sábado, enero 28, 2012

Colores de otoño (fragmentos)

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El arce rojo (fragmento)

Mientras cruzo el prado y me dirijo directamente a una elevación baja en esta tarde esplendorosa, veo a unos doscientos cincuenta metros hacia el sol, el follaje de un conjunto de arces que aparecen sobre el borde rojizo brillante de la colina, una franja de unos cien metros de largo por tres de profundidad, del más intenso escarlata, naranja y amarillo, igual a cualquier flor o fruto, o a cualquier matiz jamás pintado. A medida que avanzo, bajando por el borde de la colina que hace de primer plano o de borde inferior de este cuadro, aumenta la profundidad de este brillante bosquecillo, que se revela poco a poco y sugiere que todo el valle rodeado de montañas está pintado de este color. Uno se pregunta si los prohombres y los padres de nuestro pueblo no han salido a ver lo que los árboles quieren decir con sus espléndidos colores y su exuberancia por miedo a que tramen alguna travesura. No comprendo qué hacían los puritanos en esta estación, cuando los arces llamean de carmín. Sin duda no rezaban en estos bosques. Quizá por eso construyeron sus templos y los cercaron rodeándolos de caballerizas.


Hojas caídas (fragmento)

¡Qué saludables tisanas habrá ahora en los pantanos! ¡Qué generosos aromas medicinales de las hojas en descomposición! La lluvia que cae sobre las hierbas y las hojas recién secadas que llenan las charcas y las zanjas en las que han caído limpias y rígidas pronto se convertirá en una infusión –tés verdes, negros, marrones y amarillos, de todos los grados de intensidad–, con fuerza suficiente para poner a toda la naturaleza a cotillear. Las bebamos o no, estas hojas, antes de que se extraiga toda su sustancia, secadas en la gran tetera de la naturaleza, tienen unos tonos tan delicados y puros como los que han hecho famosos a los tés orientales.


Henry David Thoreau
Colores de otoño
Traducción: Silvia Komet
Torre de viento, 2002.

sábado, enero 21, 2012

Estilo (fragmentos)

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“9.- La imagen negra para ti que duermes. Un vicio transparente. Sé la racha de pájaros. Una racha de pájaros caliente. Sé el zumbido hirviendo. Sé encima de nosotras al final de ese vuelo. Que se estrellen los picos. Que terminen y duelan terminando.”


“14.- Danos una botella y acabaremos con tu mundo. Préndenos y el fuego correrá como plaga. Llegamos hasta tu oficina. Hasta tu máquina. Llegamos hasta tu silla de maestro. Hasta ese mundo que ya no es el mundo. Donde nada se toca y nos besamos. Unimos nuestros labios de niñas mojadas con algún combustible. Danos un bosque. Danos la presidencia.”


“19.- Para dormir sobre tu sangre queremos que nos tapes los ojos y nos pongas lo desconocido en la lengua. Llévanos donde nace el fervor y el cielo pierde. Queremos internarnos en lo más caliente. En lo más caliente, fervor. Todas queremos retozar sobre el combustible como si fuera un campo de lobelias. Queremos que nos tapes los ojos y probar. Probar el golpe frío de los sabores que nos hinchan los labios y levantan la guerra. Probar sin ver la pólvora que nos enciende. Recibir sin saber cuántas cabezas están rodando en la ciudad. Ofrécenos.”


“25.- Este libro no existe. Es sólo un monitor plagado por los códigos para que nos entiendas. Queremos que quieras abrazarnos. Este libro no existe. Es un organismo que camina. Ya sabes quiénes somos, País. Somos la negación y el tránsito que construye tu trama. Somos la lengua de animal y máscara de niña. Las piernas de muñeca. La luz del monitor. Queremos que nos quieras calientes.”


“2.- No nos encontrarán pero estaremos saludando desde el monitor. Hablándote a la cara. Transmitiremos desde la fosa detenida hasta tu desayuno. No habrá más que descomposición. Beberás de ahí. Trabajarás de ahí. Construirás estrellas y levantarás reyes y reinos. Le besarás los pies a la grosería. La pondrás en altares y le dedicarás tu pensamiento. Tiempo sin sol. Tiempo sin tiempo.”



Dolores Dorantes
Estilo
Mano Santa, 2011.

Lectura en línea del libro completo:
http://issuu.com/luisfernandoortega/docs/dolores_dorantes

sábado, enero 14, 2012

Poesía, etcétera: puesta a punto


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Odio a la poesía

. . . . —La pérdida de rumbo del verso tradicional, el fracaso de su «mantenimiento», el fracaso de sus «modificaciones», el fracaso de su destrucción a manos del verso libre, el de la posterior destrucción del verso libre, la «época de la variedad», el agotamiento de las formas de contar la destrucción de la tradición mediante diferentes formas de memorizar la tradición, cuanto las matemáticas del ritmo ayudan a desentrañar de la poesía llamada «moderna», todas esas cosas están acabando por llevar a una crisis que no es ya sólo crisis de versos: es odio a la poesía, tentación de negar la poesía, de eliminar la poesía.
. . . . Hay un vínculo natural entre, de un lado, la disolución de las relaciones privilegiadas que hace tiempo mantenían verso, prosa y lengua y, de otro, la angustia que reina en lo que respecta a la posibilidad misma de escribir y, ante todo, de escribir poesía.
. . . . El «odio a la poesía», el requerimiento por el que se intima a la poesía a que desaparezca, nacen, en primer lugar, del hundimiento de un sistema de referencias largo tiempo admitido de manera implícita por todo el mundo; en segundo lugar, de la imposibilidad, ya innegable después de más de un siglo de esfuerzos en tal sentido, de encontrar a cambio otro dotado de idéntico rango de muda universalidad, es decir, uno en el que la gente se reconociera sin tener conciencia de estarse reconociendo en él.
. . . . Al poeta, ha escrito el doctor Lacan en algún sitio con desdén, «se lo comen los versos (“les vers: versos/gusanos”)». Es cierto. Aunque no sólo a él. Y lo sabe. Pero ha cometido un pecado imperdonable. No ha guardado intacta «la vieja manera de decir» que no todo puede ser dicho. Por tal razón ha sido si no reducido al ostracismo, por lo menos condenado al silencio, puesto en ridículo. Y os echáis ciegamente en brazos de las «métricas de sustitución»: en los del psicoanálisis, por ejemplo.

. . . . —Yo no.
. . . . —No estaba hablando con usted.



Desaparición (comercial) de la poesía

. . . . —Con todo y eso.
. . . .—Es imposible que un libro de poesía tenga de inmediato muchos lectores. Se necesita tiempo para leerlo. Cada voz de poesía es singular, no es posible que sea completamente aceptable para muchos de manera simultánea, a menos que
. . . . a) se haya convertido en voz del pasado
. . . . b) se haya interpretado mal su sentido
. . . . c) lo sea porque transmite alguna otra cosa (algo que no puede ser dicho en ningún otro sitio, por estar prohibido).

. . . . De lo que resulta que aun cuando el conjunto de libros de poesía estuviera haciendo, globalmente, un buen papel comercial, cada poeta no podría hacerlo de manera individual y la poesía, en consecuencia, seguiría sin adaptarse ala situación actual.



Que la poesía es difícil (fragmento)

[...] La poesía ultracontemporánea presenta aún otra característica, que da origen a una dificultad real, muy distinta de lo que corrientemente se entiende por  dificultad (vocabulario, construcciones, formas, presentación, ideas,…): si se toma en consideración lo que representa la memoria, la hipótesis de la memoria implica que la poesía se adelanta a los cambios que se dan en la lengua (el tiempo de la poesía es también un futuro anterior), los anuncia, incluso es posible que participe en su eclosión.
. . . . Puesto que la poesía contiene el futuro de la lengua, la lengua parece rara, insólita, difícil, en la poesía del presente.
. . . . La lengua parece rara en la poesía ultracontemporánea porque en ella muestra ciertos rasgos propios de su futuro.
. . . . La lengua parece rara en la poesía ultracontemporánea porque en ella muestra rasgos olvidados de su pasado.
. . . . La poesía preserva el pasado de la lengua en su presente. Da una imagen agustiniana de la lengua.
. . . . La poesía devuelve un sentido olvidado a las palabras de la tribu.

. . . . —Muy elocuente se nos pone usted, así de repente.



Jacques Roubaud
Poesía, etcétera: puesta a punto
Traducción: José Luis del Castillo Jiménez
Hiperión, 1999.