domingo, agosto 28, 2011

Poesía nueva

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Poesía nueva ha dado en llamarse a los versos cuyo léxico está formado de las palabras "cinema, motor, caballos de fuerza, avión, jazz-band, telegrafía sin hilos", y en general, de todas las voces de las ciencias e industrias contemporáneas, no importa que el léxico corresponda o no a una sensibilidad auténticamente nueva. Lo importante son las palabras.
. . . Pero no hay que olvidar que esto no es poesía nueva ni antigua, ni nada. Los materiales artísticos que ofrece la vida moderna han de ser asimilados por el espíritu y convertidos en sensibilidad. El telégrafo sin hilos, por ejemplo, está destinado, más que a hacernos decir "telégrafo sin hilos", a despertar nuevos temples nerviosos, profundas perspicacias sentimentales, amplificando videncias y comprensiones y densificando el amor; la inquietud entonces crece y se exaspera, y el soplo de la vida se aviva. Ésta es la cultura verdadera que da el progreso; éste es su único sentido estético, y no el de llenarnos la boca con palabras flamantes. Muchas veces las voces nuevas pueden faltar. Muchas veces un poema no dice "cinema", poseyendo, no obstante, la emoción cinemática, de manera oscura y tácita, pero efectiva y humana. Tal es la verdadera poesía nueva.
. . . En otras ocasiones el poeta apenas alcanza a cambiar hábilmente los nuevos materiales artísticos y logra así una imagen o un rapport más o menos hermoso y perfecto. En este caso, ya no se trata de una poesía nueva a base de palabras nuevas como en el caso anterior, sino de una poesía nueva a base de metáforas nuevas. Mas también en este caso hay error. En la poesía verdaderamente nueva pueden faltar imágenes o rapports –función ésta de ingenio y no de genio–, pero el creador goza o padece allí una vida en que las nuevas relaciones y ritmos de las cosas se han hecho sangre, célula, algo, en fin, que ha sido incorporado vitalmente en la sensibilidad.
. . . La poesía nueva a base de palabras o de metáforas nuevas se distingue por su pedantería de novedad y, en consecuencia, por su complicación y barroquismo. La poesía nueva a base de sensibilidad nueva es, al contrario, simple y humana y a primera vista se la tomaría por antigua o no atrae la atención sobre si es o no moderna.
. . . Es muy importante tomar nota de estas diferencias.


César Vallejo
Amauta, no. 3, 1926.
Tomado de Las vanguardias latinoamericanas. Textos programáticos y críticos, de Jorge Schwartz, Fondo de Cultura Económica, 2002.

domingo, agosto 21, 2011

Un hijo con síndrome de Down

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Si tuviéramos un hijo con síndrome de Down sé que pondríamos una silla sobre el techo para que subiera a ser la bandera de nuestra patria.

Nada era borracho en ti / hasta que llegué yo rompiéndome. Ahora no parece importante la alfombra que tuve que botar por las manchas de vino / ahora brillo en tu rubor, así como slogan de maquillaje para señoritas adineradas, así como queriéndote en una desgracia tan linda.

En este cielo todo es diminuto como una estrella / te quería invitar a mi rabia para que la convirtiéramos en ropa / pero ni te imaginas MI amor. Es cierto, me viste llorar sin sentir asco de un fluido que no va a ninguna parte / anoche chocamos contra el vidrio como polillas creyéndose piedras / guardo todos tus movimientos como postales rotas / ni te imaginas MI amor.

Si tuviéramos un hijo con síndrome de Down yo le enseñaría a suicidarse sin morirse.

Anoche gastaste todo tu dinero en alcohol y todo eso fue para que yo durmiera a tu lado y soñara con arañas blancas que va pariendo el viento. Si tuviéramos un hijo con síndrome de Down me gustaría que soñara ese sueño.

Si tuviéramos un hijo con síndrome de Down le enseñaría a bailar mal y tú le peinarías los cabellos dorados con sus autos de juguete / Tenemos tanta tierra en los ojos / Tenemos tanta sed ahora que todo se nos quema y nos invertimos en lo que nos deja la noche. Sin embargo, mira cómo brillan las lágrimas de alcohol evaporándose rápido como angelitos transparentes.

Si tuviéramos un hijo con síndrome de Down no podríamos dejar de amarnos ni aunque muriésemos masacrados por la pobreza.

Si tuviéramos un hijo con síndrome de Down tú le comprarías una ropa tan linda que yo no podría dejar de llorar y besarte / pero ni te imaginas MI amor / ahora piensas en que el sexo de toda cosa es un infierno sin darte cuenta de que saltan diablitos bolivianos de tu pecho al mío y el resto me importa un carajo / ahora piensas en nuestro hijo Down / piensas en su nombre de hombre y en el agüita bautismal que regurgitarás sobre su pecho.

Tenemos que dejar de dolernos así como si nos gustara mucho esa sospechosa categorización del amor. Si tuviéramos un hijo con síndrome de Down no podríamos dejar de amarnos ni aunque muriésemos masacrados por el aburguesamiento.

Mírale la carita a nuestro hijo / se parece tanto a nosotros que nos hemos convertido en Down y somos felices para siempre.


Pablo Paredes
Mi hijo Down
Black & Vermelho, 2008.

domingo, agosto 14, 2011

La fe son los objetos

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Una muñeca de amarillo y unas flores
poco trabajo te dará conseguirlas.
Y no hay que desvelarse
(cuando tratas con dioses tan antiguos)
por la fe que le pongas.
Más viejos que Jehová,
ellos no exigen fe, sino unas contundencias:
las flores en el vaso,
la muñeca en la sala.
Ofrendas,
y recibes a cambio.
Al modo de las tribus,
anterior al dinero.
La fe son los objetos.

Yo colgué en la ventana
un mono de peluche
(para que dejen de monearme,
me advirtieron)
y ahí lo zarandea el viento.


Antonio José Ponte
Diario de Cuba
2 de febrero de 2011
www.ddcuba.com/de-leer/la-fe-son-los-objetos

domingo, agosto 07, 2011

Petróleo

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Antes pensaba que ahora los poemas
simplemente brotarían.
Como un proceso natural, dormir e invernar en invierno,
sin expectativas, y luego la lengua, que estuvo cargando
sol & aire y que ahora está toda caliente y rebosante, minaría la tristeza.
Somos melancólicos, es un hecho. Somos melancólicos
porque nos queda bien y porque luce mucho
y porque pensamos que así es como más les gustamos a las mujeres.
Que es lo único que cuenta.
El asentimiento, las sonrisas y el calor de estos seres;
de todos modos, cuando entran en un lugar,
todas las creaciones inmortales del espíritu palidecen de inmediato.
Además de ellas, que siempre están de moda, hoy día está de moda Toscana.
Sobre todo queda bien ser un poeta yanqui en Toscana.
Primero llegó Goethe, después los Lake Poets e
Izidor Cankar y tras él todos los demás para
cobijarse bajo el ala de Dante.
De paso, uno hace una breve visita a Venecia
y toca las tumbas de Pound y Brodsky.
Y una visita a Rapallo donde, en nombre de la pureza
de la raza, levanta el brazo al aire y firma
algún tratado. Y después, al regresar a casa,
los poemas están llenos de palabras italianas
que son tan suaves y refinadas, llenas de cultura y ruinas.
Y los editores las aceptan asintiendo con aprobación.
Y los críticos escriben: Qué belleza, qué erudición.
Ha regresado a la cuna, a la tradición. Qué recursos
estilísticos. Qué superación del propio talento.
Ha trasplantado a San Gimigniano y al Duomo de Florencia
al Valle de la Muerte.
Pero yo sigo aquí. Clavado en un lugar.
Consagrando este pedazo de tierra que ocupo.
Mido 188 cm, peso 78 kg y tengo 37 años.
No tengo ningún maravilloso De Kooning que pudiese
anhelar. No tengo ni siquiera un maravilloso Jakse.
Pero tengo el maravilloso equipo de fútbol
Girondins Bordeaux. Cristophe Dugary, nº
26. En cuanto se me cure la pierna, mi regreso
a la cancha está garantizado. Los pibes
del barrio estarán encantados.
Se acerca el primero de mayo. La fogata será alta, seguro.
Y el habla de la gente alrededor de ella
desesperará incluso al lingüista menos serio.
Hay algo cosmopolita en el provincialismo,
en el aislamiento, la posibilidad de un nuevo descubrimiento del fuego
que arde de arriba hacia abajo, de un nuevo descubrimiento
de la rueda que gira en los dos sentidos al mismo tiempo.
Al día siguiente, la marcha tradicional al monte de Mrzlica.
Volveremos a llevar las remeras con la inscripción:
"Proletarios del mundo, únanse."
Desde distintos puntos acudiremos otra vez
a los refugios de montaña, tiritando de frío, con una mirada sombría,
pero con fanatismo y fe por dentro. Como durante todo el siglo veinte,
volveremos a leer El Capital durante el día
y la Biblia durante la noche. En lugar de drogas,
alcohol y mujeres livianas buscaremos detonadores para
colocarles una bomba a los capitalistas
o al menos minar una letrina abandonada
en el campo. Volveremos a juntar las cabezas
para organizar una huelga,
tramar un complot, escribir alguna tesis
porque la revolución es algo permanente y los poetas
serios tienen que estar en las primeras líneas de combate.


Uros Zupan
Poesía eslovena contemporánea
Selección y traducción: Marco Jensterle
Gog y Magog, 2006.