viernes, diciembre 17, 2004

Bosquejo de una travesía

El poeta y su trabajo no fue la primera revista que hicimos en México para exponer nuestra idea de la poesía. Hubo otras anteriores empeñadas en la misma reflexión. Una, que se llamó también El poeta y su trabajo y se editó en la Universidad de Puebla entre los años 1983 y 1984. fueron tres tomos dedicados particularmente a la poesía y la poética de poetas norteamericanos contemporáneos: Pound, Williams, Olson, Wallace Stevens, Creeley, Denise Levertov, Zukofsky, etc. Unos años después, en 1990, iniciamos la publicación de Poesía y poética con el auspicio de la Universidad Iberoamericana. Apareció durante una década. Allí también editamos una colección de 20 libros destinados a profundizar los temas abordados en la revista. Ensayos y poemas de Gertrude Stein, H.D., Creeley, Montale, Zanzotto, Westphalen, Eielson, Valéry, Galaxia concreta (una extensa recopilación sobre el concretismo brasileño), la prosa de Joao Cabral, el libro de Mandelstam sobre Dante, ensayos de Pavese, Saer, Edgar Bayley, poemas de Michaux, Ana Ajmátova, etc. Con El poeta y su trabajo continuamos con la misma plataforma pero ahora independientemente de cualquier institución. Se inició en el año 2000. Se sostiene mediante suscripciones y algunas ventas en librerías locales. En los dos últimos dos años se contó con una beca estatal destinada a revistas independientes que finalizará en abril próximo. Un objetivo común reunió -como digo- las tres publicaciones: analizar lo que sucede en la poesía contemporánea y revisar las consecuencias de la vanguardia histórica en función de los problemas actuales de la poesía latinoamericana. Desde el comienzo pusimos especial atención en la poesía y la poética de los norteamericanos porque para nosotros era la experiencia más radical y renovadora, que mejor había aprovechado, sin dogmatismos, aquello que las vanguardias europeas habían proclamado con insistencia para el lenguaje del arte, originando rupturas de ilimitadas consecuencias. En México, no obstante la proximidad con los Estados Unidos, fue siempre escasa la atracción de aquella poesía. Se confunden todavía las diversas corrientes y propuestas, y a pesar de que hace años se publicó una excelente antología, realmente señera, realizada por Eliot Weinberger, se sigue soslayando la significación de Pound, Williams, Olson, Zukoksky y otros, equiparándola con la de poetas académicos y convencionales. Pero en este empeño no nos limitamos a la poesía norteamericana. En Puebla, además de los libros de Williams y de Wallace Stevens, de ensayos y entrevistas, editamos una antología bilingüe de Paul Celan y un libro de Gastón Bachelard. También difundimos trabajos de poetas provenientes de Italia, Francia, Rusia, Brasil, Perú, Argentina. Extrañamente no hay entre los elegidos ningún escritor mexicano. Ésta fue, ciertamente, una carencia. Pero no los incluimos porque no encontramos entre ellos escritores que correspondieran a los criterios de innovación que sustentábamos. Además de otras diferencias. Por ejemplo, el que se relaciona con el uso de la lengua. Mientras algunos escritores mexicanos insistían en la necesidad de preservar la unidad de la lengua española, nosotros sostenemos la conveniencia de socavarla a fin de introducir en ella las inflexiones y matices del habla de cada región, tal como sucede en la mejor literatura de Latinoamérica y también en los Estados Unidos. Creímos más útil, entonces, ofrecer lo que estaba sucediendo en la poesía de otras latitudes. Crear, de este modo, un espacio paralelo, ya que nuestro objetivo no era la confrontación ni la polémica sino la ampliación del espectro para que la experiencia contemporánea penetrara en el cuerpo de la literatura nacional. Quizá, por eso mismo, nuestras publicaciones siempre fueron marginales y pasaron casi inadvertidas a la corriente central y más reiterada de aquélla poesía. Fuimos algo así como un elemento extraño, no ignorado pero silenciado, salvo en el reconocimiento expreso de muy contados escritores. Habría que agregar todavía, para ser ecuánimes, que esa situación no es exclusiva de México. Es semejante, aunque con características propias, a lo que sucede en muchas otras partes. La resistencia a las innovaciones es bastante universal, aunque también es universal el ánimo de promover los cambios. Nunca nos preocupamos por redactar manifiestos o proclamas. Preferimos siempre un perfil menor. Revisamos consecuentemente lo que sucedía en la poesía contemporánea pero sin afiliarnos dogmáticamente a una poética excluyente. Mas no fuimos eclécticos. Los tiempos heroicos de la vanguardia histórica ya habían pasado pero sus consecuencias formaban parte del repertorio de ideas que debíamos estudiar. Junto al análisis de la obra de poetas incorporamos reproducciones y ensayos de pintores, escultores, músicos, cineastas y escritos sobre su propia expresión, como un medio de abrir la sensibilidad de los posibles lectores y actualizar sus preferencias. Una antigua tradición china dice que el poema es pintura invisible, o sonora, y la pintura es poema visible o sin palabras. El lenguaje del arte actual tiene múltiples vertientes. Es complejo y diversificado. Por lo mismo es necesario estar atento y abierto para asimilar sus búsquedas. Evitar el sometimiento acrítico a tradiciones anquilosadas. El pasado puede ser útil si se le aborda con un espíritu intrépido y desafiante, de lo contrario sólo produce una expresión anémica y rutinaria. Pensamos que con el tiempo nuestras propuestas pueden ser recibidas e incorporadas. Nunca tuvimos la pretensión de cambiar radicalmente la práctica de la poesía mexicana. Quisimos únicamente suministrar una información precisa, rigurosa y continuada, no consideramos nuestra marginalidad como una sanción. Las formas que adopta la poesía responden siempre a múltiples factores y su derrotero final es imprevisible. Tal vez el conocimiento minucioso y la práctica cotidiana, unidos a la exigencia de curiosidad, curiosidad, curiosidad, que recomendaba Pound, podrían quebrantar cualquier aislamiento localista. Sabemos igualmente que hay en este país un grupo de jóvenes que leen con amor poetas que antes desconocían, que traducen con verdadera idoneidad y que intentan escribir notas sobre su propia experiencia. La protección estatal otorgada a los artistas de México es considerable. En muchos casos este respaldo representa una ayuda para aquellos que se inician, aunque no estoy seguro que esta tutela beneficie al arte y a los artistas. El estado siempre –o casi siempre- respalda aquello que le acarrea beneficios. Las innovaciones, por su índole misma, son minoritarias. El estado, entonces, no tiene interés en promoverlas. En México no se las excluye, pero éstas apenas cuentan en la totalidad de los respaldos. La protección estatal, con el tiempo, pensamos, lima las aristas, condiciona sutilmente las actitudes y actúa como filtro que sólo deja pasar lo que no contradice su persistente orientación conservadora. Premios, becas, etc. Al generalizarse, auspician conformismos y dependencia. La verdadera poesía es siempre crítica, sin necesidad de aludir siquiera a los conflictos sociales o políticos de su entorno. Lo es por el uso que hace del lenguaje, porque, como dice Jacques Roubaud “La poesía es homenaje y profanación de una lengua”, porque inventa constantemente formas, por el hallazgo de imágenes nuevas, sin cuya aportación la lengua de todos se vuelve anémica. Aún la poesía hermética suele revelar conflictos y repliegues hondos de una comunidad en un momento histórico. El poema que surge de una circunstancia va más allá de ella. Es un objeto verbal único que recoge, directa o indirectamente, las vibraciones de la sensibilidad, la vigorosa energía de las emociones y amplía los recursos de la inteligencia. Su origen es predominantemente irracional y no obedece, en general, a una sola causa. A veces el poema requiere de una organización altamente elaborada, y otras, mediante tres o cuatro palabras, lúcidamente articuladas, como sucede en el haiku, puede producir en el lector un deslumbramiento permanente. Nuestra elección fue ofrecer la mejor poesía del mundo, sin importar la geografía, la variedad de lenguas, ignorando obstinadamente las exclusiones y clausuras que imponen los nacionalismos. Ensanchar el área de la poesía, demostrar que las formas son históricas perecederas y que su renovación es esencial, cuestionando, además, los legados de cualquier herencia. Compartir al fin la belleza de El cantar de los cantares, del Cántico espiritual, de la poesía de Williams, de Vallejo o la de Celan, porque una de las virtudes de la poesía es atravesar incólume el tiempo y el espacio. La gran poesía china puede soportar diversas traducciones y seguir conmoviéndonos. Es imposible que el arte no arrastre, de alguna manera las “negras vegetaciones” de la historia, pero siempre va más allá para hablar a todos los hombres, con un lenguaje personal, íntimo, intenso, que habla igualmente a cada uno de nosotros.
Hugo Gola
Sibila. Revista de poesia e literatura, no. 6, mayo 2004.

viernes, diciembre 10, 2004

No te has fijado...

No te has fijado qué despacio habla el rocío
Para darte los buenos días
Qué pasito las nubes se llevan los días
Que de un verano a otro verano
Enarcaban semanas por donde mirabas
La justeza irradiaba de goces innombrables
El sentir cuánta lentitud
No sé si era entonces o cuando cayeron
De la vid un sombrero y un acordeón
Los frutos más maduros del otoño
No te recordaré tampoco diciéndome
Esta vez me has traído un ramo de coliflores
Aquel gorrión que picaba tu nariz de mármol
La pobre primavera que siempre debe estar alegre
Como tú no lo estás sino al abrirse el día
Después te recoges tocando otras músicas
O al fin te abres con la noche en el regazo
Como una niña pequeñita llorando
Iba a contar pues una historia de semanas
Nosotros no creíamos que se cerraran con un día
Porque así principiaron
Había algunas noches que se caían de sueño
Habiendo durado varios días sin descanso
Te reías con tu capricho
No me vayas a hacer repicar tantas campanas
Te decía
Y después encontrar las flores alborotadas
Con el moño de través acusándome
Del asesinato de sus tiernos maridos
Tú te reías con más capricho
Debía subir tal un lagarto las peñas
Bajar en paracaídas a las estaciones submarinas
Volver cargado de lunas de peinetas
El primer gramófono y otras flores marinas
Después de escuchar una lección del filósofo
Vimos una semana que llegaba
Tú me mostrabas los ojos
Ahora estoy pensando cuándo pudo terminar esa semana
O si no terminó nunca y sólo se quedaba en principio
Y así no más moría
No acierto a poner las horas en su sitio
Siempre me engañas dándome el beso de las tres
A las doce y varias veces repetidas
El punto de la i sobre la o
No creía de tu bondad que posaras la mano
Sobre la piel del elefante
Me deslumbra esa mezcla
De sí y de no que es tu mano sobre el elefante
Con una sombrilla de aves y más leve
Niña vamos que ya es hora
Que de nuevo principiemos
A ti te toca ver si las estrellas han tenido
Tranquilo el sueño coronar la luna
De una guirnalda de relojes
A mí arrastrarme por campanillas de serpiente
Las que hacen juego
Con tu cabellera de ahora
Algo parecida a la noche pero
Más oscura
Como se parecía la de ayer en algo al día
Aunque más clara y con más soles para alumbrarme
Las olas se tendieron a tus pies
Es su costumbre y tu mano
Les da el cariño que ellas ansiaron
Cuando se alzaban y al cielo lo pedían
Naufragaban del viento clamaban
Renacían contra los barcos entrechocaban
Sin descanso las aves negaban existiera
Por conveniencia propia
Azuzadas por los peces desgreñadas
Y con tánta fe
Tal vez que en nadie mayor se diera
Sino en mí que he sabido llegar
Sobre zancos atravesando ríos y lagunas
Algunas de esmeralda de lava otras
Puedes estar segura de haberme visto
Doblar sin esfuerzo los cabos alternados
Árboles mayores de edad encinas y paraguas
Ya estoy más tranquilo cuando me hablas
Un río baja por donde otro sube
Tú misma te vas para tú misma volver
Quedándome sospechando
Si es cierto que te fuiste o que regresaste
Una madrugada dorada daba a la comba
Saltando tú montes y espesuras
Collados desiertos mares horizontes
Crecían en cada vuelta
Aparecías luego chiquitita
Y tu voz vaciada en dedales alcanzaba a llenar un mar
Toda una legión de poetas barbones
Orillaban el desierto buscando una lágrima
Que dejaste caer por descuido
Los árboles aplaudían
Al estrenar tú una sonrisa que repicaba como las flores
Oh una gran fiesta
Los canguros de etiqueta iniciaban el desfile
Iba a contar todo de semanas y semanas
No sé cómo comenzar
Si es posible comenzar
Tú recuerdas que después de los canguros
Dejaste correr una liebre y nunca terminaba
El viaje de pestaña a pestaña
Algo parecido te quería yo decir
Pero siempre se enreda y entre lo que ya dijimos
Esto ha sucedido y lo que debe marcarse
Cuando los relojes adelanten un siglo
No hay un hilo para separarlos
Y colocarlos donde sea que debieran estarse
Así mi corazón a veces salta como un sapo
Se está otras quieto mirando la estrella
Aunque más a menudo
Sigue tus huellas recostado en tanta ternura
Se infla más grande
Tú has visto cómo guiña los ojos
Esto es nada comparado con sus otras destrezas
El arte con que sabe el día
O camina a la pata coja
Pero todo está tan exactamente donde lo habías dejado
Que no hay para qué moverlo
Si además por sí solo se mueve
Niña estás contenta


Emilio Adolfo Westphalen
Otra imagen deleznable...
Fondo de Cultura Económica, 1980.

martes, diciembre 07, 2004

Ecce Gubernatur

Cuantos más libros leemos, mejor advertimos que la función genuina de un escritor es producir una obra maestra y que ninguna otra finalidad tiene la menor importancia. Por obvio que esto sea, ¡qué pocos escritores serán los que lo admitan, o que, aun admitiéndolo, se sentirán dispuestos a dejar a un lado la labor de iridiscente mediocridad en la que se hallan empeñados! Los escritores siempre esperan que su próximo libro va a ser el mejor de ellos, pues no quieren reconocer que es su modo de vivir presente lo que les impide el crear nada mejor o diferente.
Todas las incursiones en el periodismo, la radio, la propaganda y el cine, por grandiosas que sean, están de antemano destinadas a la decepción. Poner lo mejor nuestro en estas formas es otra insensatez, pues con ello condenamos al olvido las buenas ideas lo mismo que las malas. En la naturaleza de tales trabajos está el no perdurar, así que nunca deberíamos emprenderlos. Los escritores enfrascados en cualquier actividad literaria que no presuponga el intento de crear una obra maestra son víctimas de sí propios y, a menos que estos autoaduladores se limiten a considerar aquellas actividades como su contribución al esfuerzo de guerra, tanto les valdría el pelar papas.


Cyril Connolly
La tumba sin sosiego
UNAM, 1995.
Trad. Ricardo Baeza

viernes, diciembre 03, 2004

Canción de viejo (fragmento)

17
Veo caer las hojas herrumbrosas,
muerdo el freno que azuza
mi lengua quejumbrosa,
desde el polvo de yeso que decae
del pedestal.

Pero he sido la máscara de oro
de la lepra del polvo:
pronuncié
palabras de oro.
Sólo el bufón del Tiempo sospechó
y me arrancó la máscara de oro.
Debo asumir, desnudo,
la vergüenza del polvo.

La polilla ignorante de la tela
no puede precaverse
de la araña que vela.
El cordero que deja la majada
no pasa inadvertido
de la garra afilada.

Yo
soy la víctima ahora:
ya sin oro,
he de morir.

No de araña, no de lobo,
sino de 'la confesión por el cuerpo',
la lepra del polvo.

Hay un ataúd en el cuerpo
pronto a acogerte,
pronto a encogerte,
pronto a enterrarte, pronto
a desterrarte.

¿Por qué urde sus hordas y ordalías
la preñada inocencia todavía?

Pero la máscara arrancada y fría,
sonora de ecos de oro,
suelta aún rebotes de oro:
--Perdón por el sol y la luna,
la tierra y el tiempo,
la vulva y el Volvo.
Perdón por la mota que mata,

'perdón por el polvo'.


Hugo Padeletti
Canción de viejo
Interzona, 2003.