domingo, abril 04, 2021

Cuatro poemas de Elisa Palacio

 Litoral

Hay garzas, lechuzas y unas luciérnagas
que se distinguen del resto
por ser el triple de grandes.
Su luz es más amarilla
y cuando pasan cerca del piso que rodea la pileta
parecen reflectores.

Vimos una luna brillante y gris ponerse
entre dos árboles y desaparecer.
Cuando estaba a la mitad
parecía el cuerno de un rinoceronte en llamas
al final una brasa chiquita escondiéndose.

Una araucaria en el medio del parque
me recuerda a las ilustraciones
de los manuales escolares
esas que representaban
la época jurásica.

El clima es pesado y da sueño
como estar drogada por la atmósfera.
Decido salir igual, es la hora de la siesta.
Camino lento y descalza sobre el pasto.

Debajo de una palmera alta
y abierta en la punta
reposo al costado de otro arbusto frondoso
un libro se resbala de mi mano.
En posición fetal
con un traje de baño viejo
de dos piezas
que me cubre apenas
con sus tiras enredadas
cierro los ojos y aturdida
escucho únicamente
el grito agudo de las chicharras.




Residencia

Una poeta, hermosa y oriental, me acerca gelatinas exóticas. Las venden en la calle mujeres acompañadas por sus hijos. Su interior es transparente, multicolor, algunas capas más lechosas, en degradé. Con la cuchara en la mano señalamos sus diferentes láminas de sabor.

En la terraza algunos leen, otros se bañan y uno se sube al tanque para arreglar las cañerías obstruidas. Leemos textos propios en un living que no tiene techo. Así nos conocemos más rápido. El poeta plomero pide mate, es gringo pero parece un experto.

La habitación es chica y luminosa: piso de madera, ventanas de vidrio repartido, un escritorio y un colchón. En su propia terraza imagino a ese amigo, el más lindo y duradero que quisiera tener. Estoy lejos de todo y es lo que siempre quise. Tengo amor y dolor. Sólo eso es mío.





Anoche en la vigilia

hicimos un fuego urbano en plena calle
algunas chicas saltaban en medio de Rodríguez Peña
el fuego por arriba, era una prueba de circo.
Las maderas industriales, con clavos y olor a pis,
sacaban chispas al frotarse entre ellas
por el peso de los cuerpos sobre las zapatillas.
Fuimos por las calles en busca
de objetos abandonados
para quemar
por un barrio que tiene mayoría
de cemento, el barrio del Congreso de la Nación.
Encontramos una valla de madera
y un kiosquero nos dio
varias cajas de cartón
que costó transportar.

Con sorpresa hasta encontramos
algunas ramitas de árboles secos.
Casi sale la ley, dictaron media sanción.





Poema personista

Publico fotos para que veas
Un paisaje del Once con un camión
Un hombre a un costado
Camina con dos bolsas de nylon
Equilibrando su cuerpo
En otra aparezco envuelta
En una manta blanca
Una mañana que amanecí hermosa
Con fiebre
Ahora escribo algo que podría ser
Un poema personista
Otro intento de llegar hacia vos
A través de un artefacto.

Desde que dejamos de hablar
Siento el entusiasmo de un horizonte despejado
Y aunque a veces revise
Las conversaciones ese impulso
Melancólico desaparece y me revela
Una energía vital

Otra opción sería preguntar
Por el estado de tus cosas
Con el riesgo de terminar
Escribiendo un carta
Estilo Frank O'Hara
Y hablar de política
Contarte sobre el viaje
El pelo crecido hasta los hombros
Lo que leí y quise preguntarte

De todas maneras pelearíamos
Es por eso que decido
Seguir con mis papeles y mis cosas
Te mando entonces
Un saludo afectuoso,
E.





Elisa Palacio
Naturaleza social
Caleta Olivia, 2021.

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