observaba en ellos
el transcurso de su vida







Ileana Garma
Uniformis
Libros del Marqués, 2024