miércoles, octubre 14, 2020

Tres poemas de Antolín


El tenista Nadal mata a una abeja en pleno partido y lo abuchean

Cerrando todos mis asuntos.

Qué desierto más árido el presente y qué selva tan frondosa el pasado.

Despidiéndome de todo.

El tenista Nadal mata a una abeja en pleno partido
y lo abuchean.

Pensando en partidos de tenis que nacen
y mueren el mismo día.

Pensando en cabalgar.

Pensando en los desiertos más bellos de la Tierra:
Sonora, Gobi, Atacama,
Las Vegas, Sahara, Wadi Rum.

Quiero que todo se libere de una vez
pero no quiero que se destruya nada en el proceso.

Lo que me perdí, me lo perdí.
Lo que no, está en mi corazón para siempre.

Alguna vez supe vivir sin miedo y con curiosidad.

Hoy todo está embalado.





Hasta lueguito, chau, chau

Cuando falleció mi papá me tocó desmantelar su casa. Lo único que tenía valor personal era una caja con videocassettes, una calabaza y unas piedritas de río. Eran sus pocas pertenencias. Entonces me di cuenta de que él no estaba apegado a nada. Solo algo de ropa, películas que venían de regalo en revistas y una calabaza con una cara dibujada al estilo Wilson.

En la caja fuerte sólo había una rata.

Acá estoy escribiendo poemas acodado en la barra de los cafés, como un huérfano.

Siento que en cualquier momento mi cabeza se va a desprogramar para siempre.

Acá estoy sacudiendo el vacío en la máquina LHC,
colisionando hadrones y viajando con un haz de fotones.

Superpensativo.

En esta vida no soy un átomo o una planta. Soy un animal sensitivo. Eso me causa mucho dolor.

Nos boicotean la fantasía del desierto americano.

Cuando era chico y no podía dormir, mi papá me alzaba y me llevaba a saludar a las plantas de cocina, a despedirlas una por una. Después me dormía tranquilo. No tengo mucho más para decir.

Sé cómo llegar a Plaza Italia.
Sé cómo llegar a la Avenida Córdoba.
Sé cómo llegar a tu corazón.
Hasta lueguito.
Chau, chau.





Presidente de las rocas

Paso número 1: el mundo debe parecerte incomprensible.

Mantener la inteligencia clara en medio de todas las ideas oscuras que tiñen el horizonte.

Todos los años aprendiendo mejor la misma cosa.

Todos los días un minuto de felicidad.

Sé como los perros que jamás se pierden.
Sé como los perros que jamás buscan departamentos para alquilar.
Sé como los perros que un día van a Disney caminando
muy muy despacio,
para morirse como grandes perros, como perritos gigantes.

Construir una cabaña cerca del bosque para nosotros.
Correr hasta tu puerta con lágrimas en los ojos y nieve en las pestañas.

Cuando comience de nuevo la historia de la humanidad algunas cosas no deberán faltar jamás:
     * Los Beatles cuando vivían en el Bambi Kino, todos juntos en una habitación donde se guardan las escobas.
     * Ron Thompson arrodillado en el barro llorando la muerte de su hormiga.
     * Lawrence de Arabia cruzando el desierto de Wadi Rum, escribiendo su propio destino.

Recuerdo uno de mis primeros cumpleaños. Habíamos ido de vacaciones a La Plata y ahí no tenía ningún amigo. Mi abuela salió a la calle a conseguir invitados, niños que pasaban, auténticos desconocidos que simularían ser mis amigos solo por este día, como extras. A todos ellos los vi una sola vez en la vida.

Todos estábamos embellecidos, por una época, por un momento, por un lugar.

El presente es el Allosaurus de los tiempos, listo para atacar.





Antolín
Una oferta de pureza
Iván Rosado, 2020.

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