jueves, julio 07, 2016

Tres poemas de Ben Lerner


Debemos retirar nuestras ofrendas, aunque ardan y echen humo.
Debemos recordar nuestros versitos como llantas ponchadas.
Debemos desollar al curatoriado, invertir nuestros hábitos de penitencia

y entrar en la Academia en fila india.

Aún no ha aparecido la poesía.

La imagen no es un sustituto. La imagen es como una anécdota
en boca de un bebé que nació muerto. Y ni la reflexión,
con su infinito espurio, ni tampoco la religión, con su octava parte de hongos,
pueden causar orgasmo tras orgasmo como la poesía. Como política,
en general nos disculpamos. Pero con disculparse no se logra nada.
Debemos exigirles que se quiten los zapatos, los anteojos, los dientes.
Debemos exigirles que lloren sin tapujos.

Si pudiera servirles de consuelo, nos gustan los primeros libros de John Ashbery.
Si pudiera servirles de consuelo, no van a sentir nada.




Rey de la cerveza, rey del pop, rey de reyes;
orgulloso auspiciante de la danza de la lluvia y la matanza piadosa,
de los Juegos Paralímpicos y la circuncisión;
cinéfilo, carnívoro, republicano: bendice

a mi novia, bendice los deditos de pollo, el trayecto
hasta Brooklyn, vigila su disco rígido y el lunar sospechoso,
perdónale que fume, protégela del ántrax
y la obesidad, del Scud y del Rohypnol. Si la manosean en un bar,
si la insulta un taxista, si pierde su trabajo,

deroga la luna, manda una plaga a través de un parche de nicotina
y por celular, vacía tus siete copas sobre el G7,
insensibiliza el pene, estrella un avión de pasajeros en la estrella polar. Destruye
con fuego, con una espada corta, con azufre, después destruye
el fuego, la espada corta, el azufre. Destrúyeme a mí. Después destrúyela a ella.




Elegía didáctica (fragmento)

Es difícil diferenciar entre la caída de las torres
y la imagen de las torres al caer.
La influencia de las imágenes es, muchas veces, más poderosa que la influencia de los acontecimientos,
como la filmación de Pollock pintando es más influyente que las pinturas de Pollock.

Pero a medida que se la repite, la fuerza de una imagen disminuye,
y causa preocupación y una reinversión simbólica.
Entonces es posible que a la imagen le atribuyan valor, donde no lo hay.
¿Una imagen puede ser heroica?

No,
pero una imagen puede proclamar su distancia del acontecimiento que visiblemente representa;
es decir, puede declararse a sí misma su propio acontecimiento,
y en consecuencia prohibir en lo sucesivo toda inversión.

La crítica observa la imagen de las torres al caer.
Cada vez que ve la imagen de las torres al caer
se acuerda menos de la caída de las torres.

La crítica se siente culpable de ver la imagen como una obra de arte,
pero la culpa aquí es producto de un error cognitivo,
en tanto la crítica es incapaz de distinguir entre un acontecimiento
y el acontecimiento de la imagen del acontecimiento.
La imagen de las torres al caer es una obra de arte
y, como toda obra de arte, puede ser rechazada
por contaminar aquello que visiblemente representa. Como regla general,
si una representación de las torres al caer
puede ser repetida, carece de realismo.




Ben Lerner
Elegías Doppler. Antología poética bilingüe
Traducción: Ezequiel Zaidenwerg
Práctica Mortal, 2015.

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