jueves, mayo 26, 2005

Manifiesto de poesía "Palo-del-Brasil" (1924)

(Fragmentos)

El lado docto. Fatalidad del primer blanco aportado y dominador político de selvas salvajes. El bachiller. No podemos dejar de ser doctos. Doctores. País de dolores anónimos, de doctores anónimos. El Imperio fue así. Eruditamos todo. Olvidamos el gavilán de penacho.
La nunca exportación de poesía. La poesía anda oculta en los bejucos maliciosos de la sabiduría. En las lianas de la morriña universitaria.

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Pero hubo un estallido en las enseñanzas. Los hombres que sabían todo se deformaron como globos inflados. Reventaron.
La vuelta a la especialización. Filósofos haciendo filosofía, críticos crítica, amas de casa tratando de cocina.
La poesía para los poetas. Alegría de los que no saben y descubren.

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Contra el gabinetismo, la práctica culta de la vida. Ingenieros en vez de jurisconsultos, perdidos como chinos en la genealogía de las ideas.
La lengua sin arcaísmos, sin erudición. Natural y neológica. La contribución millonaria de todos los errores. Como hablamos. Como somos.

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No más brasileños de nuestra época. Lo necesario de química, de mecánica, de economía, de balística. Todo digerido. Sin mitin cultural. Prácticos. Experimentales. Poetas. Sin reminiscencias de apoyo. Sin investigación etimológica. Sin ontología.

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Bárbaros, crédulos, pintorescos y tiernos. Lectores de diarios. Palo-del-Brasil. La selva y la escuela. El Museo Nacional. La cocina, el mineral y la danza. La vegetación. Palo-del-Brasil.


Oswald de Andrade
Obra escogida, Biblioteca Ayacucho, 1981.
Selección y prólogo de Haroldo de Campos.
Traducción del "Manifiesto Palo-del-Brasil": Héctor Olea

jueves, mayo 19, 2005

Tres poemas de Jorge Eduardo Eielson


No hay poesía hay solamente

Vida. Lo que pasa es que la gente
No sabe que la poesía
Es vida y sobre todo
Que la vida es poesía
Todo eso es viejo se dirá
Pero qué importa. Todo es también
Completamente nuevo
Todo es manzana cuando escribo
Y nada es banana
Si no me da la gana


De pronto la conversación

Se volvió oscura
Ninguno de los dos entendió
Al otro. Desapareció el teléfono
El agua y la luz dieron origen
A un antiquísimo follaje
En el que no brillaba el sol
Ni la luna. Nuestra conversación
Llegó a ser tan oscura
Que se convirtió en un pantano
Y nosotros dos
En gusanos


Veo las líneas de Nazca

En la palma de mi mano veo
La cola del mono en mi cerebro
Y muchas otras líneas
Que atraviesan mi pupila
Mi corazón y mis sentidos
Y terminan en el suelo
En radiantes espirales
Como si brillaran
Como si copiaran
Las del cielo


Jorge Eduardo Eielson
Sin título. Milán 1994/ 1998.
Pre-Textos, 2000.

viernes, mayo 13, 2005

Debilidades de la poesía

Hacia 1892 me sobrevino un cierto menosprecio por la poesía y los poetas debido a las debilidades que encontré en la mayoría de ellos, aun en los más célebres. Observé por una parte que vivían sobre un fondo de ideas miserablemente ingenuas y comunes (lo cual hacía que un poeta del año 1000 a. C. fuera todavía legible), y advertí además que tampoco ejercían los poderes del espíritu e ignoraban los desarrollos imaginativos provenientes de la ciencia, etcétera. Por otra parte, en el propio oficio no habían buscado la perfección, es decir, no se habían preocupado por la continuidad poética y por la composición tanto como hubieran podido hacerlo (a la manera de la música, que acentuó su progreso técnico desde el siglo XVI hasta nuestros días). Una frase de Poe en el Arnheim me dio mucho que pensar.


Paul Valéry
Notas sobre poesía
Col. Poesía y poética, Universidad Iberoamericana, 1995.
Selección y traducción: Hugo Gola

jueves, mayo 05, 2005

Alfalfa

Estar ahí

miembros
o
palabras

pero sobre un brazo
desbordé

como el viento

*

Amo
la altura que al hablarte
he alcanzado
sin tener

pie.

*

Palabras

antes de mí
la blancura de lo ignoto

donde
las pongo
es

amistosa.

*

Como ensanchado más allá de su
lengua
respirar

perdido.

*

Para ti
como la nieve

antes de que nieve.

*

Montaña

que traigo
hacia mí

para pasar afuera.

*

Dormí
en el espesor del batiente.

*

No hay aire
que no se haya roto

y

aire llegar

escindir.

*

Fuego

sin la pesantez
del frío
de lo que falta por quemar.



André du Bouchet
Araire. Una antología
Aldus, 2005.
Selección y presentación: Franc Ducros
Versión al español y prólogo: Jorge Esquinca