domingo, febrero 14, 2016

Cuatro poemas de Eduardo Milán


a Diego Maquieira

dos ñañúes secuestran a tres afis
dos indígenas mujeres secuestran policías
de investigación, policías, dos mujeres los secuestran
indígenas las dos, a los tres
eso simple, llano, planea por el aire
occidental: imposible a todas luces
ninguna luz puede con tal mentira
esa mentira se voló la barda
prenden todas las luces de la ciudad:
no se ve nada
sólo es posible en el imaginario policial
que involucra, abuelo acre, a todo aquel marginal moderno
únicos marginales reales de la modernidad: indígenas
indigentes son marginados sociales
indígenas no son marginados, son marginales:
quieren, Clase, estar fuera
los puedes ver cruzar la esquina sin levantar los ojos al semáforo
sin ver el verde, sin ver el rojo, indígenas del ver
tanta parsimonia no se la merece nadie
serán acaso reyes, emperadores de la espera
mientras tanto enlentecen nuestras calles
este pavimento se nos fue de las manos
nosotros todavía decimos nosotros, Clase
ellos ni siquiera dicen ellos





todos tienen un amigo en Buenos Aires

el Fondo no trae a México
lo que edita allá, esa historia de la Escuela de Fráncfort
fue difícil conseguir la biografía de Gilles Deleuze-Félix Guattari
si no me dice Enrique no me entero
se supone que éste es un mundo redondo, global
América Latina está intercomunicada
es la misma casa editorial, el Fondo

no puedo pedirle siempre a Alejandro o a Daniel
a Edgardo cuando va de Barcelona
¿no me mandas el ladrillo que acaban de editar que aquí no llega?
no se puede quemar a un amigo por un libro del Fondo
éste es el mismo lado del Océano

todos tienen un amigo en Buenos Aires -dijo
parecía publicidad del gobierno de la provincia
del dueño de Boca
Macri, el facho
no se dice facho a esta especie de facho
mediático, héroe de clase media
no hay clase media, en rigor
hay un deambular de puesto en puesto
de peso muerto a sin un peso
un círculo de fuego alrededor de la ciudad
termina por ahogarla

claro que es un facho
aunque no sea un facho es un facho
cuidado con la palabra: hay que salvarla
no a la palabra facho, a la palabra
lectura reducida a aldea

el humo sube del rancho entre la niebla
a la orilla de la montaña
las mismas manos dan vuelta tortilla en el comal
nudosas, enraizadas
entre la pausa larga hablar es corto





fruta madre
fruta madre que nos parió, mangos
guayaba, guanábana, plátano
hijos de su fruta madre

manzana, mamey

naranja, toronja -pomelo-, melón
zapote negro, chico zapote
no el más pequeño, el más querido

la mujer con su vestido negro que no
alcanza a cubrir se desnudez -corte
en la pierna, corte en la línea
pasaje de un verso a otro
¿alcanza o no alcanza a cubrirla?
riqueza de especie, pobreza de vista

gobiernos de mar de
gobiernos de la mer
trabajo tirado al mar
traidores, vendealmas de
los petróleos

fruta que no habla
gruta del silencio
interno, de su miel
derramada, la derrama de vidas, la manchada
ancha tierra que tienen
fruta madre, di que hacer





del mismo modo que
se pone un cormorán bañado de petróleo
a la orilla del mar del Golfo
esa imagen va de ojo en ojo alrededor del mundo
un ave inocente que brilla negra alcanza el ojo
un estremecimiento de ave
un estremecimiento de brillo
un animal estremecimiento de una especie que se estremece
que no se estremecía con facilidad, era feliz
ante el desastre de una especie inocente
se estremecía ante el desastre de un ave marina, cormorán, ese ave

giro en el mundo con su perfil intacto que siempre mira al que mira
ninguna menina cambiará
ante una mirada estética, estremecida de crepúsculo, cormorán-menino

salvo que ese cormorán puesto a los pies del desastre para que el ojo tiemble
no sea un cormorán bañado por el petróleo del Golfo
donde cuando yo era un niño y nadie moría
fuera un cormorán hijo de un desastre similiar en las costas de Bretaña un tiempo atrás
cosa que así fue
ave hermosa, brillante, cubierta de petróleo
ojo egipcio fijo mirando aquí
sin comerla ni beberla




Eduardo Milán
Vacío, nombre de una carne
Casa Editorial HUM, 2010.

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