Protéjanme
guardianes silenciosos
porque el sol se enfría
y la última hoja del laurel
estaba polvorienta
y ni siquiera sirvió para la olla
del asado—
protéjanme de esta película
de poca monta
que sigue desarrollándose
ante mí
y pretende involucrarme
como actor o como extra
no previsto en el guión—
protéjanme incluso
de vuestra presencia
casi siempre inútil
e inoportuna
protéjanme
de vuestras ausencias espantosas—
del vacío que crean
a mi alrededor
protéjanme de las Musas
a quienes vi posadas
e incluso cortadas a mitad del busto
para esconderse mejor
de mi paso de fantasma—
protéjanme o aun mejor
ignórenme
cuando entre en el nicho
que ya pagué hace años—
protéjanme de la fama/ farsa
que me introdujo en el Larousse ilustrado
para borrarme luego
de la nueva edición—
protéjanme
de quien implora vuestra permanencia
alrededor de mi catafalco—
protéjanme con vuestro olvido
si esto puede servir para que siga en pie
pobres lares siempre encerrados en vuestra
dudosa identidad—
protéjanme sin que nadie
se entere
porque el sol se enfría y quien lo sabe
malvadamente se alegra por ello
oh mis pequeños númenes
divinidades de tercer orden expulsadas
del éter.
Eugenio Montale
Cuaderno de cuatro años
Col. Poesía y poética, Universidad Iberoamericana/ Artes de México, 1999.
Traducción: Ernesto hernández Busto
lunes, febrero 28, 2005
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