sábado, noviembre 07, 2009

Una dedicatoria (fragmento)

.
¡Un cuaderno vacío! ¡Una oda al cuaderno vacío! ¡Una hoja en blanco sin nada más, con -- ya -- todo!
.....Los alemanes tienen la palabra Scheu, con el adjetivo frecuente heilige -- algo así como un estremecimiento sagrado -- intraducible. Pues es precisamente ese sacro Scheu lo que yo experimento hasta el día de hoy frente a una hoja en blanco. -- ¿A pesar de las toneladas de hojas escritas? -- Sí. -- Con cada cuaderno nuevo -- de nuevo. Si hay cuaderno -- habrá versos. Es más, cada cuaderno que todavía está vacío es un reproche vivo, más que un reproche: una orden. (Yo -- existo, ¿y tú?) Quieren grandes obras -- regálenme cuadernos grandes.
.....Pero -- ¡el hambre de papel en la infancia! -- hasta el día de hoy no me atrevo a escribir en los hermosos cuadernos, empastados en piel y de colores, que me regalan mis conocidos para los "borradores". (Mi gente -- ¡sabe!) Cuántos tengo, algunos de Praga, de forma antigua, de papel finísimo y con las páginas aún por separar.
.....El primer sentimiento: ¡soy indigna! El segundo: en un cuaderno así no escribiré nada -- terror al mal de ojo, parálisis del lujo; el tercero, absolutamente razonado: escribir en tafilete es lo mismo que cultivar en raso -- ¡no es serio!, es jugar a seriedad, es diletantismo, chabacanería.
.....(Apuesto que la mayoría de los malos poemas ha sido escrita en cuadernos de raso, comprados -- la situación de los bienes no tiene nada que ver -- tal vez comprados con el último dinero, igual que la bata persa con la que esta ceremonia religiosa se realiza, para que aunque sea con algo se llene la constante laguna del talento. Pero Pushkin escribía en el baño, sobre una mesa sin pintura. -- Sí. -- Y aventaba las hojas escritas debajo de la mesa. Pero aun si usted tuviera un baño, y una mesa sin pintar debajo de la cual aventarlas, no le serviría de nada. Llegaría el Tiempo y las barrería con su escoba.)
.....En una palabra: o el tafilete -- o yo. El mismo rechazo que frente a los brillantes jamás usados y perdidos aun antes de la Revolución. Así siguen (los tafiletes) en espera del día en que yo deje de ser yo. Pero la pila de los cuadernos azules, de oficina, que pesan una tonelada -- crece. En Rusia, antes de la Revolución, mis cuadernos eran de cartero, de lienzo áspero, con cordones (para las firmas). Durante la Revolución -- cosidos por mí misma, de papel robado (del trabajo), con tinta inglesa roja -- también robada.
.....No sé qué habrá ocurrido con las otras personas que escriben, a mí el hambre soviética de papel no me sacudió. Como en la infancia: lo deseaba ardientemente y lo robaba.


Marina Tsvietáieva
Una dedicatoria
Traducción: Selma Ancira
Universidad Iberoamericana, col. Poesía y poética, 1997.

No hay comentarios.: