domingo, octubre 06, 2024

Tres escritoras palestinas

10 de octubre de 2023, 8:50 de la noche

(1)

Con mis obligatorias oraciones
y con mi plegaria, la del Buen Consejo,
te protejo.

Cuando del general sale la orden,
y antes de que ésta se convierta en algara,
erijo una fortaleza inmediata
para cada minarete, para cada barrio.

Te protejo, te prometo,
con la sonrisa de algún chiquillo
capaz de cambiar la ruta del cohete
antes de que se estrelle.


(2)

Mientras los pequeños duermen
como duermen los polluelos
abrazados en el nido,
te protejo.

No caminan ellos hacia el sueño;
es la muerte quien los conduce
de noche hacia su morada.
Las lágrimas de sus madres,
palomas aparecerán mañana
y detrás de cada tumba volarán.


(3)

Protejo al padre de los pequeños,
quien tras cada bombardeo
se dedica a reforzar
la torre que se inclina:

quien dice a la visita de la muerte:
"ten piedad de mí, espera,
ven tarde, un poco más tarde.

Ellos me enseñaron a amar mi vida.
Concédeles una muerte bella,
tan bella como sólo ellos son".


(4)

Te protejo de una herida,
de nuestra muerte certera
desde que fuimos tragados,
asediados, por una ballena.

En el norte, a cada bombardeo,
nuestras calles rezan el rosario
y oran por las mezquitas
y por nuestras casas.

Y en el sur de la Franja
otras calles responden,
por temor a Dios, obedecen,
y lanzan su llamado.


(5)

Yo seré quien te proteja.
Siete aleyas me envuelven,
a la herida y al sufrimiento
apartan.

Al fósforo blanco lo teñiré de naranja,
para que puedas percibir su sabor;
y en el humo esparciré los colores de las nubes
para que puedas contemplarlo.

Te protejo, te lo prometo.
Has de saber que dos muertos y amantes,
cuando se asiente el polvo,
han de sonreír.

¡QUE DIOS TE PROTEJA, GAZA,
DE LA LLEGADA DE LA NOCHE!

Hiba Abu Nada (1991-2023)
Poeta y narradora descendiente de una familia de refugiados originaria de la aldea de Bayt Yirya, arrasada por las tropas israelíes durante la Nakba de 1948. Murió durante un borbardeo israelí, junto a su familia, el 20 de octubre de 2023 en su casa en la ciudad de Jan Yunis, en el sur de la Franja.





Agosto 2023

Las mujeres en mi país trenzan sus historias hacia la tele
El periodista se pone a robar el rubor de sus mejillas
y el silbido de sus voces
Dice: "Aquí les traigo un caramelo. ¿Quién quiere un chicle?"
Nuestras historias son caramelos masticados por la gente
escupidos sobre las banquetas y los callejones
una historia antes de dormir

Maryam Hiyazi (1995-2023)
Asesinada el 18 de octubre de 2023.





Junio-julio de 2014

No es lo que están imaginando. Pues lo que vivimos no tiene nada que ver con sentimientos vanos como coraje, orgullo, dignidad. Aquella noche fue la más dura, pero esa vez no lloré.

En la mañana, después del primer bombardeo de los aviones sionistas, agarré mis fuerzas y  comencé a juntar mis cosas: documentos oficiales, mi título universitario, constancias, regalos, lo que quedó de las cartas que me escribió mi tío (quien sigue preso en una cárcel israelí), mi celular, mi laptop...

Pero me quedé mirando mi segunda biblioteca, pues la primera la perdí en la guerra pasada. ¿Qué hago con los libros? Son pesados, y sería difícil cargarlos si me tocara correr. Entonces decidí quedarme con aquellos que llevan una dedicatoria de su autor.

De pronto sentí rabia por mí misma, esos dolores que causan escozor y te pueden matar. Yo, pensando en mis cosas... ¿Pero y si la muerte me alcanza más rápido de lo que yo alcanzo mis cosas? La muerte me agarrará por sorpresa, sin avisar, y yo iré con ella sin memoria ni papeles ni libros ni queridos ni amigos ni regalos ni sueños... Me iré sola y ligera.

Posdata a mis amigos que tienen libros prestados míos: Si me muero, quédense con ellos. Son suyos.

Posdata a mi primo: Si no le pasa nada a mi biblioteca, es tuya.

Manal Miqdad (s.a.)






Contra el apagón. Voces de Gaza durante el genocidio
Compilación y traducción: Shadi Rohana
Fondo de Cultura Económica, 2024

sábado, septiembre 28, 2024

Tres poemas de Yaki Setton

Langosta (fragmentos)

Se ríe sin saber por qué y se relame
en la alfombra de la arena
en la que se revuelca
una y otra vez,
una y otra vez, hasta morir.





Gregaria, hacés vuelos solitarios
por este desierto que nada promete
salvo el silencio, el blanco vapor
de la arena blanca e infinita.
¡Ahí flotás! y te dejás llevar.
Adónde.





Sí, tus antenas tiemblan
ante todo lo que vibra.
Mirás al cielo,
¡oh, cúmulo de nubes!
Esperando qué.





Ahora de nuevo inmóvil.
¿Estás viva? Nada se altera
en tu delgado cuerpo mientras
el viento desértico lo atraviesa
y se mete entre las nervaduras
de tus alas. Pesan.





Soy ella. Soy vos
y mi cuerpo se enerva
y tengo abdomen, coxal,
tibia, fémur, tarso.





Muda

Es un momento exacto.
Cuando ya el esqueleto tan rígido
asfixia y ninfa ya no podés ser. ¡Sí!,
necesitás salir y nada de alimento.
No respirás. Segregás líquido de muda.
Las alas comienzan a desplegarse,
salen por fuera del tegumento,
y se desgarra lo que te une a ellas.
Tus largas patas traseras con sus fémures
aún blandos se doblan para facilitar
la liberación de las tibias. Luego, estiradas
empujan y abandonás la antigua cutícula ninfal
–ningún quejido, ningún grito–; cae el inútil
pesado manto. Quedás frágil, desnuda,
dejás de ser joven para ser adulta.
Empezás a bombear tanta hemolinfa
por las nervaduras que al fin devorás
de vos misma todo lo viejo que sobra.





Extravío

Y aunque no quiero estoy aquí.
Estoy porque no existe otro lugar
en el que puedas vivir sin respirar
a cielo abierto. ¿Sentís el olor de la grama
y de la sangre seca tan lejana a pie
y tan cercana en vuelo? Somos una nube
extranjera y perseguida, una bandada migrante
sin rumbo. Yo soy esa. Miro a un costado
y veo nuestras alas largas con su halo pardo,
con sus tibias azules. Ellas se extienden,
vibran mientras volamos y desde abajo
se adivinan los dibujos oscuros del abdomen,
¡parecemos, pero no somos pájaros!
Porque soy una langosta entre las otras
doy vuelta de a poco mi rostro de lado a lado
miles, miles y miles; ya no habrá descanso,
tampoco habrá cansancio.
Kilómetros y kilómetros planeamos sobre el desierto
sin prisa ni pausa, raudas, hasta tapar el sol,
oscurecemos la tierra. Octava plaga tras el fuego
y el granizo. ¡No dejemos nada!





Yaki Setton
Langosta
Bajo la Luna, 2023

sábado, septiembre 21, 2024

Tres fragmentos de un poema de Luis Felipe Fabre

Medusa (fragmentos)





VII
(Coro)

Oh Medusa, aterradora como la verdad:

advierten los sofistas que si algo es como
la verdad

es porque no es

la verdad,
pero es poesía
que sobre la verdad y la mentira se eleva
incomprensible como los designios de los dioses:

¡oh Medusa, aterradora como la belleza!





XVIII
(Coro)

Desanda tu camino, Perseo, vuelve
sobre tus pasos, regresa
a tu vida

sin otro trofeo que tu vida
y del sueño de la gloria
desiste:

más estatuas que Medusa
forja la aún más
feroz

Niké,

que a los hombres transforma en héroes
y a los héroes en broncíneos
simulacros:

véncela con tu fracaso,

oh,
Perseo,
y resígnate a la dicha:

mientras
resuene una flauta, baila;
mientras no se quiebre la cratera, bebe;
mientras perdure la flor de tu juventud, ama y amado seas.

Y brilla simple en el esplendor del día.





XXII
(Coro)

¿Brazo de quién, rodilla
de quién,
músculo

de qué
dios
o semidiós o

de qué

atleta
este

solitario dorso de mármol?

¿Qué

héroe
esta

belleza dispersa
como
un

reino arrasado?

¿Ala de qué

vuelo

esta
piedra

rota tras qué
caída?

¿Sujetaba
una
lanza
en

los juegos o

en

la orgía blandía un tirso esta
mano

cuyo
aferrado
gesto de bronce
ahora empuña un secreto?





Luis Felipe Fabre
Poeta griego arcaico
Sexto Piso, 2024

sábado, septiembre 07, 2024

Tres poemas de Alicia Genovese

Simetrías (las improvisaciones)

Una simetría radial perfecta,
una proporción áurea
la del nautilus
visto en la quietud
de una vitrina.
Pero al bajar buceando
al mar profundo
las cámaras de su caparazón
se dilatan, el descenso
pone a prueba
su ser proporcionado.
Exactas
se reproducen al abrirse
las alas de una mariposa
pero sucede
el vuelo a contraviento,
las posiciones inseguras
en la arritmia que hace
saltar el corazón.
La regularidad, la equidistancia
fueron dadas quizás
para enfrentar a diario los accidentes,
esos otros equilibrios a inventar.
Aunque la forma se mantenga a escala
irrumpe
la materia súbita del mundo,
la ráfaga que desafía
la armonía estática,
la corriente que altera
la perfección de la fijeza.
El movimiento es el tema
me digo esta mañana
mientras ordeno la casa
como los casilleros del nautilus
mientras miro hacia el hueco de salida
oliendo un néctar.
Repito notas
como en la melodía de un standard
que tantea su fuga:
su inmersión, su viento cambiante.
Hay un pentagrama en blanco
en las improvisaciones
una felicidad aún informe
en la vía venturosa
hacia ninguna parte.





Simetrías (emparejamientos)

Podría hacer una colección
con todos los aros
de los que perdí el par.
Uno estilo andino, otro árabe
de Granada, uno largo con semillas
del monte chaqueño.
Perfectos, con esa belleza hierática
de los solos.
Perdí un aro de plata
engarzado en el centro a un lapislázuli
y el mismo artesano me hizo otro igual.
Tiempo después saltó
el aro perdido de una hendija
en el baúl del auto.
Tres aros iguales
tengo ahora y siempre un faltante,
un pendiente solo que me observa enigmático.
Caminaba hacia el subte
y pensaba en el poema
que podría escribir
a partir de los aros inútiles que guardo,
pares ausentes, emparejamientos erróneos.
No podía detenerme a tomar notas
y pensé que no sería igual
escribir a mi regreso,
habría cosas que no recordaría,
pormenores bajo la humedad dulce
de los árboles en otoño, asociaciones
ligeras como gotas que salpican al caer.
La falta deviene inevitable,
la tarea pertinaz por la armonía
choca con la evanescencia de las cosas.
En su puerta a futuro abren
la morada de lo asimétrico.





El círculo del equilibrio (lo que se abre y contiene)

Llegué asoleada
bajé de la lancha
en medio de un calor sofocante
que me hacía estallar la cabeza.
Me cambié, busqué un muelle
no había nadie, el agua
estaba alta, quieta
y me sumergí.
El río se abrió en un círculo
con la frescura y el silencio
que solo un río contiene.
En la orilla gastada
por el golpe de las marejadas
un plátano gigante
mostraba sus raíces,
las estiraba hacia el agua
mientras yo,
semisumergida también,
extendía los brazos al nadar.
Su tronco robusto y manchado
parecía la cara de un tótem
y agradecí
ese rincón resguardado,
en esa hora en la que había olvidado
de dónde venía, cuánto amaba flotar.
En esa hora en la que fui
tocada por el río
y por los peces
que lo habían atravesado
con la vida sensitiva de sus escamas;
tocado el cuerpo desde un río
por las alas transparentes de los insectos
posados entre los reflejos de la superficie,
tocada por los juncos
que se balanceaban en la costa
en el ida y vuelta del oleaje.
Agradecí estar en ese círculo
tener un lugar entre las mareas.
Agradecí ese lazo anudado
que desaparece y aparece
para volver a abrazar.
Después subí
por los escalones del muelle,
resucitada
entre el frescor del agua
y mis huellas se tornaron visibles,
por un momento húmedas
sobre las maderas resecas.





Alicia Genovese
La invención del equilibrio
Fondo de Cultura Económica, 2024

miércoles, agosto 21, 2024

Cinco poetas irlandeses


Atardecer húmedo de abril

Los pájaros cantaron en los árboles mojados
y cuando los escuché, pasados los cien años
y yo estaba muerto y alguien más los estaba escuchando.
Pero me alegré de haber registrado para él la melancolía.

(Patrick Kavanagh)







En un parpadeo

Veo el lucero del alba
             a través del tragaluz de mi infancia
y cierro los ojos y sueño durante cincuenta años,
             reviviendo cada revés, cada momento culminante;

abro los ojos y ahí está la estrella vespertina,
             y de repente es el crepúsculo.

(Michael Harnett)







Heráclito sobre los ríos

Nadie se baña dos veces en el mismo río.
El mismo río nunca es el mismo
porque ésa es la naturaleza del agua.
Del mismo modo, tu metabolismo cambiante
significa que ya no eres tú.
Las células mueren, y la precisa
configuración de los cuerpos celestes
cuando ella te dijo que te amaba
no se repetirá en esta vida.

Me dirás que has ejecutado
un monumento más duradero que el bronce,
pero incluso el bronce es perecedero.
Tu mejor poema, sabes a lo que me refiero,
el mismo lenguaje en el que el poema
fue escrito, y la idea del lenguaje,
todas estas cosas pasarán con el tiempo.

(Derek Mahon)







La epidemia de polio

Sin ningún apuro, en la casa o el jardín,
se protegió a los chicos del peligro.
De repente los padres tuvieron más tiempo
para vigilarlos, para mantenerlos entretenidos,
para ocuparse de que tuvieran mucho que leer.
La ciudad estaba vacía, infectada.
No había más helados.
Los balnearios estuvieron cerrados todo el verano.

Un día mi padre me permitió salir a la puerta
para pasar un mensaje por una hendidura en la pared;
prometí que sólo iba a andar en bicicleta por dos horas,
sin detenerme ni hablar, vagué por caminos largos
a través de la ciudad y los suburbios, pasando las iglesias nuevas,
hileras de casas en las que niños extraños
también estaban encerrados, surqué millas de aire,
libre como el ángel de la plaga que desciende
sobre lugares donde iban los ómnibus: Commons Road, Friar's Walk.

(Eiléan Ní Chuilleanáin)







Pacto

Crecí entre idiomas, sin saber cuál vino primero.
Mi madre me hablaba una lengua, mi padre otra.

Usaban ambos con el otro, a veces ambos al mismo tiempo,
y a veces yo pensaba que ése era un idioma propio.

Con los visitantes hablábamos el idioma de los visitantes,
ya fueran médicos, vecinos, parientes, clérigos o policías.

Cuando aprendí a escribir, ése fue otro idioma nuevamente.
Decía las palabras en voz baja mientras trazaba las letras.

Así que hablaste como si vinieras de muy lejos y de hace mucho tiempo.
¿Por qué me cuentas todo esto? Dije. Sólo porque

recuerdo la primera vez que hablé contigo por teléfono.
Me dijiste los feliz que estabas de escuchar el sonido de mi voz.

No sé si te hablé en mi primer idioma cuando dije
que te amaba, pero sé que las palabras eran ciertas.

(Ciaran Carson)







10 poetas clásicos irlandeses
Traducción: Jorge Fondebrider
Ediciones del Lirio, 2023

miércoles, agosto 07, 2024

Cuatro poemas de Marco Martos

Croar

Existe todo para tus ojos asombrados.
Tu pensamiento viaja
con las nubes fugitivas.
¿Por qué lo blanco hace más hermoso
el azul de las alturas?
Mientras hablas y detienes tus palabras,
el cielo se torna púrpura
y esa sangre se hace noche
y tú recoges los bártulos
al tiempo que titilan las estrellas
y una rana croa en las aguas del estanque.





Casa del ser

La pureza del espíritu
consiste en buscar lo diferente.
Diez mil colores tienen las cosas,
las personas, los animales y las plantas.
La vida no alcanzaría para nombrar
a todos los seres y reconocer
sus detalles maravillosos.
Busca lo que desees,
sigue numerosos caminos,
allégate a la casa del ser.
esa única verdad,
antes de que fine tu vida
y toda la hermosura que conoces.





Pinturas de Claude Monet

Permanece Claude Monet entre flores,
nenúfares, los duendes de las aguas,
relámpagos de luz en lo que nace,
festín de los colores del otoño.
Camina lento en propios vericuetos
haciendo la pintura de mañana,
en todo Monet se les adelanta
a los que mucho saben de las artes.
Dueño de los encuentros de lo intenso
con la profundidad de los torrentes,
todo lo que nos dice es movimiento
del fulgor de la luna en la ventana.
Sus ojos de pantera en la noche
imaginan colores que regala.





Guatemala

Tirado en la soledad de Guatemala,
en el vestíbulo de un hotel,
no hay pieza para mi sueño,
ni amigo que me espere,
ni verde palmera, ni rosas en el huerto,
ni pluma de quetzal, ni laurel.
Dama telefonista del Perú,
dime algo amable de lo lejos
en tu boca de miel.





Marco Martos
Vértigo
Vicio Perpetuo Vicio Perfecto, 2013

domingo, julio 21, 2024

Cinco poemas de Tania Favela


para Luis Verdejo

el silencio lo despertó (dijo) – así como se oye –
el silencio tan hondo    tan fuerte    sonó    (dijo)
adentro / afuera sonó el silencio después de tanto ruido
sonó tan fuerte (dijo) el silencio
– de pronto – en medio de la noche casi al amanecer
    nada ni una sola voz
               la fiesta (al parecer) había terminado







                 dejar que entre el error
dejar que entre (error y todo junto)    ahí
dejar errar la letra
la palabrabrirla    dejar que entre
                                 adentro, adentro
la letra (error y todo)
                            semilla y todo sin virtud







Si oscura es la luz
si ciega    ¿qué ilumina
la oscuridad?    qué murciélago
anda veloz en su ceguera
qué cielo se abre    se cierra
afuera dices    murciélago ciego
ave de verano adentro
adentro ciego el murciélago vuela
                       afuera ¿el ave ve?







Es como caminar o correr o incluso saltar
pero sin caminar ni correr ni saltar
pura simulación    (las patas a toda velocidad
del cuadro de Carrà)    espacio y tiempo
trastocados    (afuera adentro)
                y nadie sabe a dónde ir o qué
oír    ¿huir?    salir del cuadro    saltar
hacia la vida o de la vida a una foto
blanco y negro      movimiento
estático        (detenido el gesto)
ya nadie entiende nada      aunque se hable
o diga        el sinsentido pesa
hunde toda certidumbre    "la vida    (escribiste)
tiene el sentido que nosotros logremos añadirle, no tiene otro"
y cerré el libro Prosas (Alción Editora, 2007) y salí
                                                                                a respirar.







a Kenzaburo Oé, por sus Cartas a los años de nostalgia

Borrar las huellas    los pasos    con largas ramas
borrar las huellas    caminar de espaldas
y con largas ramas borrar las huellas
borrarlas    como los indios de América del Norte
con largas ramas    borrarlas    caminando de espaldas
borrarlas    borrar lo hecho o deshecho
o tratar de dejar alguna huella    tratar de dejar
– aunque sólo sean marcas de uñas –
aunque sólo sean marcas de pies o uñas
aunque sólo sea una plataforma vacía para contemplar el mundo
    marcas de pies o uñas            o buscar un nicho
para contemplar el mundo    ahí sobre la tierra
una plataforma vacía para contemplar el mundo
              un nicho para recostarse
– aunque sólo sea una marca de pie o uña –    borrar
borrar con largas ramas el camino
                                      con largas ramas las huellas
caminar de espaldas sobre el campo
caminar sobre calles y avenidas    de espaldas
buscar un nicho    una plataforma vacía
                                y ahí – por fin – recostar la cabeza.







Tania Favela
La imagen rueda
Libros de la Resistencia, 2022

domingo, julio 14, 2024

Cuatro poemas de Susan Howe

Búfalo deambula en manadas
sobre las calles amplias conectadas por arboledas

y cercas

sus ojos son antiguos y mil años
demasiado viejos

escucha al asesinato amontonar sus mutismos

Vieja como el tiempo en el centro de una pieza
se teje la duda

y es medida

Rabia amontonada
sé cuánto vales

una cadena de parques circunda la ciudad

La nieve llega y la belleza de las sombras largas se viene
abajo
abajo
en cada roble    pino    junípero    haya    abedul
y otra madera dulce        (sagrada)







Número de un acre            y el acre
son el mismo

ejército es el número de un ejército

Quién sabe

cuál número en el número            solo
se para hereje

si uno no es            Cuál
continuará

Guardianes de la ley
en el atardecer de la vida se echan

la ley
(Platón tenía una voz fina) claramente

en Las leyes que el hombre es un títere

(Sócrates era una matrona
pero esto es secreto)

Las palabras no son actos
fuera de mi texto no soy lo que actúo

Cuando me fui a la cama parecí
abrigada

el aire frío no tocaba más mi cuerpo

El objetivo
depende de la memoria            La memoria

se desvanece            se mueve en el misterio

Los juramentos son pajas            los hombres vigilan
mientras pastan

arreando y alimentando

Nieve de noche            y aún nieva
ninguna casa moviéndose

Salvo el aire            nada aquí







Los oradores se desmoronan
las piernas dobladas bajo ellos
y los Enciclopedistas
gran, el Gran, y GRAN
descubrimiento d. C.
en un terreno de páginas
donde los No la llevan
Batallas baratas como el agua
luchadas ferozmente
en el papel
Mujeres y niños
dónde vamos a la deriva
Aquiles se marchó
a la Coacción escrita a lápiz
en la noche de Troya
y sus masacres







Inmigrante (gorro de piel de zorro
capa bordada) Escoliasta
Oh pie ligero
Sin difusión de tu nombre
sin cuentos fabulosos de nacimiento
sin naciones tomadas por la tormenta
Moviéndote en símbolos solitarios a través de sombrías
conjeturas







Susan Howe
Silencio pitagórico
Traducción: Enrique Winter
Overol, 2019

domingo, julio 07, 2024

Siete cantos amerindios

La tierra tiembla
cuando estoy a punto de entrar.
El corazón zozobra
cuando estoy a punto de entrar
a la casa del espíritu.

(Canto chippewa)





Desde la mitad
del cielo
eso que vive ahí
viene, y hace ruido.

(Canto chippewa)





Mi amor se ha ido

Pensé que era
un somormujo.
Pero era
el remo de mi amor
salpicando.

(Canto chippewa)




Canto de guerra

Me considero
un lobo.
Pero no he comido nada.
Es por eso
que me canso
de estar parado.
Me considero
un lobo.
Pero los búhos
están ululando
y
tengo miedo de la noche.

(Canto teton sioux)





Canto de la danza del búfalo

Él dijo:
--Irreal el búfalo está parado.
Estos son sus dichos.
Irreal el búfalo está parado.
Irreal está parado en el espacio abierto.
Irreal está parado.

(Canto pawnee)





Canto para una danza de la cabellera

alguna gente en el cielo
debe estar celosa
de mi danza aquí
con esta cabellera

(Canto odenigun)





es cosa segura
¡soy un espíritu!
¿me ves hacerme visible?
debo ser un castor macho

(Canto nawajibigokwe)





Kenneth Rexroth y Frances Densmore
Cantos amerindios
Serie Adugo biri, UNAM, 2019
Edición: Enrique Flores
Traducción: Patricia Gola
Leer el libro completo aquí.

viernes, junio 28, 2024

Siete poemas quechuas

Chaparroncito

Chaparroncito, chaparroncito,
mira, no me mojes,
que tengo manta corta.
Granizada, granizada,
no me granices
que tengo poncho chico.

Ventarrón, ventarrón,
no me ventees,
que estoy andrajoso.

Diversión, diversión, divertirse.
Hasta las espinas pisaría,
hasta las piedras estropearía.

¡Ay, ayayai, ayayai!
Pastorcita:
subís a la lomadita
y el cóndor revuelve y revuelve.

¡Ay, ayayai, ayayai!
Pastorcito:
trepáis a un montecito
y el halcón revolotea y revolotea.

¡Ay, ayayai, ayayai!
Pastorcitos:
os paráis en la pared del cerco
y el zorro husmea y husmea.

     Vamos, sí o no:
     al interior del río
     a coger peces.
     Vamos, sí o no:
     a la ribera
     a apedrear patos.

(Anónimo. Traducción: Adolfo Vienrich)





Cristalino río

Cristalino río
de los lambras,
lágrimas
de los peces de oro,
llanto
de los grandes precipicios.
Hondo río
de los bosques de tara,
el que se pierde
en el recodo del abismo,
el que grita
en el barranco donde tienen su guarida los loros.

Lejano, lejano,
río amado,
llévame
con mi hermosa amante,
por en medio de las rocas,
entre las nubes de lluvia.

(Anónimo. Traducción: José María Arguedas)





Malagüero cóndor

Por la puerta de mi casa el cóndor revolotea,
por encima de mi pueblo da la vuelta,
demasiado, demasiado carnívoro es
aquel cóndor;
demasiado, demasiado carnívoro es
el cóndor malagüero.

Luego, él está sabiendo
mi solitario destino
y mi pobre estrella.

Por esto, por la puerta de mi casa
revolotea y revolotea
el cóndor malagüero,
da la vuelta y da la vuelta,
el cóndor malagüero.

(Anónimo. Traducción: Sergio Quijada Jara)





El lagarto

Oh, lagartija, lagarto,
lagarto, lagarto amarillo,
con qué deseos vienes
haciéndome rondas.

Ay, lagarto, si vives soltero
corres y bailas presto, lagarto;
salta y gira, lagarto,
oh, lagartija, lagarto.

Si eres solito, lagarto,
canta y echa la risa, lagarto,
y acaríciame con todo amor,
quiéreme mucho, lagarto.

(Anónimo. Traducción: Jorge A. Lira)





Herranza de llamas

Buena llama es la mía,
linda llama es la mía,
su altivo cuello, erguido,
como frutos de plátanos sus orejas.

Hermosa llama es la mía,
veloz llama es la mía,
sus ojos son como dos estrellas,
cual una seda su lana.

(Anónimo. Traducción: Felipe Cristóbal y José María Arguedas)





A la planta

Bella planta, árbol frondoso
cuya sombra me acogió.
                                    ¡Triunfo!
Tú supiste abrir los brazos
a nuestra generación.
                                    ¡Triunfo!
Triunfo, querida planta,
                                    ¡Triunfo!
Tú abandonando tus raíces
llevas tu hermoso verdor,
                                    ¡Triunfo!
A dar sombra al trono excelso
donde descansa el Señor,
                                    ¡Triunfo!
Triunfo, querida planta,
                                    ¡Triunfo!

(Anónimo. Traducción: José Dionisio Anchorena)





Oración para que multipliquen las gentes

¡Oh, Hacedor!, que haces maravillas y cosas nunca vistas, misericordioso Hacedor, grande, sin medida multipliquen las gentes y haya criaturas y los pueblos y tierras estén sin peligros y éstos a quien diste ser guárdalos y tenlos de tu mano.

(Anónimo. Traducción: Cristóbal de Molina)





Poesía quechua
Selección y notas: Sebastián Salazar Bondy
Arca/Galerna, 1968

viernes, junio 21, 2024

Cinco poemas de Ana Belén López

Una muchacha
se recarga en el barandal
no mira el horizonte
no despide ningún barco
a nadie
no sueña con cruzar océanos
descansa un pie sobre otro
luego el otro





Gira
entre las olas
que se forman en la orilla
se confunde con una
burbuja grande, café,
redonda, brillosa
se confunde
también con la cabeza
de una foca

gira con más rapidez
el coco
tratando de volver
a la playa que lo
arrojó al mar





La cubeta se estrelló
en la calle
a las seis de la mañana
a las dos de la mañana

otra cubeta se estrella
(en la calle)

y allá las estrellas
sí se ven
y había estrellas
que se ven
y las cubetas se estrellaron
y las estrellas se vieron
y retumbaron

las cubetas
estrelladas
retumbaron





La sierra
se cubre de frío

y huele a leña

se extiende la neblina fría

y huele a leña

la casa cierra sus ventanas

y huele a leña

el olor a leña
se escapa
por un vidrio roto





Las noches
suenan

a grillo

y a cachoras
que se burlan
de los grillos
toda la noche





Ana Belén López
Del barandal
Ediciones Sin Nombre, 2001

viernes, junio 14, 2024

Fragmentos de un poema de Charles Bernstein

Desde un punto de vista compositivo
la pregunta es ¿qué puede absorber un poema?
Aquí piensa
en el texto como una sustancia esponjosa
que absorbe vocabulario, sintaxis y referencias.
La idea de un poema que absorbe estos elementos
está hecha para proveer de una alternativa a nociones
más tradicionales de narración causal o relevancia temática
como productoras de una obra unificada.
Un poema puede absorber lógicas contradictorias,
múltiples tonalidades, polirritmos. Al mismo tiempo
los materiales impermeables –o momentos–
son recursos musicales cruciales para un poema,
pero no todos los materiales impermeables
funcionarán para crear el espacio textural deseado.
Estos son grados relativos
de valencias de impermeabilidad que pueden ser orientadas
una contra otra para crear
«brechas» interlineales o interfrasísticas que actúen
como intervalos de una composición musical. Si vamos
más lejos, los elementos impermeables pueden fusionarse
disráficamente para crear una gravedad textual hiperabsorbente
en la cual los distintos elementos originarios
ya no puedan aislarse. Así,
lo absorbido y lo no absorbido se escinden,
ya que escindir significa tanto dividir
como mantener unido.

Un criterio para conocer si el material
no absorbido en un poema "funciona"
es evaluar si promueve o dificulta la absorción
del lector en la escritura. El autor
puede tener la intención de una o ambas.
Crear un texto absorbente puede o no
ser el objetivo de un poema. Pero la dinámica
de absorción es
central para toda lectura y escritura.







La unidad causal es frecuentemente motivada por un deseo
de crear poemas más absorbentes, «efectivos».
El problema es que frecuentemente
no funciona: los recursos usados
crean poemas que parecen falsos
o aburridos
o evidentes. Una razón
para este fracaso pragmático
es que mucha de la poesía estadounidense
contemporánea está basada en nociones simplistas
de absorción mediante la unidad, como
las nociones ocasionalmente propuestas por Ginsberg
(quien, como lo muestra en su obra,
sabe más que eso, pero ha hecho un compromiso
ideológico con tal simplicidad) y Simpson
(cuyo caso es menos complejo). Por el contrario, el pensamiento
de Antin sobre estos asuntos es determinantemente
sofisticado y su práctica lo muestra;
su obra sugiere
nuevas posibilidades a las inquietudes
que él articula.

La unidad causal no es de ninguna manera el único enfoque
que se ha utilizado para crear obras absorbentes.
La versificación métrica ha sido tradicionalmente utilizada
con este propósito: las recurrencias regulares de sonidos
y ritmos sosegando –o tirando– la atención hacia
adentro. En este momento, sin embargo, esta estrategia
puede fallar en terrenos pragmáticos ya que esas
obras corren un alto riesgo de ser tediosamente
repetitivas y estúpidamente ideadas, esto es,
no absorbentes: torpes intentando ser
inteligentes.







Aún la imagen de la ficción fascinante
que engrosa la más mundana moda
del deterioro literario, y el nexo de
sospechas que se originan en reacción
a este tipo de obras, usualmente
ha conducido a algunos escritores a crear
obras no absorbentes o antiabsorbentes.
Para estos escritores,
ha habido un útil
cuestionamiento de aquello hacia lo cual
normalmente se nos pide absorbernos y
un abierto rechazo de cualquier arreglo
con o asimilación en este espacio
«burgués». Además, el embelesamiento no tiene
un monopolio en la creación de sentido o placer
y puede (a mí también me gusta Dashiell Hammett)
que inhiba ambos. El uso de modalidades
no transparentes o no unificadas puede producir
contenido y música mucho más resonante que
la usualmente posible, del mismo modo que puede producir obras aburridas
y didácticas. Para muchos lectores
y escritores, los límites de lo que
puede ser representado absorbentemente son muy
amplios, y los productos de tales
aproximaciones son bastante engañosos. Para tales
escritores, el proyecto es despertarnos
de la hipnosis de la absorción.







La sospecha y el rechazo de la escritura
absorbente es en parte y relevantemente una respuesta a
los intentos de absorber
a los lectores en una estasis eminentemente sabrosa, distractora.
«Si solo la trama dejase a la gente en paz», escribe
Perelman. Uno pudiera desear el fin de esta
monotonía de la experiencia: no ser ya aún más
sumergidos en ella, como en la agonizante narrativa
cíclica de los más divertidos de esos géneros absorbentes
contemporáneos, las series de televisión. O quizá
la reducción simplista
de la vida diaria, las distracciones de leer
«entretenimientos» –las revistas de lectura rápida y
la ficción y el verso– que absorben solo lánguidamente,
tónico para el insomnio pero no con la materia propia del sueño;
alimentando la banalidad de la vida diaria
y sin reflejar su elusiva actualidad.

Es un proyecto diferente, más difícil, menos
de moda, crear un poema que pueda absorber
a sus lectores en algo que no sea estático
–llámese ex-tático, o u-topía, o digámosle
lo innombrable que la escritura constantemente
nombra–. Para lograr esto se requiere algo extraño y que sacuda,
y ya sea que la crecida sea mellada o pulse, consiga,
en palabras de Dickinson, «agitar (...) con rayos
de melodía».

«Junto a nosotros todo esto vira, absorto a modo de
ensueño tanto como de visión, sonido, signo. Repelida
o cautivada, la conciencia de ver repleta;
de signos llena o insiste en la ausencia».

Las obras antiabsorbentes actuales serán
mañana las obras más absorbentes, y vice-
versa: lo absorbente, los recursos acomodaticios
de hoy en muchos casos se volverán arcaicos.
Lo antiabsorbente, mientras es entendido
precisamente como transgresión en esencia, es
histórica y contextualmente específico. Entendidas
como una dinámica en la historia de la recepción de una obra,
la absorción y la repelencia cambiarán con nuevos contextos
de publicación, nuevos lectores y subsecuentes desarrollos
formales y políticos. Por esta razón,
el reconocimiento inicial del estatus de artificio de una obra
puede prepararla mejor
para su viaje a través del tiempo. Como Stein anotó,
las obras genuinamente «contemporáneas» al principio
parecerán raras, pero es su rareza lo que les da el carácter
necesario para perdurar.







Charles Bernstein
El artificio de la absorción
Traducción: Mayra Luna y Heriberto Yepez
Bisturí 10, 2022

viernes, junio 07, 2024

Siete haikus de Luis Téllez Tejeda

Maíz, lentejas
Al llenar los costales
Suenan a lluvia.





Manta en la acera
Con viejas herramientas
Y un GI Joe.





Humo picante
Entre pencas de maguey
La barbacoa.





Crema Nivea
Una gorrita del PRI
En las chácharas.





Hongos de lluvia
Los acoyotes nuevos
Manjar de campo.





Con mil colores
Son charcos de plástico
Las palanganas.





De chía y limón
Hielo en los vitroleros
Las aguas frescas.





Luiz Téllez Tejeda a.k.a. Pávido Návido
Haikus del tianguis
Pitzilein Books, 2023

martes, mayo 28, 2024

Tres poemas de Pablo Koss

Hoy recordé una heladería
Peatonal, oscura y vieja
Vasos verde azulejo de baño, el rosa fluo que dice
Helado
No hay un solo recuerdo que me abandone
La fuente de inoxidable
Cucharitas de colores censuran los gustos
Ojalá supiera leer
Había espejos en los que nunca me encontré
Se fueron por el mismo resumidero
que tragó la ubicación exacta
de la heladería
Hay baños de chocolate
Hay patios pequeños en una casa que lo contiene todo
Tengo la edad para saber que es un
mostrador de mármol y sobre él
mi vieja pasa el helado
Rezuma el resumidero
Aguas
Todo es un poco negro cuando te quiero encontrar
Hay peatonales que crecen y desaparecen
Heladerías
Algo se derrite y mi viejo siempre trae servilletas
Algo se pega
Otro cono que cruje en el recuerdo
Otro límite que no se extraña en la habitación
Otro día que pasaba sin extrañar esa heladería







Un churrinche que vuela en un día nublado
Un truco de magia de mi viejo
Mi vieja y la sopa de avena
El desierto de Atacama iluminado por la luna
Mi abuela cantando "... todo todo se olvida"
El primer gato que me adoptó parado afuera de la ventana
Enterrar las formas de una abuela que todavía se puede abrazar
Cuando me levanté y me sentí en paz
Las tardes con discos en la casa
Las tardes con bandas en la casa
La máquina de escribir
El primer colectivo de la pandemia
Un pasillo que tiene un espejo
Un hombre parado dentro de un archivo
Un hombre que mira las moscas
Una mosca que se descompone en el banco
Llamen una ambulancia, sus amigas la socorren
Le muestran los fundamentos del vuelo
La zamarrean, la protegen, la reaniman
En este archivo sólo se repiten momentos felices







El tiempo está detenido, lo agarraron robando
Pide perdón, el mostrador del chino dice que ese señor roba conservas
Reza, reza, el cartel muestra el tiempo y su botín
El frasco de los deseos
Dice que lo consuman preferentemente antes de
Vencer ¿Eso quise decir?
Qué caro coctel, todos cuadraditos
Supuestamente es pera
Quizá sea piña
Mucho durazno, una cereza
El líquido saturado de azúcar y restos
Todo sabe igual cuando se guarda en latas
Deseos conservados
Fruta guardada







Pablo Koss
Poemas inéditos cedidos por el autor para Nueva Provenza

martes, mayo 21, 2024

Cinco poemas de Alejandra Arreola


¿dónde nos van a sentar hoy?
dijo el señor palero
en la feria de la cultura y el libro
luego, le propinó a su nieta:
anda, súbete hija
recítales algo
y ese fue el mejor poema que escuchamos
durante el flaco y pobre programa
de la capital mundial del libro







como los pepenadores
que cuelgan pedaceras de cosas
en carritos del supermercado
cadenas
pañuelos rotos
partes de un peluche
un día, sentado en tu silla de ruedas
sereno, dijiste: mira
ese insecto tiene un rombo rojo en la espalda
el insecto era minúsculo
y yo no sabía ver
a ti te gustaba coleccionar baratijas
bajo tu cama encontramos
jarritos, juguetes, silbatos
que anudabas en cordeles
y cosías, por dentro del saco
mi madre y yo te inspeccionábamos antes de salir
para arrancarte todo eso
así como te arrancamos
tantas otras cosas
estabas hecho todo un coleccionista: un performer
de la pedacera conservo
una mini muñeca tarahumara
que me mira con su pañuelito en la cabeza
y un anillo muy gastado y muy opaco
que podría ser de plata
a mí también me encantan las cosas de segunda
y las miniaturas
anoche anudé con hilo dental
un botón de concha de nácar a un anillo de plástico
avanza el día y me parece
tan coleccionable







la madre de Allen Ginsberg era distinta
la madre de Allen ingresó
al neuropsiquiátrico
cuando él tenía doce años
yo tenía dieciocho
cuando llevamos a mi padre al psiquiátrico
el día del secuestro del sentido
del lenguaje
mamá papá poeta
idilio, en la naturaleza
desde entonces hablo sin sentido
para desterrar algo
sin esconderme
y voy al tuntún
treinta y ocho años
de paso tuntún







conservo el ticket del día
que comimos pastel de miel
poesía y crema dulce
en las tripas
a Francis Grasso
dj de música soul
se le atribuye
la sincronización del ritmo
en las tornamesas
capas de libros:
componen la biblioteca
capas de discos: la discoteca
capas de estupidez
y capas de crueldad
en la pista de baile
capas de placer
al señalar al otre y denigrarle
las juventudes hitlerianas se unen
a la revolución del desencanto
pero hace días
comimos pastel de miel
te vi bailar desnuda y comprendí
el sentido de la estética
la sincronización del ritmo
antepasado, antefuturo
y bailamos música
elegida por nosotras







            sin poesía: piden las máqui-
            nas de voz pregrabada: y pon
            atención, todo lo que hacen es
            político, manifiesto, selfie, ma-
            nifiesto, se tiran un pedo: acto
            político, espacios políticos para
            sujetos políticos, las máquinas
            de voz pregrabada tienen princi-
            pios, te señalan y se autoprocla-
            man insurrectas, expiden grasa
            requemada: manifiesto, selfie,
            manifiesto

por eso el demonio es mejor
él no hace llamamientos,
camina libre, sensual
y caído en la tierra: goza







Alejandra Arreola
pegamento y solvente
Pitzilein Books, 2024

martes, mayo 14, 2024

Seis poemas de Gertrude Stein


Un perro

Un monito va como un burrito esto significa que quiere decir que significa que cuanto más se va más suspira. Déjalo. Un monito se va como un burrito.





Una sombrilla montada

Cuál fue o no el propósito de dejarla ahí donde se podía colgar cuál fue el propósito si ahí no había posibilidad incluso de verla llegar ahí y comprobar que era linda y la manera en la que se hacía notar era la correcta. La lección consiste en aprender que sí se nota, que se nota y que nada ahí es nada, que ahí no hay más que hacer al respecto y justo ahí hay mucha razón para establecer una mutua relación.





Sombreros coloreados

Los sombreros coloreados son necesarios para mostrar que los rizos se llevan con una suma de espacios vacíos, esto hace la diferencia entre líneas sencillas y los estómagos prominentes, el elemento menor está iluminado, el menor elemento quiere decir una pequeña flor y un gran retraso un gran retraso que crea más enfermeras que niñas pequeñitas en serio niñas muy pequeñitas. Una luz es tan limpia que casi todo muestra perlas y  caminitos. Un sombrero largo es alto y soy yo y toda la familia.





Verdura

Qué es cortar. Qué es cortarse por eso. Qué es hacer un corte de eso.

Fue un berro una medialuna una cruz y un grito desigual, era una pendiente cuesta arriba radiante y sensata con pequeños dentritos y roja.

Noticias, noticias capaces de causar regocijos, cortado en zapatos, probablemente debajo de un corazón calizo que combina todo esto.





Cocoa y caldo y naranjas y avena

Sopa de duelo, supón que es pregunta, supón que es mantequilla, es real, es tan real, únicamente descarga, nada más una descarga y cuándo no.

Ay no, cuándo no, desde cuándo no, ah no desde cuándo no, ay no desde cuándo no ay no cuándo desde cuándo, ah no desde cuándo, ay no desde cuándo no, oh no, ay no desde cuándo, cuándo no, ay cuándo no, ay cuándo no.





Un plato

Una ocasión para un plato, un recurso ocasional está en comprar y en qué tan pronto se habilita lavar una selección de lo mismo pero más prolijo. Si la fiesta es pequeña se pide una canción jocosa.

Platos y  un juego de porcelana pintada. Empacarlos juntos con una cinta y es suficiente con eso para proteger el centro, causan un apuro y se acumulan mejor mientras se enfrían, recolectan más temblor y ni siquiera ningún temblor, hacen de todo para ser una iglesia.

Un tamaño triste un tamaño que no es triste es azul como cualquier tono de azul es precoz. Un tipo de verde un conjunto verde y nada plano nada lo suficientemente plano y más redondo, curiosamente un color particular, nada que rompa la pérdida de ninguna pieza pequeña.

Una espléndida dirección una dirección verdaderamente espléndida no se muestra con mostrar libremente a una flor, no se muestra con una marca ni al mojar.

Corta corta la blanca, corta la blanca al último. Córtala más que cualquiera y muéstrala. Muéstrala por el tallo y al inicio y en la noche está llegando la complicación.

Una lámpara no es el único indicio de vidrio. La lámpara y el pastel no son los únicos indicios de una piedra. La lámpara y el pastel y el betún no son por completo la única necesidad.

Un plan un enérgico plan, una enfermedad bajo presión sin café, sin tarjeta o un cambio para predisponer a cada forma, un plan que tenga tal exceso y tal rompimiento es lo único que muestra empacho.




Gertrude Stein
Botones tiernos
Traducción: Lorena Huitrón Vázquez
Aquelarre Ediciones, 2024

domingo, abril 28, 2024

Cinco poemas de Reina María Rodríguez

Tango Wow

Ellas bailan en medio del salón
descalzas:
una se reclina hacia atrás,
se abandona,
y las lámparas crepitan.
Los convidados se mezclan con los músicos
(es una boda cara).
Me entero por el gesto
curveado
o por la música que imagino
que están bailando un tango:
el salón es el más blanco del Yale Club, en NY,
es noviembre del 2001
(otro dulce noviembre como en la película),
pero desafortunadamente
no somos tú ni yo.





Segunda boda

Me casé con el pelo mojado
un 3 de septiembre de 1982,
y en la notaría me reía,
mientras lo notaria advertía
que aquello: «era muy serio».
Pero yo no dejaba de reírme,
y él compró tres girasoles
como mi pelo amarillo
–mojados también–,
y caminamos por Mercaderes
arriba, abajo... arriba, abajo.
Lloviznaba con el sol afuera,
y esas, dicen,
«son las nupcias de la hija del diablo».
Hacía sólo quince días
que lo había conocido,
y no pude resistir la tentación:
«de aquel azul que aún busca su ojo,
su inocencia».
Me casé y me descasé
con la misma sonrisa,
y con la misma frase de una notaria
regañándome,
seis años después.





Prado y Ánimas

Detrás de la V rota del cristal,
ella «humisquea»
con unos lentes grandísimos.
Vuelve a mirar por segunda vez.
Al fin, se decide
y entra.
¿Cuánto vale un café? —pregunta.
Retira los ojos de cuarzo,
pero no se va.
Agachada todo cuanto su cuerpo puede,
le envía con la palma de la mano
un beso al dependiente.
Él la invita a pasar.
Ella, que «no» con la cabeza,
pero que «sí» con el pie,
por fin entra al establecimiento.
El dependiente le paga un café,
y la V se recompone
contra el vidrio.





Gitana en la cuesta

Tropecé con una gitana
con un ramo de romero entre sus manos,
ensortijadas.
Quería leerme la buena suerte (o la terrible)
que vendrá.
Quería engañarme más,
¡si eso fuera posible!
Fue difícil convencerla
de que era más pobre que ella,
y de que mi suerte
no tenía remedio ya.
Sus perros me olfateaban
para comprobar si mentía,
y luego se alejaron
convencidos de que no tenía
un destino ni un céntimo.





Fotos para un documental

«Todas íbamos a ser reinas»,
a navegar por cuartos antiguos
con mármol rosado
en las columnas.
A ponernos batas de seda
que se arrastran
hasta el piso alfombrado.
Íbamos a comer caviar
con forma de maripositas,
pero no nos dejaron (y a ellas tampoco).
Nos trastocamos en lo que no queríamos ser,
y hemos perdido en la apuesta,
la vergüenza.

Me abanico en la portada
de un almanaque vulgar,
esperando la máscara contra el rostro
de esa mujercita bronceada o pálida
que nos tocó representar.
Cuando a penas no nos dejaron
sobrevivir por bárbaras:
cuelga las prendas de la desesperación
de ese final que se acerca sigiloso
por una tendedera expuesta a todos
¡como final al fin!
Otros llevarán sobre sí la condena
de nuestros cuerpos,
mustios.

Cuando cansada de este lugar
que suponíamos nuestro,
solamente pudimos ser lo que pudimos:
medianamente vivas,
medianamente muertas
sobre el falso paso del viento
otoñal.





Reina María Rodríguez
Las fotos de la señora Loss
Padilla Libros Editores y Libreros, 2019

domingo, abril 21, 2024

Cinco poemas de Denise Levertov

Un gorrión gris se dirige al oído de la mente

En japonés
la lengua del ojo
de la mente
un bisílabo
alude al
borde de la lluvia
aferrado al alero
y las verdigrises
frondas del
perejil salvaje.





Averiguación

Usted que puntual
sale a matar, ¿sabe usted
que hay ojos observándole,
ojos a los que usted quemó los párpados
que ven cómo se come usted un filete
y compra carne de mujeres jóvenes,
revende lo logrado en el economato militar
y se queda dormido?
No tiene muchos años,
aquella cuyos ojos
le conocen.
Le sobrevivirá.
Vio cómo
sus cinco hijos pequeños
morían retorciéndose;
en esa hora
se puso a observarle,
ella la de los ojos abiertos para siempre.





Hablándole al dolor

Ah, dolor, no debiera darte el trato
de un perro vagabundo
que llega hasta la puerta trasera por si logra
un trozo de pan duro, un hueso mondo.
Debería confiar en ti.

Debería halagarte y conseguir
que pasaras adentro y ofrecerte
un rincón propio,
con una vieja alfombra para echarte
y tu propia escudilla.

Te piensas que no sé que llevas tiempo
instalado en mi porche.
Quieres que quede listo tu sitio genuino
antes de que sea invierno. Necesitas
tu nombre, tu collar, la chapa
de identificación. Y necesitas
el derecho a espantar a los intrusos,
a quedarte en mi casa y
sentirla como propia,
a mí como algo tuyo
y a ti
como mi propio perro.





La antífona

L'Esprit souffle dans le silence
la où les mots n'ont plus de voix.
Anónimo

Y entonces otra vez
se vuelven elocuentes—la lluvia que gotea
de las ramas, las losas de la acera
desiguales sin más, los brotes que arrancara la tormenta
brillando en rojo intenso,
el silbador moteado, indiferente
y algo desaliñado—todo ello
halla su voz: la bendición empapa
el suelo y las semillas que duermen en invierno.





Pacto roto

Un rostro se hace viejo mucho antes que una mente.

Y muslos, brazos, pechos
adoptan una pose como de indiferencia.
Hartos del corazón que anheló tanto, prefieren olvidarse
de todas sus promesas anteriores.

Mas mente y corazón prosiguen
su plática animada,
discuten, se intercambian epifanías diversas,
a veces se les va toda la noche
en lamentos y antífonas.

Rostro y cuerpo les han tomado el pelo,

comparten soledad
sin saber bien qué hacer.





Denise Levertov
Antología poética
Traducción: Cristina Gámez Fernández y Bernd Dietz

domingo, abril 14, 2024

Dos poemas de Roberto Cruz Arzabal

La inminencia de un dios

No pintes el cuerpo,
pinta lo que el cuerpo mueve,
la mano del hombre que sostiene un mundo,
una rama a sus espaldas,
un brote de naturaleza muerta, un bodegón sonoro.

No pintes el cuerpo,
pinta su respiración,
su alveolo comprimido,
pinta la fuerza del aire en la burbuja,
lo que se ve también se oye
el choque del aire
contra el aire
ritual
     molecular.

Lo molar es otra cosa (un cuerpo ajeno).

No pintes las manos
ni la ropa desgarrada, burbuja de interior,
traza la nervadura,
traza la cauda del jabón, su golpe circular.

La inminencia de un dios en su quietud.

[Jean-Siméon Chardin, Les Bulles de savon]





Piensa Don Draper mientras lee a Frank O'Hara

a Irene Artigas

No soy nunca lo que pienso, lo que escribo
o lo que firmo, soy, acaso,
y si se me permite,
un instante en el recuento.

–No hace falta un verbo
que exista o que frecuente
para inventar o definir lo que hago,
como no existe nombre para lo que me hace;
no existe, ni debiera, ni siquiera si se piensa,
un verbo acertado para ser en la palabra
invención, o claustrofobia en un vaso de tormenta.–

Una nube me rodea, un vaso en posavasos y las cosas
que caen bajo su propio peso
–llamarse como amantes en un vaso–
y siguen cayendo entre el sonido de los hielos

sí, siempre, una vuelta
de tuerca a la nostalgia,
sí, siempre,
un motivo que revuelva, sí,
siempre, una idea que firma
y me construye, sí,
siempre,

siempre en disminución, no tan graciosos,
no sólo más oscuros, no solamente grises,
el cielo es un whisky entre las piedras
o una estación entre las ruinas.

Nunca soy lo que pienso, lo que escribo o lo que vendo,
soy, acaso, una anunciación, un milagro de la espera,
puedo ser, también, a veces, una firma, que te piensa

ecce homo el patriarcado
que rueda por las escaleras
o que flota en la piscina
al iniciar la proyección
–cuánto melodrama en nuestras vidas–

a veces, lo sé, soy yo mismo entre la lluvia.
A veces soy un alto río que
se mira en un espejo irregular.

El campo es gris
y también café y blanco por sus árboles,
pero el buzón es rojo e infinito
y traga en su panza de metal

–¿he dicho panza,
existe algo
más vulgar que los nombres de las cosas?–

el deseo de una generación perdida entre la guerra
y la opulencia. El crecimiento
no fue tal sino la pátina
en el anuncio espectacular
de nuestras vidas
–orgasmos fingidos para creer en ellos–.

Nunca soy lo que pienso, lo que amo o lo que vendo,
soy, acaso, un nombre robado en el vagón del tren,
soy, también, 
una creación circunstancial,
un aparato para volver al lugar en que no fuimos
amados, ni seremos nunca lo que somos:
el mundo no se detiene en nuestra ausencia
(no hay que tomarlo personal)

–la guerra nos circunda y circuncida,
la guerra es más hermosa que la Victoria de Samotracia
es más hermosa incluso que una campaña
de guerra
o de publicidad–

espero
que el drama de mi personalidad
luzca de nuevo hermoso,
interesante y, además, moderno,
que sea mi madre en un burdel
con tipografía clásica, moderna o modernista
y un deseo de diseño;

espero que mi nombre lo sea todo
porque yo no soy sino mi nombre
robado a un extranjero

y un vaso de licor en medio de las náuseas matutinas;
si lo pienso bien, en medio de la nieve que no llega
o a la mitad de la caída, quizá
no soy un nombre

sino una colección de escapatorias,
una mujer rubia que espera en casa
a que descienda un ángel,
o una letra al final de la escritura
a tinta y pulso firme
–también mi padre, un hombre que escribía con mayúsculas–
o un modo del mercurio, una hora pegajosa
o un nombre en la memoria:
quizá pueda ser yo de nueva cuenta.

[Mad Men T02E01, "For Those Who Think Young"]





Roberto Cruz Arrabal
Hasta que el musgo
Universidad Veracruzana, 2023

domingo, abril 07, 2024

Cuatro poetas palestinas


Oculto

Si pones un helecho
debajo de una piedra
al otro día será
casi invisible
como si la piedra
lo hubiera tragado.
Si escondes el nombre querido
bajo tu lengua
por demasiado tiempo
sin pronunciarlo
se convierte en sangre
suspiro
el pequeño aliento halado al aire
oculto dondequiera
en el fondo de tus palabras.
Nadie ve
el combustible que te alimenta.

(Naomi Shihab Nye. Traducción: Hermann Bellinghausen)







En busca de la medianoche

Él besó mis labios a la medianoche
Yo lo permití
Él me quitó la blusa
Yo lo permití
Él me quitó el sostén
y tocó mis senos
Yo lo permití
Él me quitó los pantalones
Yo lo permití
Me quitó mis prendas íntimas
y me miró, de pie
en este cuarto extraño, oscuro
blanco y negro
Yo lo permití
Una pequeña luz se desvaneció
en la ventana
vi brevemente
la ciudad donde vivimos,
pero no conocemos...

Luego él se equivoca
al pronunciar mi nombre
y yo lo detengo...
Le pregunto si alguna vez
ha sido exiliado o encarcelado
si alguna vez ha enviado
cartas a una mujer antes
amada pero que jamás
habrá de ver otra vez
si piensa que se puede regresar
a un amante aun si
el amor ya no fuera posible
una segunda vez,
le pregunto si acaso
había asaltado una pequeña tienda de víveres
o robado el pan de un campesino,
o si acaso había cruzado
los mares, costas y montañas
aun incapaz
de llegar.

(Nathalie Handal. Traducción: Germán Villamizar y Beverly Pérez Rego)







Polvo

El final
de mi largo camino
hasta donde yo llegue,
de cualquier destino,
es el premio de los años,
no el de llegar.

¿Por qué me apresuro?
¿Qué quiero en mi viaje
por esos desiertos
como una sombra fugitiva?

Mis pies consumidos por las rocas,
las olas del viento que siguen dando vueltas
y vueltas conmigo
mientras yo sigo a través de este vacío
de esta soledad.
Polvo, polvo
delante y detrás de mí; a mi alrededor, polvo.
Corro y corro; y en mis manos
sólo la ilusión, nada.

Cansada, cansada.
El final
de mi largo camino,
de cualquier destino,
es el premio de los años,
y aunque mi camino se alargue,
no es el de llegar.

(Fadwa Tuqán. Traducción: Manuel Jiménez Lucena)







Las tonalidades de la ira

Permítanme hablar en mi lengua árabe
antes de que también ocupen mi lenguaje.
Permítanme hablar en mi lengua materna
antes de que también colonicen su memoria.
Soy una mujer árabe de color
y nosotras venimos en todas las tonalidades de la ira.
Todo lo que mi abuelo siempre quiso hacer
fue levantarse y observar a mi
abuela postrarse y rezar
en una aldea escondida entre Jaffa y Haifa.

Mi madre nació bajo un árbol de olivo
en un suelo que, dicen, ya no es mío;
pero yo cruzaré sus barreras, sus checkpoints,
sus locos muros de apartheid y volveré a mi hogar.

Soy una mujer árabe de color
y nosotras venimos en todas las tonalidades de la ira.
¿Escucharon gritar a mi hermana ayer,
mientras paría en un checkpoint
con soldados israelíes buscando entre sus piernas
la próxima amenaza demográfica?
¿Y escucharon gritar a alguien
"¡estamos retornando a Palestina!"
detrás de las rejas de la prisión,
mientras le tiraban gas lacrimógeno en la celda?
Soy una mujer árabe de color
y nosotras venimos en todas las tonalidades de la ira.

Pero me dices que esta mujer que hay dentro de mí
sólo te traerá tu próximo terrorista:
barbudo, armado, pañuelo en la cabeza, negrata.
¿Tú me dices que mando a mis hijos a morir?
Pero esos son tus helicópteros,
tus F-16 en nuestro cielo.

Y hablemos un segundo de este asunto del terrorismo...
¿No fue la CIA la que mató a Allende y a Lumumba?
¿Y quién entrenó a Osama primero?
Mis abuelos no corrían en círculos, como payasos,
con capas y capuchas blancas en la cabeza
linchando negros.

Soy una mujer árabe de color
y nosotras venimos en todas las tonalidades de la ira.
"¿Quién es esa mujer morena gritando en la manifestación?"
Perdón. ¿Debería no gritar?
¿Olvidé ser todos tus sueños orientalistas?
El genio de la botella,
bailarina de la danza del vientre,
chica de un harén,
voz suave,
mujer árabe.
Sí, amo.
No, amo.
Gracias por los sándwiches de manteca de maní
que nos tiras desde tus F-16, amo.

Sí, mis libertadores están aquí para matar a mis hijos
y llamarlos "daño colateral".

Soy una mujer árabe de color
y nosotras venimos en todas las tonalidades de la ira.
Así que déjame decirte que esta mujer que hay dentro de mí
sólo te traerá tu próxima rebelde.
Ella tendrá una piedra en una mano y una bandera palestina en la otra.
Soy una mujer árabe de color...
ten cuidado, ten cuidado,
de mi ira.

(Rafeef Ziadah. Traducción: Nora Scaron)







Poesía palestina
VV. AA.
Alcaldía de Caracas/Fondo Editorial Fundarte, 2015
Lee el libro completo aquí.