No sé si la historia retorna
No sé si la historia retorne,
pero sé que tú -no.
Recuerdo que la ciudad se dividía,
no entre judíos y árabes solamente,
sino también entre tú y yo,
cuando estábamos en ella.
De los peligros nos hicimos un nido,
y de la guerra mortal un hogar,
cual esquimales
que se construyen un refugio abrasador,
con el hielo polar que mata.
La ciudad otra vez se unificó,
pero no estábamos más juntos en ella.
Ahora ya sé
que la historia no retorna,
como siempre supe que tú -tampoco.
Dios está lleno de piedad
Dios está lleno de piedad,
si lleno no estuviera Dios todo de piedad
habría piedad en el mundo y no sólo en Él.
Yo, que junté flores en la montaña
y reparé en todos los valles,
yo, que traje de las colinas cadáveres,
sé contar que el mundo está vacío de piedad.
Yo, que fui rey de la sal junto al mar,
que estuve parado indeciso junto a mi ventana,
que conté los pasos de los ángeles,
que mi corazón levantó pesas de dolor
en las terribles competencias.
Yo, que sólo uso una pequeña parte
de las palabras que hay en el diccionario.
Yo, que debo descifrar enigmas a pesar mío,
sé que si lleno no estuviera Dios todo de piedad
habría piedad en el mundo
y no sólo en Él.
Y no digas que serás como fuiste
Fuimos felices juntos
como quienes aparecen en un cartel anunciando algo
que no será de ellos jamás.
Y en las señales de las calles fuimos direcciones
y nombres de lugares y muchos números,
y no fuimos un solo corazón latiendo en rojo.
Y no digas que sea lo que sea,
y no digas que lo que fue no fue,
créele a los sueños, créele a las casas abandonadas,
créele a las grutas, escucha su magnífico trayecto,
créele a la cera sobre la mesa
que fue una vela, que fue cera de un panal,
y no digas que serás como fuiste. Y no olvides
que también un oscuro naranjal da flores blancas,
y no me olvides.
Poema-mentira en las vísperas de Shabat
En las vísperas de Shabat, al atardecer de un día de verano,
cuando subían olores a comida y rezos desde todas las casas
y el voto de las alas de los ángeles estaba en el aire,
comencé, en mi niñez, a mentirle a mi padre:
"fui a otra sinagoga".
No sé si me creía o no,
pero el sabor de la mentira era bueno y dulce en mi boca.
Y en todas las casas, a la noche,
se elevaban cánticos de Shabat con mentiras,
para deleitarse con delicias,
y en todas las casas, a la noche,
morían ángeles de Shabat como moscas en la lámpara,
y los amantes ponían boca sobre boca
y se inflaban uno al otro hasta que revoloteaban en lo alto
o estallaban.
Y desde entonces la mentira es buena y dulce en mi boca,
y desde entonces voy siempre a otra sinagoga.
Y mi padre me devolvió una mentira al morir:
"me fui a otra vida".
Spoleto, encuentro de poetas
Mi nombre y el del hotel donde me alojo, entre los restos de la noche.
Una charla en una casa antigua. Un amor abierto en horarios fijos
como en las funerarias, sólo para una exposición temporal.
Domesticados animales salvajes timbran cada hora.
Y como en una fiesta de cumpleaños infantil,
aquí estamos cada año para apagar con un soplido las velitas
en derredor. Incluso las que son en memoria de algo. Una charla
en el puente. Su cabeza es alargada y la mía redonda.
Canciones de cuna sin niños y sin sueño, efusivos
poemas patrióticos sobre tierras inexistentes.
Los poetas son como un congreso de magos:
cada uno haciendo un número de magia con su único truco.
Y cada uno despliega el gran mapa de los lugares de su dolor
y el de las fronteras de su felicidad y el de los amores que se borraron.
Uno llega y enseña la fotografía de su pequeña hija
a la que abandonó. Una charla en el puente. ¿Qué están queriendo decir
estos cipreses? El puente atraviesa
por encima de la ruidosa callejuela, de una casa tranquila
hasta un jardín también sereno. No siempre hubo quietud
entre estos árboles ni proyectaron esa paz
cuando estalló la guerra. "El boleto de ida y vuelta
más barato, con mucha ilusión". Para el próximo año,
aunque no es seguro. Una charla en el puente:
"Oí hablar de un judío que regresó a Praga
cuando la guerra terminó, y encontró su nombre grabado
en una lápida del antiguo cementerio de la comunidad".
Yehuda Amijái
Mira, tuvimos más que la vida. Nuevos poemas escogidos
Selección, traducción del hebreo y prólogo: Claudia Kerik
Elefanta Editorial, 2019.
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