miércoles, febrero 07, 2024

Cinco poemas de Sini Silveri


Tallo verde de arándano ártico, racimo rojo, heno amarillo, borde de musgo, pantano, ramilla pelirroja, heno verde antes del desecamiento amarillo, baliza de nieve, riel, piedra pálida seca azul sombra de piedra piedra roja, gris chistoso, piedra morada, nube de nieve de arándano a tiras naranja y tinto, cinco henos distintos cuyos tonos no se distinguen y lozana pregunta pornográfica de "merezco ver esto" en torno a todos los riachuelos.







Tomamos una nítida y empañada fotografía del abeto a través de la ventana. Nos detuvimos en el acotamiento de la autopista con la cámara. Captamos las sombras y los sauces tras los cuales puntualizamos: allí hay rastrojos, suelo cenagoso, acá cientos de imágenes suspensas, un grupo de conejos plasmados con destello a través de un vidrio, un flash y una ventana sucia, un flash y detrás los ojos, refugio de relámpagos,
bosque,
vidrio en medio.







Conducimos rápido y nos detenemos un momento ante un edificio. Corres a tocar la puerta, gritas hacia adentro: "¡ya está aquí esto!" y continuamos el viaje. Aventamos la basura y compramos agua mineral y dulces en la gasolinera.

Ser esto es ser consciente como un muslo. Una potencia general reposa encima de todo. Nosotros nos echamos o nos paramos con los otros, afilados y certeros. Tuuli, blow & wind está embarazada y da vueltas en mi regazo y yo le aliso la nuca. El viento de la capa del transeúnte en el tren sopla en la piel desnuda de mi cuello. Llega a mi boca. El escozor tirante de una pequeña abertura en la ventana, la imperceptible brisa de un edificio de regulación térmica, de un avión con aire acondicionado, el aire polvoso del suelo de papas. Afuera hay una lluvia corpulenta.

Yo quiero acostarme en un hoyo y crear ahí un líquido cálido que ame.

Tú eres un animal inflamable y amante del fuego. Yo soy un motorratón. ¿Quiénes somos? ¿Naturaleza? En el patio hay montículos hechos con rastrillo. Ninguna (y en especial esta) sediciente dicha es posible, no corre ni se vuelve de uno.







Un personaje vestido de esquimal viene del sitio de construcción hacia acá. Me he preparado para el invierno recogiendo leña del bosque. Me preparé para la vida viendo tele de música. Allá los sentimientos son transeúntes en un festival: allá el amor bebe agua mineral fría de un tarro de plástico. El llanto, las trompetas y los cojines están presentes en un sofá, la capacidad de alzar de veras todo por el aire. Está el deseo de quemar el cajón de madera y la guía telefónica, de yacer en la autopista congelada que se levanta desde el paso a desnivel junto al castillo y tratar de sofocar la lluvia. Está el deseo de ser ratón inmóvil de computadora, protector de pantalla, pétalos voladores, rebanadas de salchicha rusa, beber agua, mirar por la ventana.






Cargo una chimenea caliente envuelta en aluminio, los dedos trabajosamente en torno a su único y pequeño asidero. La laptop es la versión amorfa de una piedra, donde hay árboles de fuego negro. Cargo titanes adultos conmigo.

El sentimiento yace en paralelo al monitor cardiaco en el colchón circundante, mide lo que durará esta persona. El enorme granero se acopla, mira este "yo-y-él", es decir "nosotros". La chimenea tiene un contenido. La flor de "yo-y-tú" se abre en el video de meditación de YouTube, acelerado, en las gotas, al son de una música húmeda. La cuchara, la ensalada de frutas y el puré de papas se cocinan al fuego en un consomé de tres grasas y quehaceres como el sueño bajo la misma piel y el nado de pecho es drenado a un enorme tazón plano de donde engullimos a dos lenguas el faláfel refrito.







Sini Silveri
Disco de Titanes
Traducción: José Luis Rico
Pitzilein Books, 2022

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