I
Persuádanse de esto: nos han sido indispensables ciertas razones imperiosas para llegar a ser o para seguir siendo poetas. Nuestro primer móvil fue sin duda el asco por lo que se nos obliga a pensar y a decir, por aquello en lo cual nuestra naturaleza de hombres nos fuerza a tomar parte.
.....Avergonzados del arreglo de las cosas tal como está, avergonzados de todos esos groseros camiones que pasan por nosotros, de esas fábricas, manufacturas, tiendas, teatros, monumentos públicos que constituyen mucho más que el decorado de nuestra vida, avergonzados de esa agitación sórdida de los hombres no sólo alrededor de nosotros, hemos observado que la Naturaleza, mucho más poderosa que los hombres, hace diez veces menos ruido, y que la naturaleza en el hombre, quiero decir, la razón, no hace ningún ruido en absoluto.
.....¡Pues bien! Aunque fuese tan sólo para nosotros, queremos hacer escuchar la voz de un hombre. En el silencio, es cierto, la escuchamos, pero en las palabras la buscamos: eso ya no es nada. Eso es palabras. Y ni siquiera: palabras son palabras.
.....¡Oh hombres! ¡Informes moluscos, multitud que sale a las calles, millones de hormigas que los pies del Tiempo aplastan! No tenéis por morada más que el vapor común de vuestra verdadera sangre: las palabras. Vuestra rumia os repugna, vuestra respiración os ahoga. Vuestra personalidad y vuestras expresiones se comen mutuamente. Tales palabras, tales costumbres ¡oh sociedad! Todo es tan sólo palabras.
II
Mal que les pese a las palabras mismas, en vista de los hábitos que han contraído en tantas bocas infectas, se necesita cierto coraje para decidirse no sólo a escribir sino aun a hablar. Un montón de trapos viejos que, de tan sucios, no se pueden agarrar ni con pinzas, he aquí lo que se nos da a remover, a sacudir, a cambiar de sitio. Con la secreta esperanza de que nos callaremos. ¡Pues bien! Aceptemos el reto.
.....¿Por qué, considerando bien la cuestión, debe un hombre de esa índole hablar? ¿Por qué los mejores, dígase lo que se diga, no son aquellos que han decidido callar? Eso quiero decir.
.....Hablo solamente a quienes callan (un trabajo de suscitación), libre de juzgarlos luego según sus palabras. Pero si esto mismo no hubiese sido dicho, habría podido creérseme solidario de semejante orden de cosas.
.....Eso casi no me importaría si yo no supiera por experiencia que correría así el peligro de llegarlo a ser.
.....Que es preciso a cada instante sacudirse el hollín de las palabras y que en este orden de valores el silencio es lo más peligroso posible.
.....Una sola salida: hablar contra las palabras. Arrastarlas con nosotros a la vergüenza adonde nos conducen de tal manera que en la vergüenza se desfiguren. No hay otra razón para escribir. Pero, apenas concebida, ésta es absolutamente determinante y conminatoria. No se puede escapar de ella sino mediante una cobardía humillante que no es de mi agrado tolerar.
Francis Ponge
De parte de las cosas
Traducción: Alfredo Silva Estrada
Monte Ávila,1996.
.....Avergonzados del arreglo de las cosas tal como está, avergonzados de todos esos groseros camiones que pasan por nosotros, de esas fábricas, manufacturas, tiendas, teatros, monumentos públicos que constituyen mucho más que el decorado de nuestra vida, avergonzados de esa agitación sórdida de los hombres no sólo alrededor de nosotros, hemos observado que la Naturaleza, mucho más poderosa que los hombres, hace diez veces menos ruido, y que la naturaleza en el hombre, quiero decir, la razón, no hace ningún ruido en absoluto.
.....¡Pues bien! Aunque fuese tan sólo para nosotros, queremos hacer escuchar la voz de un hombre. En el silencio, es cierto, la escuchamos, pero en las palabras la buscamos: eso ya no es nada. Eso es palabras. Y ni siquiera: palabras son palabras.
.....¡Oh hombres! ¡Informes moluscos, multitud que sale a las calles, millones de hormigas que los pies del Tiempo aplastan! No tenéis por morada más que el vapor común de vuestra verdadera sangre: las palabras. Vuestra rumia os repugna, vuestra respiración os ahoga. Vuestra personalidad y vuestras expresiones se comen mutuamente. Tales palabras, tales costumbres ¡oh sociedad! Todo es tan sólo palabras.
II
Mal que les pese a las palabras mismas, en vista de los hábitos que han contraído en tantas bocas infectas, se necesita cierto coraje para decidirse no sólo a escribir sino aun a hablar. Un montón de trapos viejos que, de tan sucios, no se pueden agarrar ni con pinzas, he aquí lo que se nos da a remover, a sacudir, a cambiar de sitio. Con la secreta esperanza de que nos callaremos. ¡Pues bien! Aceptemos el reto.
.....¿Por qué, considerando bien la cuestión, debe un hombre de esa índole hablar? ¿Por qué los mejores, dígase lo que se diga, no son aquellos que han decidido callar? Eso quiero decir.
.....Hablo solamente a quienes callan (un trabajo de suscitación), libre de juzgarlos luego según sus palabras. Pero si esto mismo no hubiese sido dicho, habría podido creérseme solidario de semejante orden de cosas.
.....Eso casi no me importaría si yo no supiera por experiencia que correría así el peligro de llegarlo a ser.
.....Que es preciso a cada instante sacudirse el hollín de las palabras y que en este orden de valores el silencio es lo más peligroso posible.
.....Una sola salida: hablar contra las palabras. Arrastarlas con nosotros a la vergüenza adonde nos conducen de tal manera que en la vergüenza se desfiguren. No hay otra razón para escribir. Pero, apenas concebida, ésta es absolutamente determinante y conminatoria. No se puede escapar de ella sino mediante una cobardía humillante que no es de mi agrado tolerar.
1929-1930
Francis Ponge
De parte de las cosas
Traducción: Alfredo Silva Estrada
Monte Ávila,1996.
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