domingo, enero 21, 2018

Cómo hacer versos (fragmentos)


Una vez más lo repito categóricamente: No conozco regla alguna capaz de convertir a un hombre en un poeta ni tampoco de llevarlo a escribir versos. Esas reglas no existen. El poeta es justamente el hombre que crea las reglas poéticas.

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La Revolución lanzó a la calle el tosco lenguaje de millones de hombres; la jerga de la periferia y de los suburbios se infiltró en las avenidas del centro; el delicadito lenguaje de los intelectuales con sus palabras castradas como: "lo ideal", "los principios de la justicia", "el principio divino", "la imagen trascendental del Cristo y del Anticristo", todas estas expresiones susurradas en los restaurantes fueron barridas de golpe.

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Los viejos manuales para escribir poemas no lo consiguieron. Allí solo se describen los métodos consagrados por la historia y por el uso. Estos libros deberían titularse Cómo se escribía y no Cómo se escribe poesía.

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Al tomar conciencia de todo esto deduje algo que se podría considerar como una regla: para trabajar en una obra poética es indispensable cambiarse de lugar o de tiempo, es necesario un distanciamiento.

Como en la pintura, por ejemplo, cuando se dibuja un objeto es necesario alejarse a una distancia tres veces mayor que las dimensiones del objeto. Si no se hace esto será imposible ver qué se pretende pintar.

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Si quieres escribir sobre un dulce y sereno amor, toma el autobús no. 7, desde la Plaza Lubianski hasta la Plaza Noguine. Hay tantos baches y terribles vaivenes que no se tarda en sentir la nostalgia de los encantos de una vida apacible. Los baches en el trayecto son indispensables para poder hacer la comparación.

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Se puede, por lo tanto, concluir una lección de todo esto:

Uno, dejemos de delirar con los cuadros épicos porque, en cuanto nos peleemos en las barricadas, nos dejarán el cuadro hecho pedazos.

Y dos, el material real de ahí el interés por las crónicas de los rabcors–, debe, durante la Revolución, considerarse superior o, al menos, al mismo nivel de lo que llamamos "poesía"

Una prematura poetización no hace otra cosa más que castrar y desfigurar el material. Los manuales poéticos tipo el de Chengueli son nocivos porque no toman la poesía del material real,  se desentienden de la esencia de los hechos, no los condensan hasta el punto de obtener de ellos la palabra comprimida, condensada, precisa. No hacen otra cosa que aplicar una u otra de las formas antiguas sobre un hecho nuevo.

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El ritmo es la fuerza esencial, la energía primaria del verso. Es inexplicable. De él apenas podemos decir lo que se dice del magnetismo y la electricidad; son dos formas de energía. El ritmo puede ser idéntico en varios poemas y el mismo en toda la obra de un poeta; hecho que no la tornará monótona, porque el ritmo puede ser hasta tal punto complicado, puede ser tam difícil darle forma que nunca se llegue a conseguir, ni tan siquiera a través de varios largos poemas.

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Por supuesto que no es necesario hacer continuamente aliteraciones rebuscadas ni rimas nuevas. Recuerda siempre que la economía en las artes es vital para la composición de los valores estéticos. Por eso, una vez realizado el trabajo básico al que me refiero al principio, ya están cubiertas muchas de las estéticas del espacio y al atenuar los pasajes más estetizantes y pomposos les estamos dando más brillo a los demás.

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Los medios técnicos en el trabajo con las palabras son infinitos. Es inútil hablar de esto porque, como ya he dicho aquí varias veces, la base del trabajo poético consiste justamente en la invención de esos procedimientos, que son precisamente los que hacen de un escritor un verdadero profesional del verso. Los talmudistas de la poesía probablemente  pondrán caras al leer este libro porque a ellos les gustan las recetas poéticas como ésta: Coja un contenido, déle una forma poética –yambo, coro...–, rime las terminaciones de los versos, cárguelos de aliteraciones y forme una imagen. El poema está listo.

Esto es como hacer punto de cruz, menos mal que este tipo de costura siempre acaba en el cubo de la basura de las editoriales.




Vladimir Maiakovski
Cómo hacer versos
Traducción: Ismael Filgueira Bunes
Mono Azul Editora, 2009.

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