Los nueve tormentos primarios de la creatividad son:
El aplazamiento debido al miedo.
El aplazamiento debido a la indecisión.
El aplazamiento debido al perfeccionismo.
El aplazamiento debido a que se espera la llegada de la inspiración.
El aplazamiento debido al caos y a la adversidad.
El aplazamiento debido a la enfermedad y al cansancio.
El aplazamiento debido a que se está criando una familia.
El aplazamiento debido a la superstición y a la religión.
El aplazamiento debido a la locura y al suicidio.
Los nueve tormentos secundarios de la creatividad son:
El aplazamiento debido a Internet.
El aplazamiento debido a que no hay Internet.
El aplazamiento debido a los programas en doce pasos.
El aplazamiento debido a la terapia y a la literatura de autoayuda.
El aplazamiento debido a las obras de caridad y a que hay que salvar el planeta.
El aplazamiento debido al estudio y a la investigación.
El aplazamiento debido a los hobbies y al gusto por las actividades al aire libre.
El aplazamiento debido a la adicción a las drogas.
El aplazamiento debido al sexo.
Los nueve tormentos terciarios de la creatividad son:
El aplazamiento debido a HBO.
El aplazamiento debido a que hay que teñirse el cabello.
El aplazamiento debido a que se gana dinero.
El aplazamiento debido a que no se gana dinero.
El aplazamiento debido a que no se tiene el equipamiento adecuado.
El aplazamiento debido a cuestiones de higiene personal.
El aplazamiento debido a que hay que ir de compras.
El aplazamiento debido a la decoración del espacio de trabajo.
El aplazamiento debido a la redacción de listas innecesarias.
Los nueve tormentos cuaternarios de la creatividad son:
El aplazamiento debido al vampirismo.
El aplazamiento debido a una lobotomía.
El aplazamiento debido a la amputación de una mano.
El aplazamiento debido al canibalismo.
El aplazamiento debido a la bancarrota y la recesión.
El aplazamiento debido a la destrucción del medio ambiente.
El aplazamiento debido a un ataque terrorista.
El aplazamiento debido al apocalipsis.
El aplazamiento debido a la decapitación.
La mitología hacía burbujas dentro de mí y a mi alrededor. El dragón está sobre la cama de mi suite en el Fairmont. Su respiración es prácticamente inexistente. A veces deja de respirar y entonces pienso que ha muerto y entro en pánico y me retuerzo las manos, pero entonces oigo un extraño chasquido en su garganta y empieza a respirar de nuevo con la misma fragilidad. He apagado la luz, ya que el resplandor parecía ponerla nerviosa. En la habitación de al lado, el teléfono suena una y otra vez. Enciendo la aplicación de linterna de mi iPhone y la examino --una pequeña Drakiana escamosa-- con unas intrincadas marcas curvadas que le recorren todo el cuerpo. En las palmeadas patas traseras tiene una espuela que emplea para inyectarles veneno a sus atacantes. Su órgano sexual es un nítido pliegue con los bordes azulados y la piel cerosa de su vientre, bajo la luz del iPhone, tiene un brillo opalino que resulta desgarrador.
Todo está ocurriendo y ya ha ocurrido y volverá a ocurrir. Todo lo que existe ha existido siempre y seguirá existiendo. La memoria es imaginaria: no es real. No se avergüencen de su necesidad de crear; es la parte más bonita de sus corazones. El mito es la verdadera historia. No dejen que les digan que no hay monstruos. No dejen que los hagan sentir idiotas porque son felices jugando con su linterna en la oscuridad. El mundo místico depende de ustedes y de su tolerancia a lo absurdo. ¡Sean felices, queridos míos, y crean!
«Y tú también», le digo a mi dragón. «Sé fuerte», le digo, y la tapo con una manta fina. «Sé fuerte», le digo, y ahí, en calzoncillos, pego la oreja al costado del dragón, que se mueve lentamente, y acato el argumento distante de su respiración.
Al cabo de un rato, en un susurro, me dirijo a mi mujer con la esperanza de que pueda oírme, a muchos kilómetros, al otro lado del mar.
«¡No flaquees!», le digo a mi mujer. «Sé fuerte», le digo. «Somos millones en todo el mundo, respirando como tú esta noche».
Nick Cave
La canción de la bolsa para el mareo
Traducción: Mariano Peyrou
Sexto Piso, 2015.
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