Me gustaría saber, de ti,
el parloteo de tu lengua,
que sangra, ves, si se la muerde.
La pericia obscena de tu lingua franca
que mana de la empresa
(oh)
del corazón.
No hay lengua secreta (te lo dije)
ni sacra, a no ser que te quejes bajito,
como muge la vaca a la arboleda,
perdida ya.
Que se perdió todo,
sí, es verdad,
se lo llevó el viento todo,
va siendo la hora de borrar.
Así nadie salva, ni silba
a nadie, en ese silencio en que
te arden tanto las orejas,
de escuchar.
Cuando clamor se oiga dondequiera
(tú que escuchabas, oh, en la espesura)
y no se oiga ni una trompeta ni nada
de nada, nunca más.
Rolando Sánchez Mejías
Cálculo de lindes (1986-1996)
Aldus, 2000.
martes, octubre 19, 2004
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