lunes, septiembre 14, 2015

Dos poemas de Radamés Molina


Ratas

Un hombre yace en la cama de un hospital
solo
Sus hijos no están
una guerra los mantiene separados
Distantes entre sí
leen en la prensa crónicas de guerra
En las trincheras llueve
sobre las ratas y los cadáveres
En las trincheras los muertos parecen dormidos
y los vivos insomnes

Al hombre le explican que podrían curar
su enfermedad si él fuese una rata
Le muestran en una pantalla
una rata envejecida
que regresa a la infancia
escena tras escena
Le explican que todo tiene su momento

Las ratas fueron esclavizadas por el hombre
durante las epidemias de peste
Entonces entre el asco y la fascinación
las ratas fueron abiertas en vida
inoculadas con fermentos
y fármacos
interrogadas hasta la muerte
Así conocimos la vida de las ratas
más que la vida de los hombres
y hacemos curaciones milagrosas
a las ratas

Todo tiene su momento
Es el momento de las ratas

He entendido que todo lo que Dios hace será perpetuo
sobre ello no se añadirá nada
ni de ello se restará nada

No deberíamos preguntar
por qué es el momento de las ratas
Aquello que fue, ya es
y lo que ha de ser, ya fue




Civilización

Lucy Temerlin creció educada como un humano
Aprendió a vestirse por sí misma
y se sentó a la mesa con sus padres adoptivos
dos pisquiatras que le enseñaron la Lengua americana de signos
Lucy Temerlin es una chimpancé

A Lucy le enseñamos a comunicarse
y Lucy nos dejó un mensaje claro

Cuando Roger Fouts le preguntó de quién eran los excrementos
esparcidos por el suelo de su habitación
ella pudo reconocerse a sí misma
entre todos los posibles responsables

Ese día supimos que no éramos los únicos en este
mundo que tienen conciencia de sí mismos
ni tampoco los únicos que pueden usar un lenguaje de signos

Ese día conocimos una gran verdad
Sin embargo, nosotros esperamos más de Lucy
y trabajamos día a día con ella
en espera de nuevos progresos

Lucy avanza con lentitud y parsimonia
en el conocimiento de nuestro mundo

Hemos empezado a enseñarle,
mediante la Lengua americana de signos,
pensamientos más complejos
que Lucy repite con gestos inseguros
empeñada en no defraudarnos

Recientemente Lucy aprendió a decir en la Lengua americana de signos:

"Todo puede dejar de existir."
Lucy lo dijo con gestos nerviosos en sus dedos

Pretendemos enseñar primero a Lucy
las verdades duraderas
Las verdades efímeras y mutantes son nimias
y, por ello, muchos más complejas




Radamés Molina
Tomado de Ratas, líquenes, insectos, polímeros, espiroquetas:
grupo Diápora(s). Antología (1993-2013)
Editor: Jorge Cabezas Miranda
Cabezaprusia, 2014.

lunes, septiembre 07, 2015

Ritornelo de Malmö (fragmentos)


4

Desvíos en la atracción reconocible,
la luz naranja de un gimnasio cercano
se mezcla
a la de los árboles.

¿Qué hicimos, dado
que no hubo atardecer? Y no habrá.
Sino una declicación, o el clinamen
sutil de la luz que nos transforma
en pájaros y nidos. 



17

Antes de que me tirara las cartas
pedí esto:

"...que nunca se acabe mi deseo de escribir,
de repasar y pesar en cada palabra
la levedad o beso de cada ensoñación.
La gravedad o dolor que trae en su mochila
la irascible hermosura fragmentada".

Pero en la noche de Malmö la vidente leía en voz alta
su poder. Me aseguró: "Vivirás poco; una piedra o algo
contundente te romperá la cabeza; pero antes verás una
luz y soportarás la alegría de quien ve esa luz." Y de pronto
se corrigió: "¡Ay, no! ¡Me equivoqué!: esta carta puede
hacerte vivir eternamente. Como si de niño hubieras
entrado al mar con los dos pies al mismo tiempo".



25

Las cien coronas del almuerzo: una
para el elefantito de la calle Bergsagatan;
otras veinticino a los niños que juegan ahora
en el pequeño departamento de la calle
Sigtunagatan 12;
y las setenta y cuatro restantes
a los ínfimos amigos
que coronados reflejan la luz
de quien amo perdido.

"Sé que nuestro destino fue estar juntos" --le diría.

Y añadiría con el poeta: "todo lo
que no me has dicho ni te he dicho
con palabras,
lo dicen estas mínimas coronas
en tu cabeza tan lejana ahora,
de apariencia tan dispersa".



20

"Blá, blá, blá", siguió diciendo. Y sus palabras resonaban
levísimas, pero eran materia pura. Eran las bellotas de un
frívolo desdén cosmopolita.

Pero ahora está con todos los poetas. Volvió a una
aldea hecha de mimbres ruidosos y luciérnagas.
Y al callar hacemos fuego para asar una langosta
y las antiguas habas.




Arturo Carrera
Ritornelo de Malmö
Juan Malasuerte, 2015.