En principio, no se necesita resolver, comprender, un poema fuera de él mismo. El poema es ya la resolución, la comprensión -de otro modo inalcanzable-, cuando es legítimo. Es posible, por supuesto, y aun benéfico, el fruto del terreno de la crítica propiamente dicha, pero bajo la firme idea de que se está hablando de un derivado de la materia poética y nunca de la materia poética en sí, que es insuplantable. El poema habla por sí mismo, no requiere la ayuda de la crítica para articularse, su lenguaje se basta. Si el poema fue la reunión de la forma y el fondo, si la forma hizo orgánica a la idea, al sacar a la idea de ese ambiente, el poema necesariamente se transforma (o se asfixia), se está hablando de otra cosa. El poema es el lugar.
Iván García
El poeta y su trabajo, no. 18, invierno 2004.
Iván García
El poeta y su trabajo, no. 18, invierno 2004.
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