martes, enero 18, 2005

Tres poemas de Sandro Penna


¿Me hago viejo si, de un largo viaje
siempre sentado, nada he visto sino
la lluvia, sino un cansado rayo
de vida silenciosa...? (los obreros
subían y bajaban de mi tren,
llevaban, de un suburbio a un dulce lago,
su sueño y, con él, sus utensilios).
Grité también cuando caí en la cama:
hombres somos, más que viles cansados.



"Poeta exclusivo de amor"
me han llamado. Y tal vez era verdad.
Pero el viento aquí en la hierba y los rumores
de la ciudad lejana,
¿no son también amor?
Bajo cálidas nubes,
¿no son aún el eco
de un amor que se abrasa
y nunca más se aleja?



a Eugenio Montale
La fiesta hacia el atardecer. Yo voy
en dirección opuesta a la caterva
que alegre y ágil sale del estadio.
A ninguno yo miro y miro a todos.
De vez en cuando apaño una sonrisa.
Mas raramente una sonrisa alegre.
Mi mente no recuerda ya quién soy.
Entonces el morir no desearía.
Que muera me parece harto injusto.
Aunque ya no recuerde más quién soy.



Sandro Penna
Poesía
Visor, 1992
Traducción: Pablo L. Ávila

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