domingo, febrero 21, 2010

Reisebilder (Fragmento 7)

son tan tristes, tan tristes, los elefantes: son tristísimos:
(y aquel blanduzco como una DS sufrirá hasta la muerte
el foso insuperable):
……………(en la hora horrible del Dresseur un
organillo, maniobrado por una trompa, atrae a los visitantes:
el óbolo salva a la naturaleza, que está en peligro):
……………..una Eva
de dieciocho años, regalo de una Frau de Borneo, nos abrasa
con ojos de odio desde su Sing-Sing, mientras pronosticamos
un mal de útero para los violáceos traseros de innominables
Affen:
……………(pero aquella vieja señora, sentada entre las rocas, grave,
gris, --aquella señora es un macho: niños, mirad allí su sexo):
al show de los delfines tenemos que renunciar:
el aguacero casi nos arroja al cubil del tapir: (un “fósil viviente”, parecido a sí mismo desde hace no sé cuántos millones de años):
……………pero es ya inútil apostar 50 marcos
sobre la distancia de la Ausgang, sobre la verdadera ubicación
de la Hütte, cuando las avenidas son una sucia ciénaga, ved:
(hijos míos, es preferible un paso atrás, ahora, atentos, todos
a la vez: llueve un hilo infinito de baba blanca de la boca de la jirafa, allá abajo):
……………(y en el Bahnhof Zoo, el 17
de junio, no se venden zapatillas, hay un sapo en el escudo:
una Schildkröte:


Edoardo Sanguinetti
Wirrwarr
Traducción: Antonio Colinas
Visor, 2000.

domingo, febrero 07, 2010

Premio Nacional Austriaco de Literatura (fragmento)

.
Cuando la gente me preguntaba quién había recibido el Gran Premio Nacional, decía siempre que nada más que imbéciles, y si me preguntaban cómo se llamaban esos imbéciles, citaba a una serie de imbéciles que para todos ellos eran desconocidos, sólo yo conocía a esos imbéciles. Y ese Senado de las Artes se componía por consiguiente nada más que de imbéciles, decían, porque calificas de imbéciles a todos los que componen el Senado de las Artes. Sí, decía yo, en el Senado de las Artes no hay más que imbéciles, y concretamente imbéciles católicos e imbéciles nacionalsocialistas, y además algunos judíos como coartada. A mí me asqueban esas preguntas y esas respuestas. Y esos imbéciles, decía la gente, eligen cada año nuevos imbéciles para su Senado al concederles el Gran Premio Nacional. Sí, decía yo, cada año se elige a nuevos imbéciles para el Senado que se llama Senado de las Artes, y es un mal imposible de extirpar y un absurdo perverso en nuestro Estado. Se trata de una asamblea de los mayores inútiles y cabrones, decía cada vez. Y entonces, ¿qué es el Pequeño Premio Nacional? Y yo respondía, el Pequeño Premio Nacional es lo que se llama un estímulo al talento, y lo han recibido ya tantos que no pueden enumerarse, entre ellos yo ahora, porque, como castigo, me han concedido el Pequeño Premio Nacional. ¿Como castigo por qué?, me preguntaban, y yo no sabía qué responder. El Pequeño Premio Nacional, decía, es después de los treinta una infamia, y, como tengo ya casi cuarenta, es una infamia monstruosa. Decía sin embargo que me había jurado enfrentar esa infamia y no pensaba rechazar esa infamia monstruosa. No estoy dispuesto a rechazar veinticinco mil chelines, decía yo, soy codicioso, no tengo carácter, yo también soy un cerdo.


Thomas Bernhard
Mis premios
Traducción: Miguel Sáenz.
Alianza, 2009.