domingo, agosto 07, 2016

Cinco poemas de Washington Benavides


Foto de memoria

Yo describí una foto
de memoria.
Después la hallé
y en nada coincidía.
Aquella (la de la memoria)
mostraba cosas
que ésta
no delata.
Yo describí (con precisión)
objetos
rasgos
entes
(¿inexistentes?)
en la cartulina.
¿A qué foto me atengo
en adelante?
Y no me hables de la realidad
(yo sé muy bien que hay muchas,
indiscernibles,
y que es duro el negocio
con las tales).




Ianara

"Ésta es Ianara"
-Dijo la madre a Deodoro-
"Es hija de unos amigos,
tan amigos, que son como parientes."
Pero el niño estaba suplantado
por el muñeco grande, de trapo, de su hermana
Lena, y como tenía sólo dibujada a lápiz (rojo)
su boca, nada podía contestarle, y como sus brazos
eran de estopa y carecían de nervios y de huesos,
no podía tender la húmeda mano.
Sólo mirarla y adueñarse de su imagen
como le ocurrió con aquel cardenal azul
que cantaba
-fuera de su alcance-
en lo alto del tala.




El viejo loco del dibujo

Escrito a la edad de setenta y cinco años
por mí
            antaño Hokusai
                                      hoy Sakio Rojin
el viejo loco
                     del dibujo.
Dibuja lo que quieras
                                   -no lo que sepas
(ya vendrán a enseñarte los maestros)
-pero se contradice-
el viejo loco del dibujo.
Pelea
          samurai con tus pinceles
sobre papeles esteparios
                                       ajústales
el recio bambú en los lomos blandos
a los que venden a sus hijas
             reviéntalos.

Mira después de todo ángulo
al seno del Fujiyama
(o de un cerrito de tu tierra
-¡el Batoví Dorado!-
cualquier cerrito
de tu tierra
con una gran calandria gris encima).




Foto del niño con el gato negro

El niño juega con el gato negro.
Ausente del fotógrafo,
el niño juega con el gato negro.
En el patio norteño con naranjas
las naranjas parecen una guarda
de Fra Filipo Lippi (olviden
esta cita).
El niño ausente juega con el gato.
Después vendrían accidente
y biopsia.
Después vendrían viajes detenciones
exilios otros aires meningitis
sombras de muerte tiburón
nocturno.
El niño juega con el gato negro.
Sonríe con su gato. Picardía.
Alza su negro gato y su destino.
Sonríe a aquella mancha y la levanta
en el patio norteño con naranjas.
Después vendrían muchas cosas graves.
El niño se hizo hombre y se hizo duro
apadrinado por Segundo Sombra.
A veces el destino
es don segundo sombra: "¡Hacete el duro!"
Y vino luego el rebencazo y otro.
Pero en la foto
el niño juega con el gato negro.




La navaja chicana

El poeta chicano
se revuelve y aúlla
     (coyote gris)
en la trampa dentada
en la entraña de USA.

Echa mano al inglés
     de los bosses
     de los beatniks
     del Establecimiento
y lo unta de todos
     los dialectos
del español-español
     del mejicano
     del portorriqueño
es su navaja más filosa
     (es su única arma)
más que el brown power
     el mastodonte
puede segregar todavía
los jugos más terribles
     y destruirlo
     (como brown power)
Pero lo que escribe
     Roberto Vargas
     (su carta/ poema pa
                        ernesto cardenal
     o Rodolfo Gonzales
     (I am Joaquin/ yo soy
               Joaquin)
que saca del olvido
                   a Joaquín Murieta
                   y lo enfrenta
a los wasps los expertos
                    en la picana eléctrica
a los bosses dipsómanos
                    del establecimiento.
O René F. Cárdenas:
("¿Qué le pasó a Amapola: regresó
                   a su familia en Durango?
¿Qué le pasó a Raymond Bill: acaso
su facilidad con las matemáticas lo salvó
                                          de Korea?")
permanecerá mucho más
que el polvo levantado
por el coche policial
que se llevó -atados como conejos-
a dos hermanos
a dos "espaldas mojadas"
condenados antes del juicio
     por "espaldas mojadas".
Esa navaja con cachas de un roble
                   de Durango
corta bien todavía. 




Washington Benavides
Sansueña. Antología poética
Fondo de Cultura Económica, 2016.

No hay comentarios.: