lunes, junio 07, 2021

Dos poemas de Marcela Santos

Alaska

Durante los aguaceros me da por recordar Alaska.

La curvatura exacta
del viejo monitor que mi madre desempolvó
el día antes de partir a su crucero,
con la ternura de quien deja a su cría
en manos de un guardián robot,
de quien envidia un poco el desapego
que ella entrena cada día, con cada clic.

Mamá hubiera preferido acompañarme por horas en esa silla
que salir con su maleta, pantimedias y abrigo no muy caliente
a conocer Alaska con mi padre.

Pero regresará hechizada,
sorprendida al comprender a los glaciares
que rugen en silencio y se derriten certeros,
todos con la misma engañosa lentitud.





En el cerro de las copiadoras

Rubio y brillante
como un botón de encendido
empapado de luz vendiste
por primera vez el mito
de las copias xerográficas

trazabas con bolígrafo
el Cerro de la Silla y con la Xerox
tu cruz a cuestas
preguntabas de casa en casa:
¿cuál es el original y
cuál la copia?


imposible saber que en poco tiempo
tu hija jugaría con tóners
en una empresa llamada
Docusol caería
arrullada por el olor a tinta seca
gatearía por las alfombras
persiguiendo el sonido de las pisadas

antes que el cielo vi ondear
la bandera de Windows 98

no conocí el añil sino el cyan
impreso sobre el papel bond

y cuando tus máquinas
no duplicaron más que jeroglíficos
de pie sobre la acera
el día en que el negocio se iba
a liquidación vi el brillo
fluorescente de tus ojos
parpadear y
apagarse.





Marcela Santos
Sol de Monterrey
Dharma Books, 2021.

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