Al infinito
En mi viaje a la otra vida,
en mi ataúd llevo las pequeñas tortillas,
el pozol que bebí,
alimentos que casi no tuve.
El agua que mitiga mi sed
por los caminos del campo santo.
Lo llevo en mi andar en la otra vida,
en el tsu que un día pedí,
lo llevo nuevo.
Mi ropa y las servilletas con elegantes bordados.
Las llevo.
A la morada de los muertos.
El canto de las almas
Están de fiesta...
Al canto de los tambores
las almas
cantan con la lluvia,
con el sol,
con la madre luna.
Flor de noviembre
adorna los sepulcros.
Las almas están de fiesta,
el canto de las almas
las montañas escuchan.
2 de noviembre
En los ojos de las grisáceas rocas,
en las otoñales hojas
el 2 de noviembre se viste de flores.
Ancianos con sus tambores
despiertan a las almas en el cementerio.
Cruces pálidas, solitarias, han envejecido
en la sombra del silencioso tiempo.
En los solitarios caminos
los peregrinos van.
Se marcha
Un día,
una noche
el cuerpo espera marcharse.
Último día
cerca del olor a fogón,
del color humo,
del olor a leña.
Última noche:
el alma se marcha.
Perfumada por el manantial de yerbas
en el canto de tambores funeral,
silenciosa el alma se marcha.
María Concepción Bautista Vázquez
Sk'ejimol ch'ulelaltik. El canto de las almas
Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Chiapas, 2019
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