jueves, septiembre 07, 2023

Dos poemas de Alfonso D'Aquino

Cifra

Dos alacranes / dentro de un frasco / giran en vano
sin encontrarse

Cuando oscurece / se desperezan / cruzan el cuerpo
sus pinzas prensan

Punza su prisa / sus candelabros / iluminados
rayan el vidrio

Tienen doblados / los aguijones / fingen que duermen
lo que no comen

Un sello negro / rubrica el vidrio / el otro es fuego
de rojos cirios

Entrelazada / cruz de venenos / de animal ciego
y alacrán güero

Brilla la luna / dentro del frasco / fina escritura
de torvos rasgos





Plantas carnívoras

...the seely fly...
Thom Gunn

I

Hablamos de las plantas insectívoras carnívoras
Silene muscipula comemoscas
Más pensadas que vistas mas deseadas
Dioneas de dobles hojas y cuatro labios rojos
Más soñadas que vistas mas deseadas
Nepentas o trompetas que me llaman del fondo de la sombra falsas mentas

En cada lóbulo del limbo una fila de denticulaciones agudas
Droseras de miel aceda y agrio rocío
Y en su cara superior pelos secretores siempre verdes
La materia viscosa sombría disuelve en los labios la mosca mentida
Más deseada que vista presentida

Lenta dulce mente dulce menta dulce muerte



II

Ve los ansiosos movimientos de la mosca
en torno de la flor
y el giro voluptuoso de su imagen
antes de su precipitación inminente
en el agua mortal
de la translúcida copa de la nepenta

Como una diminuta perra en brama
entre los labios violáceos de una hoja
atraída por el néctar producido por la planta
y la embriaguez en la que cae una tras otra

Ve su prisa malsana
esa ansiedad de insecto por morir disolviéndose
entre los labios de la flor vibrante

Ya en el abismo mismo de su cáliz
desde antes de caer
                                 su sombra dentro
su silueta lenta
y en sus alas inmóviles
                                       ese brillo inefable
en el que se deleita



III

Oscuras plantas que emiten reflejos destellantes

Drosera pinguicula
hojas que atraen a sus víctimas
con la revelación de su naturaleza divina

Sarracenia purpurea en la belleza
sutil efluvio de una música embriagante
de acordes ominosos y ritmos opresivos
que desatan el baile

                                  En ellas rezuma
un fuego subterráneo
convertido en íntimo rocío
que atrae a estas bestias minúsculas
al pantano del sueño y el olvido

Y los salvajes insectos
                                     en el pálido verde de las hojas
luchan contra su sombra
y la devoran

                      En el pétalo que sabe
la mosca se sabe mosca



IIII

A flor de flor
la mosca labio a labio
se disuelve

Y en la piel de la flor
las patas se le pegan forcejea
se yergue
                abre y cierra los párpados
cae de espaldas
                         se pierde

Y en la piel de la flor
alas sueltas y uñas
restan signos y rastros
y enceguecidamente
sobresalta
                 y su cabeza rota
cae
         al ver-
de ensueño
del inframundo verde



V

Esta es
la colección de
insectos
              de cada día

Al interior de las flores
de rocío
              las moscas
de lirio

Siniestros
                 caracteres
a lo largo del tallo
donde la dulzura
                            del animal
y la crueldad
de la translúcida flor
otorgan flexión
y movimiento
                        a cada rasgo

Nitrógeno nutriente
uña a uña
                los ojos
tras el vaso
diente en diente





Alfonso D'Aquino
Nostalgia de Sirio
Ediciones Odradek, 2023

lunes, agosto 07, 2023

Cuatro improvisaciones de Arturo Carrera y Gerardo Jorge


"Con las manos vacías"

El trabajo de la historia y la gestión de la cultura adocenan, borran los desvíos, otorgan títulos e incluyen en la "marranada", jerarquizan incluso a suicidas, marginales y desertores, presentan como estrategia lo que no lo era; pero Williams escribió en una notita para Paterson que su libro era

     "una contestación al Griego y al Latín con las manos vacías".

     Presentar un poema con una expresión así, propia de una comida o de una chanza, "con las manos vacías" como quien dice "¡no vengan con las manos vacías, eh!" o "¡de acá no se va nadie con las manos vacías!", es ya un reverso de aquella política. El médico de pueblo se quejaba de las exhibiciones eruditas, del culto a la antigüedad en la poesía moderna cosmopolita, y quería más bien penetrar en qué era ser "americanos", evocar una presencia, recrear la inteligencia de una tierra brotada de poemas-flores, de asfódelos, crisantemos y cosas concretas como botellas y carretillas arrojadas sobre el campo o en el fondo de una casa.

     Como si dijéramos: plantear una concepción del poema desde la desposesión. Flores que rápido mueren, la imagen de las manos, su vacancia, nos recuerda el comienzo y también la reacción frente a algo que amamos, pero se escapa.

     Y sin embargo, más allá de todo tesoro, de toda acumulación, esas manos vacías también son capaces de incluir el mundo y la historia. Porque los cargan en los callos, en las líneas, porque lo soportan, es cierto: pero sobre todo por su franca disponibilidad:

     contestar con las manos vacías, como quien da una poesía-mano, es ser capaz por eso mismo de ir al encuentro, de asir lo que haya, de abrazar algo ignorado.





"Estética de momento límite"

Hay poemas que ofrecen su estética de momento límite; de a momentos, como sucede ahora, advertimos que estamos escribiendo en un momento límite; y que los poemas tienen algo que le falta a la lengua; tienen esa mínima parte de acción que refuerza a tientas nuestro apoderamiento de la realidad en este mundo. De manera que, con un mismo movimiento de helicoide que sube o baja o se deshace, entrega en la luz, ciegamente, imagen por imagen, eso que nos retira a cada instante del mundo: esa parte de la lengua que se exilia en el misterio de las hablas y que le falta al misterio de cada uno. Pero también nos estrella contra otro dominio del lenguaje. Ya no la "poesía" entre comillas sino su pérdida; ya no el saber sino los incontables sujetos; ya no la palabra sino su rumor en el agua:

     poética de quien disuelve su cuerpo en la lucha ultrapolítica, en el sitio poco esperanzado de la revolución y el compromiso.

     ...en un tiempo de amortajamientos, el poema nos quita las mordazas;

     en un tiempo de vendettareivindica para la poesía ese aspecto que debería volver a situarla en los fundamentos de la humanidad:

     único vínculo crítico entre el ser humano y su entorno.

     Poesía más en su acción, en su Arte de la Vida, que en su inacción de vida poética en incierta potencia: la de la literatura que se jacta de sí misma, vanidosa.

     Para cada lector, para cada adolescente de provincia, para cada perdido prójimo, ubicuo y sin embargo siempre presente, la lectura de poemas ofrece un "antes" y un "después", o lo que es más misterioso: efectos que preceden a las causas.





"Apoyar el oído,"

estar atento, disponible: pero apoyar incluso como auscultando algo, en ese punto donde la escucha deviene tacto, de tan cercana. Donde el código se pierde y a la vez se encuentra.

     De apoyar el oído se trataba. Eso decía Leónidas. Otro poeta de su galaxia, Zelarayán, decía que "salían cositas" al hacerlo: gritos, ridiculeces, creaciones del habla, objetos encontrados, condensaciones de vida en el lenguaje que son una y otra vez el material y recuerdan la relación del poema con la lengua viva, su operación sobre ella. Incluso un poeta alejado de los bares, de las calles, del idioma y del ánimo de estos, escribió que debía "conocer el habla del lugar", hablando del poeta moderno.

     Pero no la simple copia, no la imitación de rasgos característicos, no el coloquialismo ni el costumbrismo ni ningún otro "ismo", sino la atención para la maravilla del hecho social, del genio anónimo del "inventalenguas", como llamó Haroldo al pueblo. Invención sólo accesible en la mixtura, en la distorsión, en la escucha amoral y desprejuiciada.

     Apoyar, apoyar el oído, pero para escuchar ruido también, el lado vedado de la materia verbal y sonora, negado por el control y la significación, por los diques del uso y del impacto. Escuchar un tiempo, una época, un "río subterráneo", pero escuchar también el eco, el cuerpo de las palabras, su vacilar entre sentido y sonido: lo que sobra en lo que se dice y pasa.

     Y abrirse a la multiplicidad de las escuchas, a un arte de la escucha, a un repertorio de maneras de escuchar: una escucha atenta y otra "profunda" (como la que teorizó Pauline Oliveros), una escucha casual o distraída, y otra minuciosa, casi de investigación:

     oteo y entrevista, noticia y confidencia: nombres, técnicas para una recolección que responde a una pasión insistente: la curiosidad por el tesoro siempre esquivo de la historia y los sentidos.

     Y una señal más, de alerta y liberación: que no se trata sólo de hablar o decir, que no siempre se trata de las palabras "propias"; que palabras y sonidos son "segundos" y los ruidos vienen bajando por una cascada de clases, de ciudades, de migrantes, de acontecimientos y también de sílabas e historias a los que atender, por los que dejarse atravesar, para darles y darse un nuevo aliento.





"Útiles, quiero decir,

fuera de los museos", escribe John Cage sobre las obras de Joyce, Duchamp y Satie que lo han acompañado a lo largo de su vida, que no quedaron con el tiempo reducidas a la condición de "arte". "Todo el resto se ha convertido en arte", insiste, y el arte --en tanto esfera, institución o mundo separado-- no importa, porque pertenece a una mentalidad superada, a una vivencia que le ha quitado influencia y sentido.

     Quiere decir Cage que es útil el arte, o que el arte es un útil, una herramienta, porque cambia la percepción y enseña a estar atentos, y empuja a experiencias de la verdad. Es cierto: hay que abandonar la persecución de un efecto para eso, habitar un desencuadre constitutivo, que equivale a libertad para imaginar. ¿Pero no es acaso esa gratuidad, esa "suspensión" que le corresponde como al sueño, no es su operación irreductible a lo inmediato lo que permite que acciones llamadas "poesía" devengan --eventual, duraderamente-- mapas, cartas de navegación, puntos de referencia para un comportamiento, estructuras de la mirada, o incluso entretenimiento, juego en un sentido arcaico y social? En una época que parece desgarrar nuestros cuerpos, su misma inserción en el espacio, ¿no es una técnica que insiste en la presencia?

     Poema útil, entonces, poema utensilio, sacado poema de contexto para un uso "no permitido", como gran parte de nuestros géneros y técnicas del saber precisan hoy ese movimiento; poema asa, poema ariete, poema muestra pedestre de un idioma para hablar, de una sintaxis, inalámbrica técnica para reponer lo lejano. Lugar de trámite para asuntos que ningún método puede abordar, poema no igual a su condición de cosa, poema sin identidad, poema resistente a la genuina reducción instrumental del fetiche y la "autonomía", poema vehículo de un proyecto de ser.





Arturo Carrera y Gerardo Jorge
Polvera de las enciclopedias
Mansalva, 2023

viernes, julio 28, 2023

Cuatro poemas de Berta García Faet

Etzibo

iba yo en el siglo XVII
canturreando popular unas andolas
cuando me vi cercada por mentirijillas

mentirijillas de los hombres
mentirijillas de las mujeres
mentirijillas mías maguer
al principio no lo columbrara!

y qué hice? etzibar suspiros
y etzibo mi canción

remacho castros trapisondas
y mi verdad íntima

y no tengo más
que seguir con mi vía

iba yo en el siglo XXI
etzibando suspiros
cuando me vi cercada por mentirijillas

y qué hice?

etzibando suspiros
estudié de qué sueños están hechas o a lo menos farcidas
las mentirijillas metomentodo
estudié mis sueños estudié el "mis" del "estudié mis sueños"
estudié cómo no voyme a estudiar

he farcido mi silabario
con los pasados remotos de la humanidad y de mis vuelcos

que yo voy masticando
como lascas de viáticos
he farcido mi silabario
con lo que no me columbro con lo que me pescudo
he farcido mi silabario
con apetito de belleza y adelante
he farcido mi silabario
con un afán: belleza verdad y mi destino!
he farcido mi silabario
con lo que me supera
en fuerzas
y se sale
del propio silabario porque es mucho!

y qué hago?

etzibando suspiros

me etzibo y vivo y compongo esta canción
que sabe más que yo

que sabe más que yo!







La tarde canta
pitayas a las doñas.

mi midons va lirando:
quiero una laranja!

yo decidora de amor:
yo quiero ser la laranja!

--se puede tal vez --me dice
el lomo de la montaña
salt & pepper, no tarde--
trocar pitaya en laranja.

si comes, mi om, los limones
de los peligros
y las granzas.

y sin las lástimas!

limoncito del vedado.
de la escarpa.
y lo cantas.

liras para mi doña
si se pone la rosada.

liras para mi doña,
si raudalada.

si se pone la rosada,

mi doña,

encaprichada.

mi doña que es tan lindera
y yo la arrojada.

si se pone la rosada.







(transcribo la letra de mi canto
en esta hoja de arce para los que vengan cras

la transcribo puesto que pienso para mí
que habla una verdad

no porque mi canto sea mío

tal vez lo sea

se avino a mí
se avino solo

solo desde su región

y al nadie estar solo
muchas largas veces me he dicho que no cabe
sino creer que el canto viene de lo que ignoro
para estar conmigo

los que vengan la podrán hablar y será una verdad
o un acompañamiento

musical

sin más la transcribo junto a una conversación
con una hierbadelasno

hierbadelsasno que era mitad dibujo amarillo de flor

mitad hamadríade
de un chopo que amo que vive

más otra conversación
de esta con una luciérnaga
junto a lo que hice yo mientras

conversaciones lentas que dan cuenta
de cómo creció mi canto

por si place a los que gustan
de escuchar historias ciertas

y entreabiertas)







Mi vida es mágica
voy a morirme y es mágico

canción visible
que te pinchas con la rueca de la noche pero soy yo
quien sangra

quemar terciopelo

darle la vuelta al eco

soy mágica







Berta García Faet
Una pequeña personalidad linda
La Bella Varsovia, 2021

viernes, julio 21, 2023

Tres poemas de Mario Montalbetti

Cuando los dioses tenían cabezas de animales

Cuando los dioses tenían cabezas de animales
todo era más fácil.

Un dios con cabeza de chancho:
uno podía entendérselas con eso;

uno podía vivir en los grandes espacios
que se abrían al lado del chiquero.

Luego se hicieron humanos y habitaron
entre nosotros. Y no supimos quiénes eran.

Andan, ahora, dicen, adentro, en nuestras almas,
donde nada es claro.

¡Ah! Dios,

a que no te haces hombre otra vez

y nos vemos a las 6 en la huaca

sin lenguaje

sólo con un cuchillo en la mano
y terminamos esto de una buena vez.





Notas sobre el tercer vodka

I

Gira el colibrí negro en torno a un níspero
emitiendo un chirrido ininteligible.
Yo creo poder adivinar lo que dice.
Dice, digo: es un níspero.

Comparado con el colibrí, yo estoy inmóvil.

Cruzo las piernas y anoto en mi libreta
algo igualmente ininteligible. El colibrí,
girando, cree poder adivinar lo que escribo:
escribo, dice: es un cienpiés.


II

Barcos cargueros en medio de la calma.

Comparativamente yo estoy inmóvil.


III

el colibrí es un inútil de escritorio





Matema
(para Mica)

Tengo la sensación de haberte visto en una vida anterior.

Yo estaba sentado en una habitación vacía
y pensé: debe haber una vida después de la muerte.

O eras una liebre corriendo sobre un campo nevado.





Mario Montalbetti
El cuatro está solo
Tusquets, 2023

viernes, julio 14, 2023

Yoga

 
En la clase de Yoga
todos usan ropa blanca.
Lo fundamental son las medias
que también deben ser blancas
o muy claritas.

Las mantas deben ser blancas
o claritas
y aún nadie sabe si se puede usar o no una toalla.

La profesora viste de rosa,
y debe ser
porque ella es la profesora.
El salón es hermosísimo, enorme.
El piso es blando y los alumnos
no precisan usar colchonetas.
¿Para qué usarlas si el piso es blando?
Y no es que sea mullido
pero no duele al hacer los ejercicios.

Los horarios son flexibles
y la cuota es accesible.

Hay cinco puertas ventanas
que comunican al salón
con un jardín de pinos y enredaderas.
Los pájaros no entran
y cantan desde la puerta
o desde la rama.
Todo es un bello paisaje de pinos, piernas y brazos.
De cabezas relajadas que caen hacia adelante
y se deslizan por encima de los hombros hacia atrás,
y luego hacia adelante.

La voz de la profesora es
clara y modulada
porque así todos pueden hacer los ejercicios sin mirar
y si alguien no entiende
sólo mira hacia el costado
para ver lo que lo hacen los demás compañeros
y una vez entendido,
se vuelve a cerrar los ojos.

De la posición de sentados
se pasa a la de acostados
curvando la columna,
apoyando vértebra por vértebra sobre la manta
y así se llega
a la fase de la relajación,
que es la parte más difícil,
según la profesora.
Los ojos deben estar cerrados
pero algunos los abren un poquito
y los vuelven a cerrar.

La tristeza y la felicidad
se funden en una sola invocación,
Ooooooooooommmmmmmm,
tres veces
cada vez más profundo y más largo.
La o vibra en el corazón
y la m sacude todos los pensamientos
vibrando a la altura de la hipófisis.

Los bolsos esperan a cada dueño contra la pared
y se dejan llevar
más livianos que nunca.
Lo blanco resplandece sin hacer doler a los ojos
porque ahora es el reflejo de una luz que sale de los ojos.
Las mantas están secas,
los cuerpos frescos
y más descansados que antes de comenzar la clase.
Las medias están secas y limpias también...





Fernanda Laguna
Yoga
Belleza y Felicidad, 2000

viernes, julio 07, 2023

Tres poemas de Luis Arce

improvisación 30

Un bote carente de remos.
Acercándose a la orilla.
Sin embargo lejano.
Lleva dos personas: un recostada, otra de pie.
La primera está mirando por detrás de su sombrero
a la pequeña luz que averigua en el faro.
La segunda traza surcos en el agua.
Desde la orilla, se acerca un hombre y me pide no mirar tan fijamente
aquella imagen.
"La desolación y el entusiasmo habrán de conducirte a la locura", repite
mientras su mano extiende piedras en metralla
contra el aluminio de un barco en ruinas.





improvisación 51
(Vik i Myrdal, Islandia)

Incapaces de sustituir a los ángeles,
las gaviotas entran en el agua
a velocidades que asustarían a pájaros más coloridos
pero menos notables.
Los peces que se extinguen a la altura de sus bocas,
cada uno partidario de la ecuación mortal,
habrán de contarle a sus crías
sobre las terribles criaturas aladas que aguardan en las alturas.

A medida que entra en el agua,
la sombra del demonio se oscurece,
hasta que ya no hay sombra
y el insoportable batir de sus alas
tintinea en los átomos de hidrógeno
con el timbre de una cuerda de guitarra cuando revienta.

En la casa más cercana a la orilla,
una mujer recibe a los invitados vistiendo un delantal sucio de vísceras y escamas;
siempre cuenta una historia sobre marineros,
pero me cuesta imaginarla.
Esta organización escueta de olas y rocas
no guarda las huellas de aquellos que aquí naufragan.





improvisación 75

Renuncié a todo. Al trabajo, la familia, los Kinks, todo.
Renuncié a Schopenhauer y con él también dejé las vitrinas
averiadas por francotiradores. Cuestiones aparte,
la mano que tiñe la estantería no es la misma que la crea;
tenemos todas estas dificultades, cada uno se las apaña como puede,
y luego, cuando no queda más que deslindarse de lo dicho,
anotamos en sueños que seguimos adelante,
pero renunciando, de la manera más prudente,
a los ejemplos de convivencia que adquirimos en la televisión,
a las normativas del abecedario y a los formatos predispuestos por el entendimiento
de una escena: una línea que divide las cosas según su peso,
primero aquellas que parecen inevitables:
tropiezos, movimientos de lengua alrededor de una goma de mascar,
el camino de ida, donde se escribe esto,
para encontrarse con la inevitable continuidad
del drama necesario, las pausas de un día amoroso,
y el nefasto hecho de saber que no hay absolutamente ningún progreso,
con nada,
con nadie,
en ninguna parte.





Luis Arce
Improvisación sobre motivo
Juan Malasuerte, 2022

miércoles, junio 21, 2023

Cuatro poemas de Gary Snyder

Lluvia en Alleghany

de pie bajo la tormenta de truenos
goterones de agua
            --verano polvoriento--
bebemos cerveza después de conducir
toda la ruta de
            la cuenca de los ríos

laderas rocosas y coches abollados
es una tierra delgada y extraña
como la mano gastada de un minero
            & cómo nos gusta
tomamos cerveza y lluvia,
al parar en el camino,
en Alleghany

Alleghany California, hogar de la Mina Sixteen to One





Bistec

Allá arriba en el risco, las "steak houses"
llamadas "Las brasas"--llamadas
"El hogar"
con una vaca con una sonrisa disney en el letrero
o el orgullo del ganadero--una gran
foto a todo color de un semental Hereford
encima del letrero
su sangriento músculo rebanado
            se sirve;
            "poco hecho"

La Cámara de Comercio come ahí,
el conferenciante de visita,
ganaderos vestidos con trajes Denver,
expertos japoneses-americanos en nutrición animal
            desde Kansas,
            con abalorios budistas;

Y abajo junto a las huellas
en el barro helado, en los terrenos de pastoreo,
alimentadas con grano excedente
(la tierra estafada)
las vacas pacen--
sobrealimentadas.
Humean, patean,
pestañas largas, piensan con lentitud
al ritmo de su
respiración,
helada--despreocupada--
cielo de las praderas temprano por la mañana.





Dos cervatos que no vieron la luz esta primavera

Un amigo en un tipi en las
Rocosas del Norte salió
a cazar ciervos cola blanca con un
.22 y acechó a la manada
que dormitaba, disparó
a lo que él creyó que era un macho.
"Era una hembra y llevaba
un cervato".
Curó la carne sin
sal; la rebanó en el sentido
de las fibras.

Una amiga en la Sierra Norte
atropelló a un venado con el coche.
Se plantó tranquilamente frente a los faros,
"Y cuando la abrimos
tenía un cervato --así de largo--
tan pequeño--bien formado.
Tenía manchas. Y sus pezuñas pequeñitas
eran suaves y blancas".





Incendio de control

Lo que los indios
aquí
solían hacer, era,
quemar la maleza todos los años.
en el bosque, arriba en los cañones,
dejando al roble y al pino en pie
altos y limpios
con hierbas
y kitkitdizze debajo,
nunca con suficiente combustible
como para provocar un incendio.

Ahora, manzanita,
(un fino arbusto por derecho propio)
se amontona debajo de los nuevos árboles
que junto con el azote de la explotación forestal
y un incendio pueden liquidarlo todo.

El fuego es una vieja historia.
me gustaría,
desde un sentido de orden útil,
y de respeto a las leyes
de la naturaleza,
ayudar a mi tierra
con un incendio, un incendio
caliente y limpio.
               (las semillas de manzanita solo se abrirán
               tras un incendio
               o una vez digeridas por un oso)

Y entonces
Se parecería
más,
a cuando pertenecía a los indios

Antes.





Gary Snyder
La Isla de la Tortuga
Traducción: José Luis Regojo
Kriller 71, 2017

miércoles, junio 07, 2023

Ocho cantos y conjuros de mujeres tzotziles


Canción de cuna

¡Duérmete, pichita, duérmete!
Tu tata está borracho.

Y si me viene a pegar,
me voy a escapar al monte.

Duérmete, pichita, duérmete.
Si llorás va venir el Pukuj.

Allí viene ya.
Viene ya tu tata;
tu tata, el Pukuj.

(Petra Tzon Te' Vitz)





Encanto para no tener que ir al otro lado

Toma en cuenta, Kajval,
que te estoy hablando.
Te traigo humo.
Aquí te doy tus flores.

Toma en cuenta, Kajval,
qué tanto me vas a dar.
Los otros tienen caballos.
Tienen borregos.
Tienen gallinas.
Tienen camiones.

Toma en cuenta, Kajval,
qué me vas a dar.

No quiero trabajar en ninguna finca.
No quiero ir a otra casa.
No quiero ningún trabajo lejos.
No quiero ir a Los Ángeles.
No quiero ir a La Florida.

(Xunka' Utz'utz' Ni')





Conjuro para la pexi cola

Recuerda a la gente que me tienen que comprar.
Que no vayan a ir a la otra tienda.

Mándame clientes, Kajval.
Con harta paga, Kajval.

Quiero vender mis cigarros uno por uno,
las galletas, los dulces, la sal.

Que tomen los refrescos;
que no estén aquí enfriándose nada más
porque se oxidan las corcholatas.

Que no se vaya a agriar tu rocío;
que no se vaya a podrir el panta, la pexi.

Que me mantenga el Refresco como un hijo
que trabaja para dar de comer a su madre.

(Loxa Jimenes Lopes)





Canción de la martoma

Sus musiqueros están unidos.
Los quemadores de incienso están unidos.
El que reparte el trago.
Las que hacen las tortillas.
Su cargador de flores.
Todos sus hijos están juntos.

Ya canta su arpa.
Sus sonajas están contentas.
Ya estamos en tu alegría.
Ya brilla blanca ya tu cara en flor, Kajval.

(María Patixtán Likán Chitom)





Para sembrar la tierra

Voy a dar un azadonazo en tu cara, Tierra Sagrada.
Voy a meterme en tu cuerpo.

Voy a enterrar tu santo cuerpo.
Voy a meterme en tu carne.

Voy a sembrar mi milpa.
Voy a sembrar mi trabajo.

La mitad de mis padres,
la mitad de mis madres,

cargan en sus manos,
cargan en sus espaldas,

algo que está vivo,
algo que está completo.

Sus redes están llenas,
sus morrales tienen cosas adentro.

Les pesan sus costales
cuando van por donde andan.

Voy a dar un azadonazo en tu cara.
Voy a meterme en tu cuerpo.

Quiero que llenes mi jícara, Tierra Sagrada.
Quiero que llenes mi olla.

(Jwana te la Krus Posol)




Cena de los muertos

Abran sus tumbas,
abran sus ojos,
padre muerto,
madre muerta:

Vengan a descansar sus corazones.
Vengan a descansar su sangre.
Ya llegamos a su fiesta.
Vengan a recibir sus ocotes
para alumbrar su camino
a nuestra casa.

Vamos a comer.
Vamos a beber
un poquito
su atole,
su tortilla.
Y un traguito como antes tomaban
para mantener su mirada.

Ya no nos vamos a ver.
Ya pasó el tiempo en que comimos juntos
en su mantel de la Tierra.

(María Álvares Jimenes, Me' Avrila) 






Para que el murciélago no muerda al borrego

Hay un murciélago, Kajval.
Hay una mariposa negra
que llega con el viento
y acaba la oreja del borrego.

Culebra mariposa animal.
Deja su lana colorada de sangre.
Sangre su lomo,
sangre su espalda.
Le muerde el corazón, Kajval.

Cierra sus ojos con seis ocotes.
Ciégalo con humo de incienso
para que no mire los borregos,
para que no muerda tus sembradíos.

Tapa su camino del murciélago.
Guárdalo en su caverna,
en el corazón de la piedra.
Que pase al vientre de la montaña.
Que se vaya entre la hierba, Kajval.

Es de puro envidioso
que nos muerde la sangre.
Tapa el camino de las peñas,
de la mariposa, del murciélago, Kajval.

(María Tzu)





A la Madre del Viento

El viento camina por la milpa.
Detrás del viento camina el hambre.

El viento tumba el maíz.
Lo deja todo tirado en el suelo,
porque la Mujer Viento tiene su corazón carmín.
Es una envidiosa,
una ladrona que pasa comiendo elotes.

Pero mi milpa no es la cena del aire.

¡Detén el viento!
¡Detén la nube!

Y si todavía pasa el viento,
que venga por la espalda de la milpa.

Si viene el pulgón,
que lo pare en su camino.

Si hay una Madre del Pulgón
o Padre del Pulgón,
mándalos por otro monte.

Porque ¿qué voy a comer
si no hay mi comida?
De puro maíz estamos viviendo, Kajval.

(Petú Bak Bolom)





Conjuros y ebriedades. Cantos de mujeres mayas
Padremadres del libro: Ámbar Past, Malik Guzmán Bakbolom y Petra Hernandes
Taller Leñateros, 2010

domingo, mayo 21, 2023

Tres poemas de Rafael Espinosa


Día Nacional

Solo conectarse por medio de un vello en el escroto
a una máquina de sueños para ganar todas las partidas
de bridge en un crucero resulta más idiota
que reconocerse peruano. Prefiero entretenerme
observando a las hormigas ejercer su identidad
local en sus palacios de troncos donde el tiempo es una rama
de bonsái e intuir que las ballenas pierden su ser
patrio apenas retoman su ruta ártica. A veces,
como soy miraflorino, me ocurre ver el mar del distrito e imaginarlo
inconmensurable, como si estuviera en ácido; pero
ni en marcha reversa lo llevo a bañar los glaciares andinos
ni lo cuelgo en los enormes árboles de la selva,
hiriéndolos con una angustia horizontal. La
más redonda de sus gotas no aglomera
todas las nevadas de altura, menos contiene los augurios
de la red de chirridos amazónicos. Sería
confundir la parte con el todo. Y ciertamente
el Perú es un todo, con muchedumbre de pisos
ecológicos que soportan el dolor de un número
todavía mayor de brazos y piernas. Rember es uno,
yo otro, el heladero que convoca a los niños todavía
otro más y a los tres un viento segregacionista nos podría insultar:
"sal del césped", "blancón", "cusqueño que turba la siesta
de Lima con su bocina para vender helados". Decirnos
que solo muertos, en fichas, somos los tres el todo peruano.







De Amados transformadores de corriente (fragmento)

Es paja salir de la casa de la madre
entre los trajes folklóricos
de las buganvilias
y ver el parque surcado
como un aburrido imperio
por flotas de bicicletas y balones.
Adentro, al lamentar el fin prematuro
del verano, comprobamos que nosotros mismos
ya estábamos muertos, y pese a ello ahora
puedo mirar las casas-buque
y prender un cigarrillo.
Es cool, estando muertos, saber
meter los cambios con propiedad y acelerar el coche
a fondo hasta parecer un ovni conduciéndonos
hacia goces renovados.
Pero qué estoy diciendo. Un ovni
hiperkinético siempre conduce
hacia una foto trucada. ¿O
precisamente eso es lo que quiso
decir visitar a mi madre,
cuando repasamos en la sala todas
las formas en que las vidas se arruinan
igual que los arqueólogos emotivos?
Tal vez quiso decir que debía
hacer del desposeimiento una alabanza,
del bloqueo del futuro, ímpetu
y agradecimiento;
una pura fuerza hidráulica.
No sé. Estoy confundido. Una madre
es un crucigrama. Existe, se muere
y vuelve a existir con la apariencia
de una frase que no podemos completar. Nos acaricia
la cabellera por cinco siglos enteros
y un buen día nos deja a nuestro albedrío
frente a los ojos poligonales de los jefes.
Otro domingo de verano, como este, nos deja
libres frente al parque,
extraños, con una respiración branquial.

Estoy aturdido, frente
al cemento humano. Pero desprovisto
del talento para convertir
mi perplejidad en un arte de amar.
Me doy cuenta que amar es lo más distinto
posible del modo que funciona
una rutina de gimnasia olímpica.
No se trata de armonía --eso
sería bienestar, resolana y ropa fresca-- sino
de un desajuste, de una falta
de aptitud para fijar grados correctos
y de nubes y de ojos que debido a ellas cambian de colores.
Debe incluir dolor, aunque revestido
en acrílico brillante. Así
el cello que el grillo obsequia a todos
en la noche es un raspón de los litros, casi una
herida en su cuerpo. Y el chirrido
no calla, está aquí y está allá, tanto
que su diseminación resulta inextensa.
Tal vez el grillo dice que amar más que amar,
es perseguir.
Perseguir lo que ya está acá;
un barrendero en la cuadra
en su rastro de contingencia.
La contingencia es un área de bosque
protegida, digamos su enigma,
y aunque podamos conversarle
e invitarle un cigarro, lo vuelve
inabarcable y remoto. "Caminando rema".







De Amados transformadores de corriente (fragmento)

Hablo con mi hijo dormido.
Sabio como todos los bebes, me mordiste
en la mejilla apenas te brotaron
los incisivos para decirme
que un hijo no aguarda ninguna respuesta
de un padre. En días que resplandecen
mucho el hipotálamo o el sol
esa hendidura brilla como un retazo
de Nomex. Me recuerda que ni incluso
mi muerte te aclarará lo que el mundo
foliar solo distribuye en luz y sombra.
A pesar de todo, hoy dos avispas
volando tan juntas como si estuviesen
bailando perreo me pidieron comunicarte
un consejo. Hablo dormido, escapado
del ego del tiempo, donde yo puedo ser
tu hijo y una luna vespertina nuestra madre.

Gusta del océano. Si lo contemplas
verás no solo un esquema visual, sino
el trance en que la vista se torna
en consentimiento, consentimiento,
hasta de morir. Si lo escuchas
conocerás un murmullo melodioso
en el callar, de donde nace el regalo
de hablar. Si corres una ola
y afrontas su abismo,
sabrás del desamparo del alma
pero el reinado del cuerpo.

Gusta de los mercados. E inclusive
de los supermercados. No tanto porque
el tránsito siempre es deleitoso
y visto desde una toma aérea parecería
un ritualístico pasacalle.
Ni siquiera por las caras tan diferentes
de los compradores, en las que un único
acto de comprar no produce dos gestos
iguales. Ni tampoco porque entre aquellos
que compran alguien halla algo que pasará
del consumo al corazón. Gusta de ellos
pues se compra verdura para seguir vivos, hoy.

Gusta de las calles desiertas. Resuelven
ontológicamente la oposición
campo/ciudad. Traen el campo a la ciudad
y la ciudad, de pronto ante un sembrío,
derrama un champú de movilidad donde
el buey de labranza, reflexivo, defeca
desde hace un milenio; mierda filosófica
que huele bien por añadidura.
Campo intensificado, ciudad florida
donde en cualquier esquina surge
de golpe la sorpresa, una chica con dreadlocks.
El molle, abundante en la urbe
y en los cultivos, es el intermediario.
Es lo que el sistema nervioso puede tolerar.

Gusta del carretillero.
Gusta del skimboard.
Gusta del colibrí andino.
Gusta de las rocas fluviales.
Gusta de los DVD piratas.
Gusta de los CD piratas.
Gusta de Marvin, mi amigo.
Gusta de la soledad.
Gusta sobre todo de aquel goce que no puedes tolerar.

Y

Detesta a los apristas aunque digan
no pactar con los fujimoristas
y a los fujimoristas aunque digan
tener dirigentes de pasado izquierdista.
Ellos únicamente han visto el mar
para prometer colectores o
construir cadenas hoteleras,
arrojar condones al desagüe.

Ceviche, pisco y caballos
de paso para lotizarlo como
un tugurizado mercado de abarrotes.
Y después de odiarlos, olvídalos.
Sé noble porque miras las olas.







Rafael Espinosa
La regata de las comisuras. Antología poética (2007-2013)
Kriler 71, 2014

domingo, mayo 07, 2023

Tres poemas de Ramona de Jesús


Estudio comparativo de la anatomía de las manos en la pintura inglesa

hubo hombres de ideas auténticas y sinceras
dueños de jardines de pájaros exóticos
de botellas de láudano junto a los pinceles
de un profundo desagrado por lo convencional
algunos de ellos
para estudiar la naturaleza
cerraban --con las manos de su amante
en el marco-- la puerta
nacía la pintura:
Beatriz y un ramillete de nardos
que no cavan un hueco
que no se lamen un dedo
no levantan no empuñan ni tallan
la piedra
por esos hombres o en su contra
vino mi padre a enseñarnos a pintar casas
y resanar paredes
era un buen hombre
renunció a ser poeta
poseía como aquellos
un profundo desagrado por lo convencional
y una selección de fotos de Lady Diana
en las que nunca se le vieron las manos





Un plano de una ciudad construida sobre Bogotá

cuando nos fuimos
de casa
no sabíamos
de qué casa era
que nos íbamos
cuando decíamos
que de casa nos íbamos
no sabíamos
que era de casa
de donde
nos íbamos
el día que
nos fuimos
de qué casa fue acaso
que nos fuimos
sabíamos acaso
qué era casa
qué casa
de casa nos fuimos solo para irnos
para que nadie nos obligara
a comer sentadas a la mesa
a cruzar bien las piernas
para nunca más decirle a mamá
que estábamos en el cine
mientras nos besábamos
bajo las escaleras
de la casa
nos fuimos
sin saber que nos íbamos
de casa
sin saber de qué casa
sin saber que era de casa
que nos íbamos
el día que nos fuimos
hoy es de casa que en
las estrías de nuestros muslos
vemos el rostro acaso
hambriento de nuestra biografía
que como cualquier historia
es esta piel que nos contiene
como el gesto de la palabra
contiene su objeto
una frágil cicatriz que se quiebra
si la voz tiembla
si el fantasma de una caricia
no mide su fuerza
para regresar a casa
escribimos:
escribimos
buscando regresar a casa
a qué casa
qué casa es cuando escribimos
sentadas a la mesa mientras
en casa mamá nos hace
las trenzas
en casa
las palomas han hecho nido
entre las tejas
escribimos
para expropiarlas
esconderles los huevos
volver a tender las camas
con las mismas sábanas
de esa casa desde donde
escribimos:
desde qué casa esa casa
qué casa en esta boca
qué palabra
qué ruina sin historia
qué testamento
sino el huevo
de la paloma





Consideraciones sobre el locus amoenus

en ese país
de la infancia
dios estaba
en la crueldad
de las formas
sostenía una vara
y era el metal que
estallaba contra
la cabeza
y el llanto de ese
chivo que era
la música
de un propio
desierto
venidero
como las crías
inoportunas
de los gatos
que en un saco
se tiraban
al cañaveral
dios era el
equilibrio
una tribu
de botas
abriendo
paso
entre
la maleza
manchando las
buganvilias por miedo
a los vivos y no
a los muertos
disparaba
a los perros y en
todo eso dios también
era una voz pequeña
que preguntaba
por el misterio
y respondía a la
insolencia
con una cachetada
porque ese era
el campo
tan plano
y tan superficial
ese era el poema
tan sinuoso
y ufano
como sus habitantes





Ramona de Jesús
Dos metros cuadrados de piel
Gog y Magog, 2022

viernes, abril 21, 2023

Fragmentos de conversaciones con Olvido García Valdés


... hay un momento en que se hace evidente, y hasta entonces no se me había hecho (no sé por qué se hace evidente en un momento, muy tarde, y no antes), se hace evidente que uno es escritor cuando dice que es escritor. Así de sencillo. No hay más misterio. Tú dices que eres escritora y eres escritora. Y mientras no dices que eres escritora, no eres escritora.


*


Yo lo que escribo son esos cuadernos a los que nos referíamos antes, y lo que acaba saliendo de esos cuadernos son poemas. Entonces, la escritura de un poema, la escritura de poesía, efectivamente, requiere, supone un trabajo que puedes llamar filosófico, de pensamiento crítico sobre la lengua, o de adopción de determinadas posiciones respecto a ella y respecto a la tradición literaria, de conciencia crítica, que excluye la ingenuidad, y que va desarrollando una determinada poética, en fin. Pero, en todo caso, ese es un trabajo implícito para mí. Es decir, es un trabajo implícito, que es en realidad el verdadero trabajo. La poesía tiene su propio carril; trabaja con una química y una física que produce cristalizaciones, que hace que determinadas cosas cuajen, tiene sus raicillas raras.


*


Y en cuanto a la literatura, la historia de la literatura tal como se concibe, o concebía, en la universidad española, no me interesa casi nada.

Entonces, una escritura que saliera de ahí, de esa formación, creo que tendría mucho que ver con el conocimiento de las tradiciones, de la propia tradición literaria; conoces bien el siglo XIX, y entonces tú te puedes formar efectivamente como poeta partiendo de eso. Es interesante y creo que es lo que ha hecho muchísima gente. Pero me siguen pareciendo las ramas, quiero decir que no hay... Creo que no hay lo que tiene que haber, que es algo que te pilla a ti como de raíz; y que el conocer la tradición no es suficiente, no te lo da...


*


... realmente de la escritura lo que más te interesa es a dónde vas llegando, no de dónde partes. Es decir, tú partes de lo que sea, pero lo que te interesa es lo que eso va trayendo y hacia dónde te va llevando, conduciendo. En ese sentido, de conocimiento, o de reconocimiento. Es decir, la escritura no es el lugar de lo que ya sabes, sino el lugar hacia el que vas. De reconocimiento en ese aspecto, de lo que te da de ti que no sabías de ti. No benigno, porque creo que la vida no lo es y todo lo que da cuenta de eso, de ella, no suele ser benigno. En cierto modo la escritura consuela, pero luego te deja donde estabas, a la intemperie.


*


... el asunto de la belleza y de lo estetizante no tuvo valor nunca para mí. Lo que ocurre es que eso no es, claro, una garantía de nada. Quiero decir que el apostar por la raíz de la vida o por una supuesta verdad, se entienda por esto lo que se entienda, y que se perciba en la escritura... esa actitud no es garantía de nada a la hora de escribir. De hecho, puede ser bastante pero que la actitud estetizante, que por lo menos tiene un barniz que lleva las cosas a otro sitio.


*


... la asociación siempre digo que es el mecanismo natural con el que para mí funciona el poema, y después viene la segunda parte o el otro mecanismo esencial, que es lo que llamo desprendimiento. Se va desprendiendo de lo que no hace falta. Con esas dos cosas --asociación y desprendimiento--, y con el tiempo, acaba cuajando lo que sea. Bueno, entonces, pon que pasan tres años, que pasan cuatro años, depende en cada caso de los años que sean. Hay ahí bastantes materiales y hay un momento --tampoco sé cuándo ocurre, pero ha ocurrido así hasta ahora-- en que tienes la sensación de que ahí seguramente hay un libro.


*


... ese poema determinado, de quien quiera que sea, en ese momento que lo leo es mío y no... y me da igual, o sea, me da igual cómo haya sido para quien lo escribió; o que haya otro tipo de lecturas posibles, etc. En la lectura yo creo que se entra a saco, absolutamente, y eso hace que seamos, en efecto, dueños de lo que leemos, es decir, que te apropies tranquilamente de palabras, de versos, que te apropies sabiéndolo o sin saberlo. Es decir, que llega un momento en que eso forme parte de ti; es lo más que puede pasarle a alguien que escribe, que se apropien de él. Eso por una parte. Pero eso es, digamos, como la relación con lo que ya está. Y ahí el autor o autora es pura obra, el autor no existe, el autor en realidad hace tiempo que no puede tener nada que ver con eso.


*


Entonces, publicar tarde, aunque no te salva tampoco de lo que con el tiempo puede dejar de interesarte poéticamente, tiene la ventaja, diríamos, de que si hubieras publicado primero, la metedura de pata habría sido mayor. O sea, simplemente amplía esa banda inicial de protección contra la metedura de pata.


*


Éramos poquísimas personas en la sala, quince o así, no había más, y entonces esa mujer --ya muy mayor--, a la que nunca había oído, la había leído pero nunca la había oído, se sentó allí, ante la mesa, con aquel público. Llevaba unos folios grandotes con letra también grande que tomaba y de los que leía un fragmento; era una especie de poética que iba entreverando con los poemas. Un poema, un fragmento de los folios y otro poema. No levantó la vista ni una vez. En realidad leía para sí misma. Era impresionante. Y lo sentí como una especie de confirmación. O sea, la gente que está ahí, sea mucha, poca o la que sea, a ti, ¿qué más te da?, ¿qué tiene que ver contigo? Puede que los conozcas, hasta puede que algunos sean amigos tuyos, pero eso va por otro camino y en otro momento. Ahí, en ese momento es como... aquella señora leía como quien se tira a un pozo.




Los fragmentos de esta entrada son parte de las intervenciones de Olvido García Valdés en su conversación con Miguel Marinas publicada como libro con el título Un lugar donde no se miente por la editorial Libros de la Resistencia en el año 2014.

viernes, abril 07, 2023

Tres poemas de Hugo Gola


el tema del poema
        es el poema
  en los días
          nublados
    en las mañanas
           grisáceas
del verano
  vuelve
        arrastrándose
aquella
             indecisión
        llega
             otra vez
aquel asombro
    aquel resplandor
          que arrasa
               y sigue
el tema
          es siempre
             el poema
aunque hables
               de los árboles
  o del destino
            incierto
   o del pesar
          y el peso
        de los días
  es aquel tanteo
           imprevisible
      el que descubre
       aunque del fresno
              diga su luminosa
                    vibración
o de sus hojas
  su gracia tierna
        es el fervor
          el que descubre
               puro y total
y cuando llegan
           las palabras
     nada te dicen
        sólo habla
             el fervor
       que deja atrás
          todas las
                  cosas 
      y los nombres






  me altera
     y paraliza
        leer esta mañana
  las versiones
    de Pictures from Brueghel
esos poemas
  que sin pausa
    Williams
          fue hilvanando
al borde de la muerte
  tan simples
     y exactos
  vuelven
             una
       y otra
         y otra vez

Brueghel
     entró en su
            adentro
  para salir de él
       transfigurado

    otra vuelta
      quisiera dar
          que suba
              otro escalón
      esa marea
              ahora
    que suba ahora
       hacia este cielo
         y dé otro paso
   hasta nosotros





       me hubiera
gustado
          a mí también
  como aquel viejo
          de Wallace Stevens
en China sentado
     bajo un pino
  refugiarme
   bajo un árbol
         cualquiera
       bajo
       un sauce
  o un fresno
     a reposar
y repasar
         momentos
                       vívidos
  mirar de paso
           pasar
    como aquel viejo
      no las alondras
     que no he visto
            nunca
sino las bandadas
     de patos
           y bandurrias
             renovadas
          sobre ríos y
            lagunas
  en un cielo
          total
  sin una nube

    reposar
mientras el viento
   trae sus voces
     y un silbido
        tenue
acompaña intervalos
        luminosos
u oscuros

           el reposo
  recupera
mas el reposo es
             también
     un salto

estar sentado
      bajo un sauce
  y sentir correr
   el río
aunque no lo veas
   y sentir volar
                 bandadas
            de cuervos
       o caranchos
        alejarse
              alejarse
    sumergirse
        en la imprecisa
               sombra
    dejar
          que vuelen
                las aves
        en círculos
            muy altos
    y que vuelvan
       aquellos
           círculos

      atrapar
         ahora
    aunque desde otro
                  extremo
       como aquel viejo
             de China
         el vuelo de las
               alondras
       o el grito agudo
     de los pavorreales
    desde los
         bordes que asoman
   en las orillas

  estaban allí
        en reposo
y vuelven
  perfectos
        soberanos
         imborrables






Hugo Gola
Retomas
Aldvs, 2010

martes, marzo 21, 2023

Tres poemas de Verónica G. Arredondo

It (Eso)

Un globo rojo flota debajo de la cama
asciende
se coloca a la altura del rostro de mi prima
mientras sus dedos cruzan las páginas del libro-álbum
fotografías y recortes de Pennywise con sangre en el calce
Sus ojos engrandecen llenos de helio
Escucho su corazón retumbar antes que la tormenta

La lluvia encharca la habitación
un barco de papel atraviesa la puerta
circunda la cama
se dirige a nosotras creando un vórtice

El corazón de mi prima sale corriendo
de la habitación
En la oscuridad las fauces
el vientre abierto de una araña luminosa
galáctica

El globo explota sobre nuestras cabezas





Roma

La mujer que incendia calamares para que yo viva
se llama Cleo
no es mi madre
descalza frente al mar
lucha contra las olas golpeando su pecho
sin traspié ante la furia

Grito
agito los brazos
algas enredan mis piernas
la corriente aleja a mi hermana

Con el agua hasta el cuello llama mi nombre
ella no sabe nadar
el mar ensordece
tira de mi cabello y nos arrastra a la bahía
a mi hermana y a mí

Lloramos

[Ante la escena de los personajes abrazados a contraluz
mi butaca se hunde en la arena:

cubre mis piernas brazos
el oleaje rompe en mi garganta

Cleo dicta en mis labios:

No quería que naciera

Habla del hijo que le nació muerto

Yo tampoco quería que nacieras]





[Apunte en un diario o nota de voz al caminar]

Lo que pensé esta mañana al salir del spinning
cuando evalué si mis caderas son lo suficientemente anchas
y mis glúteos orgullosamente firmes

Si así fuera sería llamada la Kim Kardashian de la poesía mexicana
mi cintura mediría centímetros menos
mis senos          dos tallas más grandes
mis glúteos          también más grandes
necesitaré dinero
ganaré el Premio Internacional Manuel Acuña de Poesía
en Lengua Española valuado en cien mil dólares
de acuerdo al cambio
pediré un préstamo
recomendaciones de cirujanos
(no quiero ser irreconocible como Uma Thurman o Reneé Zellweger)
quiero algo sutil
en la cara  no
cuchillo aquí / cuchillo allá
implante aquí / botox allá
obvio
después de una temporada en L.A.
dos meses de recuperación
volveré hecha una diva
no con el cuerpo de una sirena
sino de una diosa con mucha carne bien puesta
al caminar verán en mi silueta
el contoneo de un reloj de arena
de una pera jugosa
de una guitarra de rumba española
de una Coca-Cola de vidrio
tengo ambiciones             lo sé
no me conformaré con quedar como JLo
y presumir cuerpazo con mis amigas
cantar en el karaoke "Carcacha poco a poquito"
cada verso que escribo me acerca al premio mayor
con ese cuerpo tendré un seguro médico
una inversión a largo plazo

abandonaré la poesía

me gusta pensar que las bulímico-anoréxicas
hoy somos cosa del pasado





Verónica G. Arredondo.
Spoiler Alert
Universidad Autónoma de Nuevo León, 2022

martes, marzo 07, 2023

Cuatro poemas de María Concepción Vázquez


Al infinito

En mi viaje a la otra vida,
en mi ataúd llevo las pequeñas tortillas,
el pozol que bebí,
alimentos que casi no tuve.
El agua que mitiga mi sed
por los caminos del campo santo.
Lo llevo en mi andar en la otra vida,
en el tsu que un día pedí,
lo llevo nuevo.
Mi ropa y las servilletas con elegantes bordados.
Las llevo.
A la morada de los muertos.






El canto de las almas

Están de fiesta...
Al canto de los tambores
las almas
cantan con la lluvia,
con el sol,
con la madre luna.
Flor de noviembre
                  adorna los sepulcros.
Las almas están de fiesta,
el canto de las almas
                  las montañas escuchan.






2 de noviembre

En los ojos de las grisáceas rocas,
en las otoñales hojas
el 2 de noviembre se viste de flores.

Ancianos con sus tambores
despiertan a las almas en el cementerio.

Cruces pálidas, solitarias, han envejecido
en la sombra del silencioso tiempo.

En los solitarios caminos
los peregrinos van.






Se marcha

Un día,
una noche
el cuerpo espera marcharse.
Último día
cerca del olor a fogón,
del color humo,
del olor a leña.
Última noche:
el alma se marcha.
Perfumada por el manantial de yerbas
en el canto de tambores funeral,
silenciosa el alma se marcha.






María Concepción Bautista Vázquez
Sk'ejimol ch'ulelaltik. El canto de las almas
Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Chiapas, 2019

martes, febrero 21, 2023

Cuatro poemas de Patricia Gola


se hunde el remo
en aguas apacibles
vuela la grulla
en un cielo combado
sola en el lago sereno
de la vida mía







un lapacho
un lapacho
un lapacho
y una hondonada
una hondonada
una hondonada
y un río
detrás del lapacho
de la hondonada
         del camino
un camino recorrido en días de infancia
un lapacho
               un tronco oscuro
un río al fondo
         y una isla al fondo de ese río
y un camino desandado
una bajada
     una bajada
               al final del camino








tengo una planta
que florea en la primavera

pero no sé muy bien
cómo cuidarla

busca la luz
el aire frío la tierra húmeda

pero no sé muy bien
cómo cuidarla

sus hojas púrpuras
se abren
como pañuelos
con la insistente luz de la mañana

pero no sé muy bien
cómo cuidarla

tengo una oxalis regnellii atropurpurea
         sus bulbos tiernos
                         duermen tres
                         cuatro semanas

pero no sé muy bien
   cómo cuidarla







lo gutural en ti
alud
lo oscuro
lo pantano en ti
lo remoto
ese hervidero
de renacuajos
un deslizarse de víboras
bajo la tierra trémula
esa lengua
viperina en ti
dúctil
esa lengua que escarbo en mí
a través tuyo
escarabajo
de otras edades
esporas
de otras eras geológicas
yo habité la tierra
entre marasmos
y glaciares
vi nacer montañas
islas
cometas
en un deambular
por parajes vacíos
y por fuegos
unos a punto de extinción
otros volcanes
derramando en mí sus lavas
saliéndose de madre
y volviendo a su cauce
como la carne de un río

hablé lenguas
y me acerqué a otros cuerpos
geografías
humus llagas de la tierra
cicatrices

oh danza feliz
tamborileos
encuentros súbitos
fugaces
en que fui rodeada y rodeé
asediada y asedié
fagocitada y fagocité
y vuelta al fango
a la mezcla
la argamasa
masa madre
y habiendo accedido al uno
volví acaso a la dura división







Patricia Gola
secreta matriz
Alción, 2021

martes, febrero 14, 2023

Cuatro poemas de Fabio Morábito


¿Qué importa más: un diente o un poema?
¿Es peor perder un buen poema o perder un diente?
¿Aceptarías perder un diente
por cada buen poema que escribes?
¿Llevarías tan lejos tu amor por los poemas?
Imagina el estado de tu boca,
engullendo sin sabor, casi sin masticar,
la comida,
y no poder besar ni reír.
Pero es más deprimente que escribas
como un desdentado,
con versos que no muerden.
Como los dientes, que trabajan en común
pero duelen solos,
que no haya una palabra de tus versos
que no sepa a lo que escribas,
ni un verso que, escogido a ciegas,
no venga apalabrado.






Cansados de mi padre y de su amigo,
hartos de verlos jugar tenis,
fuimos a ver qué había
atrás de la barrera de los árboles.
Mi hermano al frente y yo siguiéndolo.
Nos deslumbró el rectángulo de césped
de la cancha
en medio del verano más tedioso.
Lejos del mar y los amigos,
ese milagro, ¡ese partido
de rojos y azules, ya empezado!
¿Hay más colores además del rojo,
del azul y el verde?
No he vuelto a ver un juego
de futbol así,
sentado en la tribuna con mi hermano.
¿A quién le vas?, me dijo.
¿Y tú?, le dije.
A los azules, dijo, ¿y tú?
A los azules, dije.
Qué novedad, me dijo.
Él siempre al frente y yo siguiéndolo.
No he vuelto a ver más rojos
contra azules,
no he vuelto a ver el rojo y el azul
como esa tarde sobre el césped,
no he vuelto a ver ningún color
junto a mi hermano.






Tronco,
tú supiste desoír
mientras crecías
el llamado de las hojas,
que sólo necesitan una rama
para salir a lucirse.

Cuánto depende
de tu viaje de madera
en busca de un verde soñado,
sin saber si las hojas
se iban a abrir allá,
donde querías llegar.

Cuánto depende a veces
de saber taparse los oídos
y seguir de largo, como tú,
desoyendo las salidas a la mano.

Por ti la sombra fue posible
y con la sombra
pudimos avanzar
siguiendo a nuestros guías, los árboles.






Qué días aquellos
del Teatro del Absurdo,
leyendo a Adamov, Ionesco y Beckett,
sin escribir un solo verso y sin amigos,
excepto la Cantante calva
y el Rey se muere,
más solo que Estragón y Vladimir,
yendo a Cholula, a Pátzcuaro, a Janitzio,
los viajes en camión de madrugada,
mis idas para conocer el tedio y conocerme,
a un paso de volverme absurdo yo también,
qué poco conocí de todo,
pero qué gusto de estar solo
con Adamov, Ionesco y Beckett,
cuando podía leer en cualquier sitio,
casi dormir en cualquier prado,
con mi sombrío estuche de guitarra a cuestas,
mi novia muda de madera de Paracho,
y aquellas pobres mieles de provincia
--alguna sosa artesanía purépecha,
una cajita de dulces poblanos--
que le traía a la mamma,
que nunca conoció Tlaxcala.
No volverán los días
en busca de una estatua, de un portal, de un labio,
ni tú, Teatro del Absurdo,
que habría tenido que llamarse Teatro de la Espera,
espera de Godot o Dulcinea,
porque sus inventores fueron Don Quijote y Sancho,
nunca volví a reírme como entonces,
la risa junto con la rabia
y del enfado otra vez la risa,
nunca mejor poesía que muchos versos,
que mucha gente y muchos besos,
cuando podía leer en cualquier sitio,
casi dormir en cualquier prado.






Fabio Morábito
A cada cual su cielo
Era, 2022

martes, febrero 07, 2023

Cinco poemas de Raciel Quirino


¿Qué extrañas de esta vida?

El pitufo de felpa
que me amenazaba
con un cuchillo
por las noches.

Los mensajes ocultos
en los LP
reproducidos
en sentido contrario.

Los tatuajes que se pegan
con saliva
y tienen droga.

La bola ocho
que decía nuestro futuro.

Tu padre en silencio,
sin moverse ni pronunciar
palabra durante horas,
como un abducido.





¿Qué fue lo último que viste en vida?

Inscripciones en meteoritos.

Ataúdes de pequeños seres
venidos de otro mundo
en los roquedales de Edimburgo.

Copos de nieve
grandes como platos de café
en Nashville el 24 de enero
de 1851.

Lluvia de ranas en Birmingham
el 30 de junio de 1724.

Un iceberg volante
que cayó en pedazos sobre Ruán
el 5 de julio de 1872.

Carracas de viajeros celestes
a 8000 metros
en el cielo de Palermo
el 30 de octubre de 1919.





¿Hay vida en otros planetas?

En el desierto de San Luis Potosí, los ancianos hablaron de luces que vuelan ordenadamente sobre las faldas de la Sierra de Catorce, por donde comenzaba a brotar el híkuri. Una viejita hacía el desayuno mientras nos enterraba en la mente bolas de fuego que giraban sobre las gobernadoras y el polvo aplanado en la oscuridad del cielo. No supe si en verdad era una nave aquella luz que pasó girando mientras guardaba silencio frente a la fogata después de comer peyote. Lo cierto es que cazamos botones rojos de cactus para comer la mañana siguiente y nos adelantamos costeando las sombras que se desprendían de las montañas, ansiosos de percibir el cielo en el polvo levantado por el paso violento de la Bestia junto a la carretera.





¿Se encuentran bien mis seres queridos?

Mi padre me llevaba
al museo de historia natural
para ver el esqueleto
del diplodocus carnegii

(estaban los osos polares
y los tigres disecados,
una gran sala
vacía y oscura).

En esa época
quería desenterrar cráneos
en planicies resplandecientes,

pensaba en espinazos enormes,
en la soledad
bajo el impacto
de un meteorito
con más energía
que cien millones
de bombas atómicas.





¿Estoy con la persona correcta?

Soy un turista con árboles amarillos
y escarabajos gigantes en la memoria.
Un requinto con cabeza de pato.
Un perro de agua muy solo,
negro y brillante, en medio del pueblo.
Nunca aprendí a tocar la jarana
ni la quijada de burro.
Nunca hablarán de mí los ancianos
que beben cuando anochece.
Pero te escribiré sobre la vez
que me arrojé al río
para demostrarte que sabía nadar,
porque estabas sentada en la orilla
y me mirabas.





Raciel Quirino
Ouija
La Máquina Infernal/El Astillero Libros, 2019

sábado, enero 28, 2023

Siete poemas de Tatiana Lipkes


sylacauga alabama 1954 una tarde despejada ann tomaba su siesta sobre un sillón de la sala de su casa un pedazo de roca negra dos veces más grande que un puño entró por el techo rebotó sobre una radio y le cayó encima pensar en cuánta gente ha vivido a lo largo de la historia la marca del meteorito iba del muslo a la cadera del lado izquierdo y tenía la forma de una gran hoja seca





de los libros de horas miles de manuscritos sobreviven en uno de ellos un dibujo un mono vestido de médico curando a un búho falsos creyentes de la edad media recitar hora tras hora tras hora sin pausas si logras contar las nueve estrellas más brillantes del cielo durante nueve noches pedirás un deseo no conozco a nadie que lo haya logrado





una de las dagas encontradas en la tumba del rey tutankamón proviene del espacio exterior la combinación de hierro níquel cobalto es casi idéntica a la de un meteorito es casi imposible la calma simultánea de todos ni siquiera el animal que vive en el techo está tranquilo en las inscripciones de los templos egipcios se refieren a las dagas como estrellas





un área vacía al fondo de un camino en un bosque de carolina del norte un anillo polvoso en donde no crece ni una pequeña hierba los objetos desaparecen en las cocinas también hay islas los habitantes aseguran que todas las noches el demonio da vueltas y baila mientras piensa su próximo plan nadie ni los animales se atreven a pisar el círculo





lo único que existe de las amonitas es su figura incrustada en piedras dos elementos juntos por accidente depredadoras se desplazaban por mares cálidos poco profundos su fina estructura en forma de tubo se extendía hasta las cámaras internas para bombear y lanzar a presión el aire por al agua luego una extinción masiva




patrones geométricos en los campos de la noche a la mañana confesaron haber hecho más de doscientos círculos de cultivos con cuerdas y tablones nadie adivinó cuántas alubias había en la botella seiscientos setenta y ocho caímos en la trampa el verano pasado apareció una medusa de ciento ochenta metros de cebada la gente hace cosas extrañas





este miércoles en utqiagvik antes barrow alaska el sol salió treinta y cuatro minutos por última vez en dos meses ahora aquí allá necesitamos zapatos para el exterior y para el interior habrá mil quinientas ochenta y seis horas de oscuridad las noches polares duran hasta que el sol roza ligeramente el horizonte suponemos nada se detiene





Tatiana Lipkes
A pesar de todo
Juan de la Cosa, 2022