martes, junio 28, 2011

Cuatro poemas de la Rusia del siglo XX

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Confucio aseveraba que la música se debe
Oír en las ceremonias, y con cierta frecuencia.
Es dichoso quien a tiempo duerme y come,
Honra a sus padres y venera a los antepasados.

Lao Tsé en sus revelaciones
Aconsejaba vivir solo y austero,
Porque cinco colores fatigan la vista,
Cinco sonidos musicales perjudican al oído.

¡Oh! ¡Qué bello es el dibujo de la caja laqueada!
¡Qué bueno es competir en el tiro con arco!
Sin estar de acuerdo, los dos Maestros de la misma manera
Amaban el otoño en la montaña y las flores de bambú.

Tocan los timbales de la gloria militar. Cien
Mil hombres del Estado por el camino vecinal marchan.
Nadie se demora, nadie cura
Al simio herido por esquirlas de granada...

(Bakhyt Kenjeev)



En la mañana, en lugar de una plegaria:
. . . . . . . . . . . . . Señor, si Tú existes,
Si Tú me escuchas
. . . . . . . . . . . . . y sabes que la alabanza del esclavo,
Hincarse
. . . . . . . . . . . . . con la frente –en el piso de la iglesia,
La humillación– no es para mí...
. . . . . . . . . . . . . ¿Te hace falta todo esto?
Somos Tus hijos, Tus hijas,
. . . . . . . . . . . . . dentro de nosotros cuántos de Tu
Luz se están gestando...
. . . . . . . . . . . . . Entonces, ayuda y sálvanos...

(Serguéi Stratanovski)



No

¿Es usted ruso? No, soy el virus del VIH,
como una taza, mi vida está quebrada,
soy un borrachín de comparsa,
yo simplemente crecí en aquellos parajes.

¿Es usted Losev? No, más bien Lifshits,
un huevón que se enamora de alumnas sobresalientes,
de encantadoras fastidiosas
con una manchita justo aquí.

¿Es usted un hombre? No, soy un fragmento,
de la estufa holandesa el casco,
estanque, molino, sendero vecinal...
y qué será después, sólo Dios sabe.

(Lev Lósev)



Si empieza la lluvia,
. . . . . . . . de todos modos estaré en la librería de viejo.
Si empieza la guerra,
. . . . . . . . de todos modos estaré en la librería de viejo.
Y si ya no existiera,
. . . . . . . . de todos modos estaré en la librería de viejo.
. . . . . . . . –invisible, como el viento–
. . . . . . . . removiendo las hojas de los libros amarillentos.

(Alexander Mórev)



Otoño desnudo. Poesía rusa no oficial de la segunda mitad del siglo XX
Introducción, selección y traducción: Ludmila Biriukova
La Cabra, 2011.

martes, junio 21, 2011

Dos poemas de Enrique Verástegui

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Diario Z + 1:2/1/2004
2 a.m.


Paso mis tardes de domingo
Leyendo a Sologuren.
Él está viejo y yo soy joven aún.
Él está viejo, achacoso, a punto de ser enviado a un asilo.
Su poesía fue llamada pura.
Me interesa el hombre, sus poemas.
Pudo dedicarse a otra cosa, no editar La Rama Florida,
Para terminar así, escarnecido.


Teoría de los cambios

Para no repetirme,
y sentado como yoga,
aparto el macetero de helechos a un costado.
Platón, Aristóteles se equivocaron.
Mitos bíblicos, Babel, Babilonia,
se opusieron al universo.
Primavera austral me envuelve.
Sobre mi cabeza flota la luna.
Abajo el reflejo de la luna
permanece inalterable sobre el fluir del río.
El mundo que cambia es pasado:
teoría de los cambios florece cuando sueñas.


Enrique Verástegui
Teoría de los cambios
Sol negro/Cascahuesos, 2009.

martes, junio 14, 2011

Cinco poemas de la China antigua

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Pájaros llegados de la montaña

Sus plumas eran como seda blanca.
Descansaban todas las noches
En el árbol cercano a nuestra casa.
Esta noche un mono ha venido
A coger castañas y han alzado de dos
En dos el vuelo hacia la luna.

(Chang Chi)


En el campo

Mi vecino viene corriendo a darme la
Noticia: "¡Asómate a la ventana!".
La montaña, que llevaba muchos días
Invisible, brilla en esta mañana
Radiante y nueva como si la hubiesen lavado.

(Lu Yu)


¿Cuándo llegaré a casa?

¿Cuándo llegaré a casa? No lo sé,
Noche lluviosa en las montañas; el lago
Otoñal se ha desbordado. Algún
Día estaremos juntos otra vez. Sentados a la
Luz de las velas junto a la ventana
De poniente, te contaré cómo te recordé esta
Noche en la montaña borrascosa.

(Li Shang Yin)


Desaparecido

El año pasado, en la Fiesta de los
Faroles, los puestos de flores
Estaban brillantes como el día. Cuando
Se alzó la luna por sobre los
Sauces, me paseé a la luz de la luna
Con mi amado. Otro año,
En la misma fiesta, la luna y los faroles
No han cambiado. Mi amante ha
Desaparecido y no puedo encontrarlo y me
Enjugo las lágrimas con la manga.

(Chu Shu Chen)


Cae la tarde

Cae la tarde sobre el jardín del monasterio.
Por la ventana se ven árboles
Difuminados con el crepúsculo. Los leñadores
Vuelven a casa cantando por los
Campos. El cántico de los monjes les responde
Desde el bosque. Los pájaros
Acuden en busca de los charcos de rocío
Ocultos entre las flores. Más
Allá de los bambúes alguien está tocando
La flauta. Aún no soy viejo, pero
La vida de ermitaño ha cautivado mi corazón.

(Wang Wei)


Kenneth Rexroth
El amor y el tiempo y su mudanza
Traducción: Carlos Manzano
Gadir, 2006.