domingo, abril 21, 2019

Cinco poemas de Bosco Centeno


La oropéndola

La oropéndola en
la rama del genízaro
picotea hambrienta
la roja carne
de una pitahaya;
mi presencia
interrumpe su comida
y asustada
se aleja
              chillando.







Esta luna que se confunde

Esta luna que se confunde
con anuncios de neón
entre grandes edificios de hierro y cemento
me cuesta creer que sale entre islas y lago
frente a mi casa en Solentiname.
Aquí hay carros, motos, ruidos
y no los siento como el rumor del lago
el canto del pocoyo y la lechuza.







Sudorosos y enlodados

Sudorosos y enlodados,
tres días de marcha y cuatro emboscando,
pálidos, con el cuerpo lleno de piquetes
la mochila pesada como una cruz
pasando las postas del campamento despacio;
compañeros con la mirada nos preguntan:
-¿Todos completos?- Compañero, ni un tiro en siete días;
nada de contar.
Otros compañeros saldrán mañana a emboscar.






Exilio

Ese güis sentado
en una antena de televisión
está cantando igual que yo
una canción triste.
Aunque mañana cantaremos
en un árbol de grandes ramas.







Quise contarte cómo el río tiene
en su música una armonía de chorchas,
correas y martín-peñas, grillos y ranas,
de los saltos de los sábalos reales
en los remansos del río;
y de cómo las gallinitas de playa se
confunden con el violeta de las flores
de los gamalotes; pero vos despreciaste
mis poemas y te alejaste silenciosa
como el vuelo de una garza al atardecer.







Bosco Centeno
Puyonearon los granos
Ministerio de Cultura de Nicaragua, 1983.

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