domingo, enero 28, 2024

Un poema de Julia Díaz, Mayra Giménez y Gisella Rivas

Kartoner@s

Hoy te voy a dejar momentos
por los q pasamos lxs kartonerxs
hoy voy más kon la pura y cruda realidad
de esos momentos de mierda
q tenemos q aguantar
Uno labura de lo q puede
y hay veces en las q no hay elección
Me ha tokado kartonear
en un auto enganchado a un tráiler
y tracción a sangre
(karro y kaballo)
exigiendo a un pobre animal
a q kada vez q veo algo amenazante
q korra
y pareciera q lo hace
por nuestras vidas
Y pienso así por pensar
si será q se da kuenta de q algo sí o sí
tenemos q kargar...
Otros van
en kamiones y kamionetas
kolgados komo monos de un árbol
por q no hay lugar
y las prioridad es laburar...
Otros tiran de un karro a mano imaginando
q korren la maratón caminando kilómetros y kilómetros
todos kon ojos de alkón
poniendo a full todos los sentidos
cruzando de provincia a kapital
y volviendo de kapital a provincia
haciendo lo mismo una y otra vez
komo si fuese
un církulo vicioso
del cual no podés salir
Y no
la verdad
la mayoría de las veces no podés salir
una vez q arrankás
ya está, listo, fue
sos un ciruja
no importa q tanto te esfuerces
siempre vas a terminar donde empezaste
Te mentiría si te digo
q el cien por ciento
de la gente
nos trata bien
kuando nos cruza.
No, ni ahí!
Es komo si lleváramos una marka de nacimiento en la frente
q dice "putiame q aká estoy kartonero soy"
Ahí es donde todo me deskoncierta.
Digo
pero la puta madre
si laburo es por q laburo
es laburo
no jodamos.
Q me preferís drogada
en una eskina? Choriando
y rompiéndote la kabeza para ir al tranza?
Dejándote deskalzo
y sin celu
por q no se me kanta el orto ir a laburar y es más fácil robar?
NO... parece joda
pero no lo es...
Las kosas q nos gritan...
Negro de mierda
¡Andá a laburar!
Kabeza y la koncha de tu madre,
dejá de revolver la basura, gil...
La kulpa de q estés cirujiando
es de la konchuda de tu mamá
q no te mandó a estudiar
seguro debe estar chupando pijas por ahí,
metiéndole los kuernos a tu papá
Eso es lo más suave
q recuerdo
El diccionario no me alkanza para seguir.
Y si sos mina
mucho peor
nunka falta el pelotudo
q pasa ofreciéndote diez mangos
para q le chupes la pija
literal
y los porteros de los edificios igual
nunka falta
el q te kiere dar
kartón a kambio de algo
¿Y los kabecitas
y negros de mierda
somos nosotros?
No sé... tendríamos q volver a repensar
todo de nuevo
Ojo...
tampoco nunka falta
la gente buena
esa q te llama kon buena onda
y hasta te ayuda a kargar las kosas
O esa q te dice
q aká la vuelta
tiraron un kolchón
fijate si te sirve kapo
La q te invita
un vaso de agua
o un par de galletitas
O esa q pasa y te deja una bolsita kon un jugo
y un sanguchito
O esa q tan solo te saluda kon un
buenos días
buenas tardes
buenas noches
Esa gente
te llena el korazón
Te hace dar kuenta
q no sos invisible
Te hace entender
q tenés q seguir
sin importar qué.





Julia Díaz, Gisella Rivas y Mayra Giménez
Orgullo kartonerx
Belleza y Felicidad Fiorito, 2022

domingo, enero 21, 2024

Tres poemas de Abigael Bohórquez

Oh travestis casi perfectos de los carnavalitos,
oh vedettes culimpinados de los gimnasios,
oh locorronas de las sacristías,
oh pobrecitos de aldea
apedreados por el vecindario,
cercados por los perros,
ahorcados y quemados en la noche sin tregua;
oh Rubén de la eterna noche de mi desconsuelo
bebiendo, tronándotelas, de a soledad,
soportando una esposa que no pediste,
echando paliacate con el lechero,
en sartén con el velador, pinicuchado,
de a rápido;
oh Alejandro malvada
vistiéndote de madrota
porque estabas re feo,
oh damas caballeros de la fosa común:
por ellos supe, de niño
lo que quiere decir ese mote quemante,
palabra lapidaria
que escuché muchas veces por la vida
y que aún zumba el tímpano:
entremedio,
lucisombra,
cachagranizo,
leandro;
por eso sé que
ahora sé
qué canto.





Slogan

Y, fue que, un día, el BUEN vecino
estrenó la película, como un trigal en llamas:
AIDS IS COMING / AIDS IS HERE;
y uno ya no volvió a poder ser
la familia de hierba de Walt Whitman:
--¿me celebro a mí mismo y me canto a
mí mismo?--
because to die for AIDS is different
from what any supposed.
Sobrevino el terror,
the happy birthday of dear DEATH TRACY;
uno
entonces,
enamorado todavía de las cosas oscuras
tornó a mirar a su izquierda, a su derecha,
detrás, al frente,
queriendo ver espejos donde tocar un rostro fértil;
pero llegó algo que vino enemistando,
desapartando y no es igual la vida:
because to die for AIDS is different
from what any supposed;
y devino el horror impenitente
de que éramos muriendo o vamos a morir
o estamos muertos
y obstinados: dead-drunk
rock,
dead-end
rock,
deadfall
rock,
deadly gone world
rock,
o yeah,
but to die for AIDS is different
y ai'nos vamos, carnal
haciéndonos poquitos,
esfúmate, pass bye
no chingues, puta muerte,
but to die for AIDS is different,
like to spit to olden olden God,
rock
rock
rock'n rolling
a pesar de aquel día.

Porque hubo días hasta la desvergüenza,
donde fuimos tan lúbricos
                       tan móviles
                       tan fértiles
                       tan plácidos
                       tan flácidos
                       tan sórdidos,
presuntos dueños del amor intemporal;
porque hubo días en los que fuimos
aquella mano que buscaba,
y aquella otra mano que daba sobresaltos,
y aquella breve mirada solándula y promiscua,
porque todo estaba tiempo de la pasión,
y convivimos la cintura del canto,
y no conocíamos piedras en el camino;
pero hubo días en los que fuimos
los únicos culpables
de esta vieja batalla
recientemente concluida,
en la que no diré que te he perdido
para siempre,
sino que yo te amaba
y he muerto.





Retratos

Este era Lesbia Roberto.
Quería ser estrella como Lola Beltrán.
Era muy jovencito cuando le revelaron
que estaba muerto de
"qué vergüenza de la familia";
fue cuando vivió para ya no contarlo
y se hizo rico sintiéndose Mae West
en su bar de Los Ángeles,
asediado de pochos, de negros,
de narcos salvadoreños,
de muerte.
Hasta que dio con Ella.

Este era Pájara Gustavo.
Fue profesor de educación primaria
y tuvo el alma de cristal (soplado),
por eso lo corrieron de trabajar;
hizo versitos, coronas para muertos,
valses para quinceaños;
rezaba novenarios,
hablaba solo con la Virgen María,
se le apareció El Diablo,
y una mañana
lo descubrieron tieso, con el alma trizada,
en libertad de alcohol y de tabaco,
amoratada pájara tucana,
alma de Dios,
salvada de sin amor, de sin calor
humano. Ni divino.

Este era Daniel L'amour:
trabajaba el grabado con escasa fortuna;
padeció bajo el poder terrible de Olga Guillot
y Concha de Villarreal, dos ángeles hermanos;
como amiguísimo era un padre, Tatena,
se las partía por uno
o con uno cuando no había más.
Compró un lote silvestre
porque siempre anheló levantar una casa,
para que los amigos fuéramos a seguirla
el sinfín de semana;
leal a su muerte, frustrado,
ahora ocupa un lote bajo tierra,
y sus amigos, en pleno seguimiento
sin Tatena La Morgue,
muerto en la peda augusta,
de rabia,
un sinfín de semana.

Esta era Sarito:
no el criado de Rosalina
la novia puertorriqueña de Juan Ramón,
sino esta hombrembra de picapleitos
y promotora de "vencidas",
mujer de pelo en pecho,
cantante de ranchero
que a las mujeres más bonitas se llevaba,
y éstas, sus compinches:
Odilón, Isabel de los Ángeles,
Mi General Zeta, Feyamira,
la fanfarronería, el splendor
de old mexican movie,
con señas muy visibles de varones,
con ostentosos entrecejos de soldados rasos,
con cicatrices de haber ido a trabajos forzados,
con alebrestos de Juan Tenorio de jaripeo,
ásperas oropéndolas de la "madriza"
nacidas para perder.
Se les dijo bien claro: Pelotón, marcha atrás;
pero tomaron sus mazos, sus cascos,
sus cadenas, sus bragueros,
sus áspides,
y partieron al Frente,
dejando novias llorando,
llorando
la despedísima.

Este fue Braulio Ayeres
que, de noche a la mañana,
contrajo, de raíz,
magnolias de consunción,
que consiguió ver despojos
de haber dado fragancia,
impávidos rescoldos de haber pasado por el fuego
y de no haberse hecho santo,
constancia de no haber sido
como pudo ser
su personaje inolvidable,
pavesas de haberse dado holgadamente
a la desventurada,
indicios de que una vez probó,
delicuescentemente,
la miel sobrada del amor,
pruebas irrefutables de mala suerte
y mala muerte
en la tenebra del hospital.

Estos eran Bartolito, don Chuy, Lolo,
Estrellita de Enero,
decadentes mariquitas de lonchería,
chapeaditos de escarnio,
viejérrimos,
siseando de placer
a los hombres que venían del mar
de las pizcas.

Estos eran Leticia, Salomón, la Yetis,
alebrestados jotitos de prostíbulo,
añorando la muerte piernasarriba
de las putas,
mordisqueando sus sombras,
sus curvas, sus cosméticos,
imitando sus zafios cadereos,
copiando en los espejos
sus miradas afroides,
espiando por las rendijas de los muros de Jericó
la brutal ceremonia,
desafanándose de calentura y extorsión
en las braguetas de la policía.

Estos eran Chiquita y Juan Manuel,
modelitos de oficina,
acicalándose en el baño de damas;
y Apolonia: la chic,
Pola Negri de arrabal, atragantada
de morder su nariz donde atracaba
el velero mayor de la comarca.

Este era Jesús, el revelado:
tuvo diez hijos a la luz pública
era pastor de evangelizaciones,
pero de noche
era Herodías, Dalila, Semínaris, Artarté,
y danzaba entre velos y címbalos y coros de mancebos
que palmeaban mucha ropa pelos pelos
aleluya aleluya
en la iglesia sodómica.
Este era yo, perplejo:
zurcía, bordaba, jugaba con muñecas,
cantaba, amargo, descreído de Dios.





Abigael Bohórquez
Poesida y otros poemas homoeróticos
Universidad Autónoma de la Ciudad de México, 2019

domingo, enero 14, 2024

Cuatro poemas de Roxana Crisólogo Correa


Me he enamorado del chico que conduce el tractor
para remover la nieve

no le veo la cara
de eso se trata el amor
es suficiente que conduzca algo tan monstruoso como este juguete
para remolcar la luz
me basta que conduzca este temblor bajo mis pies

buscando entre la nieve la suave mirada del cemento
la nieve que empiezo a rellenar con mis caprichos de ramas
con mis recuerdos sin hojas

un trazo de su ojo izquierdo hacia una casa de hormigas







Me mecía en una hamaca en una orilla
de una frontera a otra
uno de los tantos ríos San Juan que se repiten en el mapa de la evangelización

los mosquitos nos obligaban a cubrirnos el rostro con abanicos hojas de plátano
los mosquitos eran el aire que caminaba a pie juntillas para no perderse pero también su ausencia
todos esperaban su turno siguiendo la fila deshilachada por el sol
las paredes blancas las paredes negras
alas doradas insectos que liberaban sus sombras en el metano que arrastran los motores
lanchas que aparcan unas tras otras llenas de gente

un sueño tropical
todos lo tenemos     dice el guardián
respetando la ley y las distancias reafirmándose de un sobresalto en su lugar
para que nadie crea que en sueños ha estado en otro lado

aquí nada se mueve de su sitio
acomoda su uniforme a un cuerpo que luce con desgano

solo las lianas escapan de los controles de seguridad
se toman de las manos como si intentaran estrangularse
son como hermanas     dice el guardián
succionando el néctar de algo que arrancó de un árbol

la naturaleza es así

los suecos son más prácticos se abanican con sus largos dedos el momento que no avanza
sacan el aire de su escondite y lo echan a andar

le digo que quiero tomarme fotografías junto a esas grandes hojas que flotan
en el río como elefantes
que imagino que soy un pez raya que electriza que espanta bañistas
o un gran lenguado que se deja montar

quisiera decir que esto se parece a Tumbes pero mejor no
nadie conoce Tumbes
les podría sonar a golpe a tumbos a tumbar
estos son los insumos de la poesía

espero la lancha que nos llevará a la otra orilla
en creole tiene nombre de algo mal escrito en inglés
anoto: aceite contra mosquitos
una refri para que el guardián de vez en cuando se moje la garganta con cervezas heladitas
con los suecos mi entrada a la reserva ecológica está asegurada







Si el Perú es un país rico
con tanto potencial para inspirar retruécanos
por qué la mayoría de peruanos dice que son pobres
y su volumen de voz es más bien bajo

hacer poesía de la riqueza y riqueza de la poesía
me obliga a adjetivar lo que con dificultad escucho
buscando el petróleo de lo que se acaba
el mercurio que con falsedad brilla y perfora las manos

hacer poesía de los ricos campos de espárragos
que se llevan toda el agua
de los campesinos sin agua
para que quienes recorremos con ansiedad el supermercado
en busca de espárragos del Perú
tengamos en nuestras mesas espárragos del Perú

escribo de un campo que debo llenar de campesinos felices
que viven del fruto de su trabajo

para hacer poesía del Jardín Escolar Nº 744
sin agua
            ellos no se comen los espárragos
para hacer poesía que sea homenaje verbigracia onomatopeya
para hacer ciencia y lenguaje de la poesía
y venerar más trozos de yeso que se hacen ¡zas!
para hacer historia que no termine con sed
y hablar de las derrotas que son negociaciones a medias

para contar la historia del reverso de la página
para hablar de los héroes mirándolos de perfil
para hacernos los locos
y no hablar de los niños como angelitos ajenos del mundo
y decir que te cuidarán desde el cielo
y que la muerte no es el final del túnel
y las que murieron se sacrificaron
para que nosotras estemos aquí
y que la tierra arrulla y alimenta a todos sus hijos por igual

para escribir agroexportadora sin golpearme la cabeza contra el timón
del tractor y respirar
levantar el plástico
evitando las matemáticas de la repartición
necesito expulsar de algunas palabras su función adulona
subir el volumen     la voz
aplacar la ira de la forma







Una ciudad se forma de los restos de viejas ciudades
una ciudad es el saldo de una ciudad más grande
que se comió a otra ciudad

los científicos y los politólogos juntan los pedacitos
para darle a la historia un sentido épico
y lo que flota en la burbuja
lo que quedó en lagunas de aceite
el río atigrado de codos y pies
es el mapa que define
raciones de agua     tiempo de vida

la tintura del petróleo provoca lesiones cromáticas
puedo ver con claridad la sangre
de los animales que aprendí a degollar en mi niñez
y mi hermana echaba al jardín para que todo vuelva a crecer
y así la cadena de la vida nunca se rompa

una ciudad     si te fijas
el vecindario es como un pastel mal cortado
los hijos de la vecina con la música a todo volumen
los hijos de los africanos no son africanos     no insistas
son solo hijos
cada uno cuestiona desde su burbuja
la mía monolingüe hétero
dos cabezas piensan mejor que una
no caves más
encontrarás las malas artes las raíces
la pureza la escisión las guerras
también la poesía








Roxana Crisólogo Correa
Dónde dejar tanto ruido
Álbum del Universo Bakterial, 2023

domingo, enero 07, 2024

Cuatro poemas de Thomas Merton

Monjes trapenses trabajando

Ahora todas nuestras serretas entonan canciones sacras en este universo de madera
donde los robles se disparan como armas de fuego, y caen cual cataratas,
expandiendo su griterío entre las verdes espesuras del bosque.

Acércate, Jesús, a través de estas hileras de árboles,
y nos hallarás todavía adorándote en estas iglesias al aire libre,
cantando este otro Oficio con nuestras herramientas.
Con todo, instruye a tus hijos en el ajetreo del monte,
y permite que un rayito de sol alivie nuestras mentes
y nuestros arduos estudios.

Cuando el paso del tiempo dore el grano de los campos
azotando el sol en nuestras regiones,
ven a nosotros, Jesús, a través de los trigales
cuando nuestros dos tractores vengan a segarlos:
esparce alguna suave ráfaga de viento sobre la tierra de nuestro espíritu,
refresca los espacios donde nuestras oraciones se tornan cosechadoras,
y apaga nuestra sed, Cielo, con tus ríos de agua viva.





El río Ohio-Louisville

No es posible oír la algarabía de la ciudad
debido al gran silencio
de este lento fluir del río, sereno como el aire.

Ni el puente elevado, ni el tren que avanza sigilosamente,
ni los filos de las torres de alta tensión
batiendo al sol,
ni los cables suspendidos en el cielo;
ni el motor fuera de borda
blasfemando en la vehemente distancia como un crustáceo,
ni los gritos férreos de los hombres:
nada se escucha,
solo el discurrir callado y majestuoso del río.

Los trenes circulan durante el verano mudos como de papel,
y en la central eléctrica, la canción de la dinamo
es tan sutil como el algodón.
Toda vida es más apacible que la hierba
sobre la que levemente reposan,
como blancos pájaros yacentes,
las ropas de los bañistas.

Únicamente donde los nadadores flotan como caimanes,
y con ojos tan oscuros como la creosota
escudriñan las malvadas pasiones,
solo allí algo se percibe:
la fina voz salada de la violencia
que se lamenta, como un mosquito, en su hirviente sangre.





El lector

Señor, cuando el reloj da las campanadas
revelando la hora con frío estaño
y me veo encapuchado en este púlpito
esperando a que aparezcan los monjes,
contemplo los quesos rojos, y los tazones
todos rebosantes de leche en hileras sobre las mesas.

Mi lámpara está iluminada
(la encendí para leer
con una cadenilla tintineante).

Y los frailes descienden por el claustro
con hábitos ondulantes como el mar.
No los veo, pero escucho sus olas.

Es invierno, y mis manos se disponen
a repasar las páginas de los santos:
y a los árboles que tu luna ha congelado en las ventanas
mi lengua ha de cantar tu Escritura.

Entonces los hermanos se detienen en el escalón
(ante mí, que estoy en este púlpito
y ante Ti, que estás en tu crucifijo)
y bautizan con perlitas de agua las yemas de sus dedos,
perlas más pequeñas que este salmo mío.





Atardecer: conferencia telefónica

Esta noche al oscurecer
veinte pájaros cantores
ninguno de los cuales podría nombrar
resplandecen como rubíes
sobre el tendido eléctrico
ahora la luna está en lo alto
y ellos volaron

Pero un pájaro carpintero
todavía hace más solitaria la gélida oscuridad
puesto que estoy sin ti
y soy incapaz de olvidarlo

Te encuentras a doscientas millas de mí
con personas que apenas puedo imaginar
puedes incluso haberte marchado
a otro país donde el lenguaje del amor
nunca ha sido pronunciado

Tu voz en la sombra
tiembla de pena
¿Pero qué podemos hacer? Hemos sido escindidos
y el verdadero amor
algunas veces se convierte
en celebración de la agonía

La media luna en el cielo se dibuja
vivimos exiliados en lugares ignotos
y extraña es la casa
para los desconsolados

Nunca digáis que amamos
solo porque el amor es dulce
¿Qué tiene de dulce esta amarga
separación? Es la muerte
es el reino infernal
somos dos mitades deambulando
en dos mundos errantes

La media luna adorna la bóveda celeste
abandonamos el teléfono
ya ni siquiera el amor
susurra a través de los cables
que conectan con esa ciudad imposible

Qué triste parece el amor
cuando incluso nuestros sollozos
enmudecen.




Thomas Merton
Oh, corazón ardiente. Poemas de amor y disidencia
Edición y traducción: Sonia Petisco
Trotta, 2015