lunes, abril 14, 2025

Cinco poemas de Mikeas Sánchez

Deposito tres granos de maíz sobre la tierra
Kujkiki
camino en dirección al sol
y pido clemencia por mis ofensas
a los otros habitantes de la tierra
Kujkiki
Hubo días en que blasfemé contra la lluvia
que la ira de Tujbät no caiga el día de mi entierro
Kujkiki
Muchas veces cacé jabalíes sin anuencia
que el dueño del monte olvide mi desvergüenza
y mi cuerpo no pague en el inframundo
Kujkiki
Cierto es que maldije a mis enemigos
y pedí su desventura
que el Gran tribunal no me persiga nunca jamás





Soy el sembrador
protector de esta tierra
la flor del maíz
Observo con mis ojos antiguos
elijo con el corazón cada semilla
no es en balde mi conocimiento del mundo
Converso con el dueño del cerro
riño con las plantas malignas
Soy el provocador de los seres invisibles
mi voz se escucha hasta los confines de las montañas
porque nadie podrá negar mi paso por el universo





Bienvenido el nuevo danzante
ya le fue revelado el secreto
ya tuvo el regalo de las flores
fue visitado su sueño
fue ungido su nahual corazón de cigarra
Ahora estará en todas las fiestas
le fue mostrada la palabra
le ha dado poder el Señor del viento
le ha dado licencia el Señor del fuego
bienvenido el nuevo danzante





Sentado bajo la ceiba más colosal
árbol protector de voces antiguas
el sembrador apaga su silencio
Ahí Dios susurra a su oído
esa palabra invocada
lenguaje secreto de los peces
las plantas
y los animales pequeños
Sentado bajo la ceiba más colosal
Dios es una nube en forma de flor
contemplando el atardecer
con los ojos vendados





Este es el día sagrado del pitero
hoy conocerá la memoria de su sangre
hoy caminará lado a lado con su nahual venado
Y dejará a su padre y a su madre
y a su esposa y a sus hijos
para enlazarse con la eufonía del viento
Ahora ya no será llamado hijo
ni esposo ni padre
sino Pitero
conocedor del lenguaje del tucán
medidor del tiempo
el que tiene la llave para caminar en los sueños





Mikeas Sánchez
Mojk´jäyä-mokaya
Pluralia, 2013

viernes, marzo 21, 2025

Dos poemas de Mirko Lauer

Instrucciones


Cuando el poema se vuelve impertinente,
Borrarlo con la manga. Luego leer la mancha
Como el fondo de una taza de café.
Un vaticinio antes que una conclusión,
Es decir, mejor no sacar cuentas.
Los poemas fuera de control
Buscan la fuerza de una perfección
Rara vez es posible,
Y nos arrancan trozos cada vez más grandes.
¿Darle manotazos a eso desde el inconsciente?
Nada puede detener una real inspiración
Que cruza la memoria sin reparos
Destruyéndolo todo.

Uno vive gracias
A poemas detenidos a tiempo,
Inmóviles como suicidas en duda,
Si siguen asustando hay que retirarles
Unas cuantas palabras decisivas.
Todo menos darles de comer
Las frías lonjas de algún dolor secreto.

Hay algunas noches excepcionales
En que escribo poemas que me insultan.
Igual son borrados con la manga,
Pero un ataque no es una impertinencia.
El poema está en guerra,
Sus hábiles garras se transportan
En afilados silencios hacia mi alma.
Hay el peligro de poetizar el descuido:
Se termina publicando cicatrices
O poemas uniformados de pies a cabeza.





Iris nocturno

Cuando Hipólito Unanue levantó la vista esa navidad
Y se vio observado por un ojo desde el oscuro cielo,
Comprendió que sería indispensable informar
Sobre "un iris nocturno en Cañete"
En el Mercurio peruano del enero siguiente.
En ese mismo impulso empiezan a confluir
A lo largo de los decenios científicos o bobos,
El asteroide #7, luego un posible ovni,
Una esquiva aparición religiosa,
O un cuerpo griego en picada pronto un cadáver,
Como en el híbrido momento Breughel-Auden,
Y su bólido perfumado por la sorpresa.

Ese año del verano solo tuvimos
La claridad de la bóveda en diciembre,
Sobre la columnata de la mansión de Arona.
         Era moderno
Notar cosas nunca vistas en las alturas,
Aunque no todas se entendieran del todo.
Aquel caluroso 25 hubiera caído muy bien
El ojo de vidrio de Baltasar.

Hoy en la aridez de Chilca,
Un arenal con higueras, a minutos de Cañete,
Ya falta espacio para el aterrizaje
De objetos voladores no identificados,
Y el cielo hierve de satélites chatarra.
El ensayo del sabio Unanue sobre el iris
Efectivamente apareció,
Pero no entró en detalles.





Mirko Lauer
Chifa de Lambayeque
Personaje Secundario, 2024

viernes, febrero 21, 2025

Tres fragmentos de un poema de Lucrecio

Locuras de amor

Mas no se priva de los frutos de Venus el que evita el amor, antes elige los placeres que están libres de pena. Pues no hay duda que el goce es más puro para el sano que para el aquejado de pasión. En el momento mismo de la posesión el ardor de los amantes fluctúa incierto y sin rumbo, dudando si gozar primero con las manos o los ojos. Apretujan el objeto de su deseo, infligen dolor a su cuerpo, a veces imprimen los dientes contra los labios amados y los lastiman a fuerza de besos; porque no es puro su placer y un secreto aguijón les instiga a hacer sufrir aquello mismo, sea lo que fuere, de donde surgen estos gérmenes de furor.  Pero en el acto amoroso, Venus suspende suavemente el tormento, y la blandura del goce que con él se mezcla refrena los mordiscos. Pues hay la esperanza de que el cuerpo que encendió el fuego de la pasión sea también capaz de extinguir su llama. Pero la Naturaleza protesta, objetando que ocurre todo lo contrario; y éste es el solo caso en que, cuanto más tenemos, más se enciende el corazón en deseo furioso. Pues comida y bebida son absorbidos dentro del cuerpo, y como pueden ocupar en él lugares fijos, se hace fácil saciar el deseo de agua y pan. Pero de la cara de un hombre y una bella tez nada penetra en nosotros que podamos gozar, fuera de tenues imágenes, que la mísera esperanza trata a menudo de arrebatar del aire.

Como un sediento que, en sueños, anhela beber y no encuentra agua para apagar el ardor de su cuerpo; corre tras los simulacros de fuentes y en vano se afana y sufre sed en mitad del turbulento río en el que intenta beber; así en el amor Venus engaña con imágenes a los amantes; ni sus manos pueden arrancar nada de los tiernos miembros, que recorren inciertos en errabundas caricias. Finalmente, cuando, enlazados los miembros, gozan de la flor de la edad y el cuerpo presiente el placer que se acerca y Venus se aplica a sembrar el campo de la mujer, entonces se aprietan con avidez, unen las bocas, el uno respira el aliento del otro, los dientes contra sus labios; todo en vano, pues nada pueden arrancar de allí, ni penetrar en el cuerpo y fundirlo con el suyo; pues esto dirías que pretenden hacer, y que tal es su porfía. Con tal pasióm están presos en los lazos de Venus, mientras se disuelven sus miembros por la violencia del goce.

Por fin, cuando el deseo concentrado en los nervios ha encontrado salida, hácese una breve pausa en su violenta pasión. Vuelve luego la misma locura y el mismo frenesí, y porfían en conseguir el objeto de sus ansias, sin poder descubrir artificio que venza su mal; así, en profundo desconcierto, sucumben a su llaga secreta.





Por qué no se desborda el mar

En primer lugar, la gente se admira de que la Naturaleza no deje crecer el mar, siendo tal la afluencia de aguas y yendo los ríos a desembocar en él desde todas las partes. Añade a eso las lluvias errantes y las rápidas tormentas que salpican y riegan todos los mares y tierras; añade sus fuentes propias. Sin embargo, comparados a la masa del mar, el conjunto de tales aportaciones apenas si equivale a una gota de agua; no es, pues, tan extraño que el mar, siendo tan grande, no crezca.

Por otra parte, el sol, con su calor, le sustrae una gran parte de agua. Vemos, en efecto, que sus rayos ardientes secan las ropas impregnadas de humedad. Y vemos también que hay muchos mares extendidos bajo el sol; por tanto, aunque éste sólo libe una partícula de agua en cada punto del mar, en una tamaña extensión, será mucho lo que sacará de las olas.

Después, también los vientos que barren el mar pueden llevarse una gran cantidad de su líquido, pues vemos a menudo que en una noche los vientos secan los caminos y endurecen en costras el blando barro.

He enseñado, además, que las nubes se llevan una gran cantidad de agua, tomada a las vastas llanuras del mar, que esparcen luego por todo el orbe de las tierras, cuando llueve en las tierras y los vientos empujan las nubes.

En fin, puesto que la tierra es de cuerpo poroso y está en contacto con el mar, al que ciñe por todos los lados, del mismo modo que las aguas terrestres afluyen al mar, deben también fluir hacia las tierras desde la extensión salada, pues se filtran y dejan su amargor; después la masa líquida, volviendo sobre sus pasos, confluye toda hacia las fuentes de los ríos, y de allí se derrama por el suelo en dulce fluir y las olas descienden por el camino que una vez se abrieron con su límpido curso.





El fin del mundo

Mas, para no seguir demorándote con promesas, considera, en primer lugar, los mares, las tierras y el cielo; son tres materias, tres cuerpos, Memmio, tres formas completamente distintas y tres texturas; pues bien, un solo día las hará perecer, y esta mole y fábrica del mundo se derrumbará después de estar en pie tantos años. Y no se me oculta cuán nueva y sorprendente es la idea de que hayan de perecer la tierra y el cielo, y cuán difícil me será convencerte con mis palabras; como sucede siempre que haces oír a los hombres cosas hasta entonces no oídas, sin que puedas exponerlas ante los ojos ni situarlas al alcance de la mano; pues ésta es la vía más recta y segura para llevar la confianza hasta el corazón de los hombres y los recintos de su mente. Hablaré, sin embargo. Quizá la realidad misma dará fe de mis dichos, y tú mismo verás cómo espantosos terremotos hacen en un momento caer el mundo en ruinas; lo cual desvíe lejos de nosotros la fortuna que todo lo rige, y sea la razón, y no los hechos, lo que te convenza de que el universo puede derrumbarse, vencido, con horrísono fragor.





Lucrecio
De rerum natura. De la naturaleza
Traducción: Eduard Valentí Fiol
Acantilado, 2012

martes, enero 28, 2025

Cinco poemas de Mercedes Roffé

A veces

Se dice cuando
no siempre se puede algo
un hábito o costumbre
no muy frecuente
no de todos los días
–tampoco nunca
Se dice cuando de vez en cuando algo
como sentirse triste o solo o feliz o hermosa
sucede como decir cada tanto
un día sí dos no
un día sí tres no
pero no regularmente
no cada dos días
ni cada tres
ni todos los sábados
ni los jueves
ni dos de cada cuatro viernes
sino por ejemplo un viernes
y luego no
y luego, dos semanas o tres más tarde
otra vez
y luego no –cinco días o seis o quince
y luego sí

Suele también suceder
que llegamos a olvidar por un tiempo algo
a alguien
y de pronto lo vemos, pensamos, lo tenemos o recordamos
o echamos
otra vez de menos
después de un tiempo
y después de un tiempo otra vez
y otra vez después de cierto tiempo

O se dice a propósito
de algo que sucede
por lo general en el alma
como un ritmo
o con un cierto ritmo
que por lo general ignoramos
que, más bien, reconocemos
cada vez
y cuando recordamos que cada tanto aparece
que ya van varias veces que aparece y lo reconocemos
entonces decimos que sucede
cada cierto tiempo
cada cierta medida
de un tiempo que desconocemos
como querer cantar o enamorarse
como sucede la lluvia

a veces





Situación con teléfonos

Alguien habla por teléfono. Otra persona lo/la mira con admiración, embobamiento. La persona habla por teléfono para quien la mira. En el otro lado de la línea no hay nadie.





Situación para romper un hechizo

Acuéstate
               –boca arriba
como si fueras a morir
o a darte a luz.

Remonta
la cuesta de los años
en lo oscuro.

Llega al umbral
        traspásalo / sumérgete
en la honda, estrecha, escala del olvido.

Dime qué ves.
Enfréntalo / enfréntate
a quien eras antes aun de la memoria.

¿Te reconoces?
Continúa.
Sí, reconoces ahora el camino
que te ha traído hasta aquí.
Su nitidez lo delata
       –un sueño azul que se proyecta en la pantalla
       azul del tiempo
       y va cobrando sentido.

¿Te ves?
Pregúntale por qué y acéptala
–cualquiera sea la respuesta.

–He venido a decirte adiós –responde.
No digas más que eso
sin saña
sin violencia
sin rencor alguno.

Intentará retenerte
volver a responder lo que ya sabes
lo que ya le has oído
quizás de otra manera.

Baja los ojos y crea
–con la mirada solo–
un reguero en el suelo
–un surco de tierra húmeda y cenizas.

Verás alzarse un fuego
una pared de fuego
–un fuego frío–
entre tú y tu fracaso.
Despídete.
Dale la espalda.
Vuelve a tomar el camino
      –el mismo:
      el sueño azul sobre el azul del tiempo.

Remonta los peldaños de la escala honda, estrecha.
Llega al umbral
traspásalo y desciende
la pendiente oscura de los años.

Vuelve a tu cuerpo
¿sientes? –un dolor en el vientre o en el pecho
como si algo de ti te hubiese sido arrancado
te anuncia que has vencido.

El dolor se irá
tú quedarás contigo.

(La memoria del hueco
te seguirá adonde vayas.)





Canción de las niñas bobas
(Codex Calixtinus)

una ronda
una ronda de niñas
               cansadas
               desaliñadas
una ronda de niñas tristes

*

un recreo de niñas juiciosas
               hacendosas
un canto de obediencia y buena
               educación
               buenas
               maneras

*

las niñas repiten la letra
     iiiiiii
las niñas repiten la
     ooooooo
luego unas sostienen la
     mmmmm
como el pedal de un harmonio
mientras las otras pasean

*

parece que les dijeron
                         que se callen
                         que canten
                         muy bajito

como en enaguas

*

–me gusta la libertad
        –dice una, poniendo cara de pájaro
y abriendo mucho los brazos

–a mí también
        –dice otra
y se encierra en su cuarto

*

hay dos insoportables
y su voz es más aguda
que las otras

*

–¿te acuerdas de la copista?
la que derramó la tinta
sobre tu vestido
–no

*
una ronda
una ronda de niñas exhaustas
        desangradas

un recreo de sombras
deslizándose
                  en ángulo
por la pared





La Conférence des oiseaux
(M. Levinas)

ópera
como agua
como pulirse de rocas
pebbles : cailloux :
unas con otras
–contra otras

y un
narrador
como aquel cuando chicos
        –Pedro y el lobo
que tanto miedo nos daba
        –no el lobo:
el narrador





Mercedes Roffé
La ópera fantasma
Vaso Roto, 2012

martes, enero 14, 2025

Tres poemas de Inger Christensen

Medusas

La tristeza de las nubes. Una luz ya invernal.
Y los últimos soles varados del verano
como medusas azuladas en la playa.
Las pongo en la mano viscosas frías,
sostengo un sol flácido bajo el cielo --
y el esperma se desliza entre los dedos tiesos.
Observo la estructura dividida al azar,
una unidad enigmática de ojos y genitales
y la escucha de otros sistemas solares.
¿Otra vez lloras? Así de distraídos estamos.
Añoramos ser de nuevo idénticos,
vagar como soles y genitales ardientes
sobre el cielo antes de que todo oscurezca.
Pero el avance de las nubes ya se detiene.
Las medusas azulean heladas y pequeñas.
Se abre a la fuga del verano.
Sostengo un sol flácido bajo el cielo:
oh conservar su fértil calor un invierno.





Blue Poles

Esta noche comienza la ausencia
a alejarse más allá y los sueños
qué sabemos de los sueños
saltos metálicos Jackson Pollock
plata fluyendo Jackson Pollock
miro al otro lado del mar

veo a lo lejos el paseo que diste tú
atravieso el lejano pacífico azul
falos y Moloch marcan los pasos de mi mirada
hacia lo desconocido

¿hacia lo desconocido?
¿estamos en el mundo antes o después?
¿somos o no fuerzas magnéticas?
seré yo quien tú confirmas:

génesis mujer sueño que comienza
a ir más allá esta noche
a llegar más allá esta noche
saltos metálicos Jackson Pollock
plata fluyendo Jackson Pollock
por encima del mar azul





Encuentro (III)


No sé qué es. No puedo decirte qué es. No tengo una idea clara; es como con las palabras, ya no está claro qué son.

Dentro del mundo. Una vez perdida en la hierba y siempre reptando feliz. Un segundo perdida la conexión con el mal y siempre el pensamiento en algún breve segundo venidero.

Tú interésate por los árboles. Se despliegan, se repliegan, se cierran, se quedan entreabiertos. Tienen una vida de árbol, por término medio más larga. Los árboles también son bellos.

Tú interésate por el mar y el cielo y la tierra. Lo que fluye, lo que eleva, lo que soporta. Lo que vive más tiempo y todo lo que se mueve con en sobre ello; ya no está claro qué es.

Pero está dentro del mundo. Nos hemos levantado en algún lugar y empezamos con pasos. Nos apretamos contra un árbol para recordar la hierba. Nos arrimamos el uno al otro para recordar el árbol. Paso a paso avanzamos, intentamos recordar el cuerpo, nos arrimamos al viento y al espacio e intentamos ver qué es.

Pero ya no está claro. Estamos dentro del mundo. Hierba, árbol, cuerpo. Mar, cielo, tierra -- tú interésate por eso. No ha sucedido nada. Pero hay un silencio. Hay una mentira. No puedo decirte qué es.

Amablemente se cuela el tiempo. Las calles florecen. Las casas ondean como palmeras. Las gaviotas giran en torno a la sagrada asta de la bandera. Todo está en una violenta explosión como los vestidos floridos en barcos turísticos. No tengo una idea clara. Pero con valentía decimos buenos días y adiós o depositamos las coronas.

Querido -- pues esta es la palabra -- hay una mentira. Hay una puerta cerrada. La veo. Es gris. Tiene una manita negra con la que decir buenos días y adiós. Tiene una manita negra y rígida que está totalmente quieta. Esa puerta no es una mentira. Estoy mirándola fijamente. Y no es una mentira. No puedo decirte qué es.





Inger Christensen
Luz. Hierba
Traducción: Daniel Sancosmed Masiá
Sexto Piso, 2021