prueba del alce llaman a un test de seguridad en el que
vehículos maniobran en un zig zag furioso emulando
situaciones peligrosas: aparición
de animales grandes o pequeños
en ruta, osos fantasmales,
ciertos pájaros de ojos luminiscentes,
espíritus
de los caminos, árboles
que caen por rayos
en el movimiento, los autos, sobre todo
aquellos de gran porte, deben mantener
el equilibrio de, al menos,
dos ruedas: si el conductor
es inhábil o el alce se
espanta y sale corriendo
hacia el auto,
todos mueren
si el alce queda quieto, pero
el conductor enloquece, viendo
en sus ojos, algo que no ha
visto nadie, salvo
el espíritu de las carreteras,
todos mueren
si el conductor, en cambio,
atropella al alce, y el alce
muere, su espíritu
entra en el cuerpo del conductor
para, definitivamente,
hacer derrapar al vehículo
en un vuelo insólito
inacabable, en el que
el tiempo se retuerce
sobre el tiempo y
todos mueren
en Resistencia, gendarmes en el aeropuerto
en la calle, en
el hotel, me rozan
la espalda, me piden
identificación, tarjeta
verde, razones
para estar allí
en la ruta, gendarmes en la ruta
por qué, cuándo,
una mancha de aceite
en el cielo, en
la estación de servicio gendarmes
retiro mis chicles, cigarrillos
aunque no fume, café
para hacer tiempo
me miran
me preguntan: acá,
una mujer sola, ¿por qué?
estoy aterrada de
mi tiempo estoy aterrada
de mi especie
salgo afuera encandilada:
la mancha de aceite
ha caído, los ojos
de los gendarmes
brillan
brillan
estamos de vacaciones, y sin embargo nada
ha cesado: tenemos hambre, sed,
tristeza, cualquier elemento
la puede despertar
fuimos al mar helado en Madryn, la sal,
el sol portentoso, la familia Kanter
y su extraña forma de socializar;
unos lazos de convivencia
anticuados, eficientes,
y desde allí Altares
no paramos
nos reconocíamos
con los otros viajeros
en la piel ardida, la sed,
la mirada huidiza de los que quieren
verse, hablarse, calcular
los kilómetros recorridos
por la cantidad de barro
en las llantas
por el apuro en llegar, el cansancio
de los chicos en las butacas
traseras, sudorosos,
mamaderas de Coca-Cola
agua con hielo, leche
hedionda
nadie dice, todos
diligentes, llenando
los tanques, mirando
el vibrato del sol
afantasmando las rutas
el eco
de los precipicios
en los huesitos
la ardiente vegetación
Elena Anníbali
El viaje
Salta el Pez Ediciones, 2022
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