martes, noviembre 30, 2004

Arte poética II

Descubro, después de todos estos años, que soy un creyente:
Creo en lo que el trueno y el relámpago tienen que decir;
creo que los sueños son reales,
y que la muerte tiene dos represalias;
creo que las hojas muertas y el agua negra llenan mi corazón.

Voy a morir como una nube, bello, blanco, lleno de nada.

El cielo nocturno es un ideograma,
una tarjeta de códigos perforada con hoyos
que piensa que es la palabra de lo que está por venir,
que piensa esto, pero que es solamente La Biblioteca del Último Recurso,
la luz reflejada de El Gran Malentendido.

Dios es el fuego al que mis pies están atados.


Charles Wright
Apalaquia
El tucán de Virginia, 2004
Traducción: Valerie Mejer y E.M Test

viernes, noviembre 26, 2004

no voy a dejar que me quieras

no voy a dejar que me quieras
así como así en el límite
de lo imposible acariciándome el pelo
no voy a dejarte
aunque me sienta el más desdichado de los perros
ya me arranqué de la correa
precipitado hacia un abismo mudo
otro amor atenazado no me deja
ser el mismo que te busca
en el límite de lo imposible
estoy fuera de tu órbita
así como así lo he decidido
con toda la rabia chorreándome el hocico
husmeo en los rincones apartados huesos
roídos hasta el hartazgo
como una droga del olvido
no voy a dejar que me quieras
en la entrada de tu guarida
hay cuerpos desparramados un imán
con metales oxidados que dan frío
yo chapoteo en mi barro troto
sin rumbo por calles vacías
combato no sé bien qué
pero combato contra mi orgullo
de bestia herida te regalo la única
flor en el jardín abandonado
toda una identidad que se desploma
en el páramo de voces acechándome
no voy a dejar que me quieras así
por lo que más quiero
y no me quiero
y no me callo
y te prohíbo que me entiendas


Javier Barreiro Cavestany
animal sin manada
Umbral, 2000.

martes, noviembre 23, 2004

Petición de mano

Sigue amor mío, síguete, sigámonos.
Sólo estando juntos podremos despistarles.
Sólo juntos podemos volcar el matrimonio,
¡hacerlo saltar en astillas!

Déjalos bisbiseando, abriéndose
y cerrándose, los labios de la Excusa.
Aparta tu oreja de la boca
de tu runruneante preceptor.

¿Qué puede decirte? ¿Qué otra cosa
sentir tú en su aliento, amor mío,
sino el olor delicado y repugnante de la muerte
y el aire frío del vacío?

Asómate... ¿qué ves? ¿Qué
más podrías ver sino la rala oscuridad
y la mortaja, sola,
albeando en el fondo del sepulcro?

Ten cuidado con los casados que se retiran temprano.
Témeles.
Al Marido, a su Trabajo, a su Mujer, témeles.
No les toques ni te toquen. Yo, les tiemblo.

Es contra nosotros que se han casado.
Es contra ti y contra mí, amor mío,
que ellos se retiran temprano a su trabajo:
los productores, los engendradores, los publicadores de libros.

Son el Demonio. El Demonio, más activo que Dios.
Es el Diablo y su banda de muertos laboriosos.

Si oyeres algún ruido. Cualquier ruido
al otro lado del mundo, al otro lado
de la noche;

cualquier ruido sospechoso y prudente de falso día,
de clandestino taller sepulcral,
de disimulada fábrica de pasado;
aviva tu ocio.

Oponles tu presente de poderosa caducidad.
Que son ellos, amor mío, ¡siempre los mismos!
¡Los muertos enterrando sus muertos!

¡Desenterrándolos
y enterrándolos
y volviéndolos
a desenterrar!


Carlos Martínez Rivas
La insurrección solitaria y Varia
Visor, 1996.

viernes, noviembre 19, 2004

Anatomía (fragmento)

7.
Si la escalera, si nada
Más la piel raspada el polvo.
Y era un olor también
--entonces desde entonces--
A mar abierto al mar
Sin sol. Agua
Sin cáscara la transparencia.

Mejor no haber bajado; y allí seguimos.
Ya no se sale nunca de un hotel
Y ya tampoco volveremos. O yo si
O tú. Entonces fue se olor a manzanas
Quemadas, a tanto miedo de amanecer
Sin ruidos. No la lluvia
Aunque nadie nos esperaba al separamos
Las paredes para nada
Separar. ¿Cómo subir por la misma escalera?
Aquella vez... Al mar quizá
Quizás, porque no toca el último escalón
La arena.

Alfonso D´Aquino
Naranja verde
Vuelta, 1996.

martes, noviembre 16, 2004

Gran sertón: veredas (fragmento)


¿Para qué referirlo todo en el narrar, por menos y menor? Aquel encuentro nuestro se produjo sin lo razonable común, sobrefalseado, como de lo que sólo en periódico y en libro es donde se lee. Hasta lo que estoy contando, después fue cuando pude reunirlo recordado y verdaderamente entendido; porque, mientras una cosa así se ata, lo que uno siente más es lo que el cuerpo propiamente es: corazón latiendo fuerte. De lo que el que: lo real rueda y se pone delante. --"Ésas son las horas de uno. Las otras, de todo el tiempo, son las horas de todos", me explicó mi compadre Quelemén. Como si fuese como estando lo trivial del vivir hecho un agua, dentro de ella se esté, y que todo lo junta y amortigua: sólo raras veces se consigue salir con la cabeza fuera de ella, como un milagro: pidió el pececito. ¿Por qué? Diz que le diré a usted lo que no es tan sabido: siempre que se comienza a tener amor a alguien, en el runrún, el amor agarra y crece porque, de cierta manera, uno quiere que eso sea, y va, en la idea queriendo y ayudando; pero, cuando es destino dado, mayor que lo menudo, uno ama enterizo fatal, necesitando querer, y es un sólo darse de cara con las sorpresas. Amor de éste, crece primero; cuando brota es después. Mucho hablo, lo sé; machaqueo. Mas sin embargo es preciso. Pues entonces. Entonces, respóndame usted: ¿el amor puede venir del demonio? ¡¿Podrá?! ¿Puede venir de uno-que-no-existe? Pero convenga usted callado. Pido no obtener respuesta; que, si no, mi confusión aumenta. Sabe, una vez: en el Tamandua-tán, en el barullo de la guerra, venciendo yo, entonces me estremecí en un golpe claro de miedo; miedo sólo de mí, que yo más no me reconocía. Yo era alto, mayor que yo mismo; y de mí mismo riéndome, carcajadas daba. Que yo, de repente me pregunté, para no responderme: --"¿Eres tú el rey-de-los-hombres...?" Hablé y reí. Relinché, como un caballo cimarrón. Disparé. Soplaba el viento en todos los árboles. Pero mis ojos veían sólo el temblor del polvo. ¡Y más ya no digo; mus! Ni usted, ni yo, nadie no sabe.

João Guimarães Rosa
Seix Barral, 1975.
Traducción: Ángel Crespo

viernes, noviembre 12, 2004

Venus en el pudridero (fragmento)

Una bala disparada por un niño que te ama, te mata.
La droga del médico que te odia, te cura.
Es la palabra lo que me hizo vivir. ¿Es mentira la droga?
El sol alumbra para buenos y malos.
Aquel filósofo que, para probar la honestidad de su doctrina,
citó a Mucio Scévola cuando testimoniándose
sobrepuso la mano en una llama.
"¡Imposible!", clamaron los discípulos de Nietzsche, y éste,
serenamente, colocó una brasa en su palma.

Y si hubiera anestesiado su mano, ¿qué diríais?

Yo sé: Venimos de la Palabra:
nuestro destino es regresar.
El canto creó al pájaro y no el pájaro al canto.

Entre la yemas recién húmedas del secretísimo rododendro,
un ruiseñor está volviendo a ser canto,
todo canto y solamente canto.

Veo caer al pájaro fulminado por su canción:
corteza vana, luna transitoria,
¡cáscara de su propia luz!


Eduardo Anguita
As de copas, año 5, no. 21
http://www.asdecopas.cl

martes, noviembre 09, 2004

Sé que ha de volver...

Sé que ha de volver
nuevamente este tiempo.
Lo sé, mas para mí, que no soy nada,
cualquier cosa precaria,
como la primavera, es preciosa.


Tsurayuki
tomado de las Seis Antologías, circa 950-1190.

Jaques Roubaud
El sentimiento de las cosas
Miguel Castellote Editor, 1972.
Traducción: J. Ignacio Fontes

martes, noviembre 02, 2004

Los adagios (fragmentos)

En poesía, hay que amar las palabras, las ideas, las imágenes y los ritmos con toda la capacidad con que uno ama cualquier cosa.

***

El poeta es el intermediario entre la gente y el mundo en que viven así como entre la gente entre sí; pero no entre la gente y algún otro mundo.

***

Estar al final de la realidad no es estar al comienzo de la imaginación, sino estar al final de ambos.

***

Al menos en poesía, la imaginación no debe desligarse de la realidad.

***

Es más fácil copiar que pensar, de ahí la moda. Además, una comunidad de personas originales no es una comunidad.

***

Nada podría ser más inadecuado a la literatura norteamericana que su origen inglés, ya que los norteamericanos no son británicos en su sensibilidad.

***

La sentimentalidad es un fracaso del sentimiento.

***

El realismo es la corrupción de la realidad.

***

Perder la fe es crecer.


Wallace Stevens
Los adagios
Verdehalago/ UAM/ Editorial Ponciano Arriaga, 1996.
Traducción: Moisés Ladrón de Guevara