sábado, abril 07, 2018

Tu cabello de ceniza Sulamita (fragmentos)


Era un lindo sueño: volvíamos a estar juntos y me reía de tu cara seria. Sabía que estarías ahí, aunque te alejaras. No me moví. Era un desafío entre mi cuerpo y la vida. No me moví, era un desafío al dolor.

Más tarde, aprendí a caminar a costa de mi vida.

Más tarde aún, se mezclaban los días con las noches, la niñez con el presente, el minuto con los años.


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En el sueño estaban juntos los heterónimos; conversaban con calma, reflejando sus vidas, sus variantes, sus vivencias. Conversaban con educación, como si fueran extranjeros en un país desconocido, donde todo era lento, contención, aullido congelado. Sabían de sí mismos, no del otro.


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Te veía tejer y pensaba que así era la vida. Te veía jugar a las cartas y pensaba que así era la vida. Te veía preocupada por tu apariencia, excesivamente preocupada, y pensaba que así era la vida. Te veía obsesionada por el amor, y pensaba que así era la vida. Te veía desaparecer por amor. Te veía trajinar sin límites y pensaba que así era la vida. Un día me morí. Y pensé que así era la vida. También te vi traficando, traicionando, calumniando, persiguiendo, y pensaba.

También vi, pero con menos frecuencia, la exaltación, el arte, el amor, el desinterés, el sacrificio y pensaba así, así de extraña es la vida.


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Sueño que escribo los poemas de Pessoa.

Sueño que escribo "La mujer de Lot".

Mis padres me decían: no olvides que eres hijo de polacos, como si ello fuese suficiente para escribir como Szymborska; yo les respondía con pena: no somos portugueses, como si fuese la única razón de no escribir como mi amado Pessoa.


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En el cuadro abstracto, los colores, la luz, la geometría, todo lo delataba, lo reproducía. En vano quería ocultar su imagen para que no le robaran el alma. Pero no, dijo, somos más que nuestra imagen, más que un retrato, más que una fotografía.



Perla Rotzait
Tu cabello de ceniza Sulamita
Nuevohacer, 1999.