20 de enero, 2003
Alguno dice caballería multitudinaria, algunos dicen soldados a pie, otros lo llaman flota.
Alguno dice un ejército de caballería, otros de infantería, otros naves.
Alguno dice jinetes o soldados a pie o remeros.
O una tropa de caballos, el marcado rango de los marchantes, una noble flotilla, alguno dice.
Alguno dice ciento veinte tanques Challenger Two, de infantería, o una flota de naves.
Hay aquellos que dicen un montón de caballería, tanques M1A2 Abrams y, otros de naves, y otros Howitzer de 155 mm.
Alguno dice vehículos de combate Warrior atestados, algunos dicen soldados de a pie, otros lo llaman una flotilla de las más bellas vistas que la oscura tierra ofrece.
Alguno dice que la más linda cosa sobre la tierra oscura es un montón de helicópteros de ataque AH-64 antiblindaje, y, otros, de nuevo, una flota de naves.
Alguno dice que la más bella cosa sobre la tierra oscura es un ejército de tanques de artillería AS90; otros, infantería; aun otros, naves.
Sobre esta tierra oscura, alguno dice que la cosa más adorable, son las treinta mil tropas de asalto de Bretaña que se unen hoy a las sesenta y dos mil estadounidenses movilizadas en los diez días pasados y un estimado de sesenta mil de los EU que van en camino.
En esta tierra oscura, sobre la tierra oscuro carbón, alguno dice todo esto y más.
Pero yo digo es lo que más amas.
Yo digo que eso son las personas que amas.
Digo que son esas cosas, cualquiera que sean, que uno ama y desea.
Digo que es lo que uno ama.
Es lo que uno ama, la más bella cosa es quien uno ama.
Digo es quien quiera que una persona ame.
Digo que para mí son mis amados.
Para mí, y nadie más, son mis amados, eso es la más adorable vista.
Digo la visión de los que amas.
Lo digo de nuevo, la visión de los que amas, aquellos que has conocido y aquellos que no.
Lo digo de nuevo y de nuevo.
De nuevo y de nuevo.
Trato de seguir diciéndolo para que siga pasando.
Lo digo de nuevo, la visión de los que amas, aquellos que has conocido y aquellos que no.
30 de noviembre, 2002
Amados, nos levantamos en la mañana a la oscuridad y la vemos volverse claridad con esperanza.
Cada mañana la esperamos en nuestra cama escuchando a los loros y su alharaca.
Amados, las ramas de los árboles se bifurcan sobre nuestro techo, sobre nuestra cama, y sepan que cuando hablo de los loros hablo del amor y de sus colores verdes, del amor y de sus graznidos, del amor y de la discordia que traen a la tranquilidad de la mañana, que es la discordia del despertar.
Cuando hablo de los loros, hablo de todo aquello a lo que despertamos esta mañana, de la caída del índice Dow, aun cuando ayer terminó en un ánimo positivo, Contro de la Misión, el transporte espacial, el testamento enorme de George Harrison, los hare krishna, la ciudad de Man, la ciudad de Danané y el Movimiento por la Paz y la Justicia y el Movimiento Marfileño Popular del Oeste, desplazados y golpes fallidos, algunas pistas sobre el atentado en Kenia
Hoy aún hablo de los catorce que han muerto en Kenia al inicio de esta semana, algunos por su propia decisión, algunos por la decisión de otros, mientras hablo de los loros.
Y como hablo de los loros, hablo del clima del día aquí, la suave brisa y la sábana que pongo sobre mí esta mañana en el subtrópico y luego hablo de África del Este, aquellos detenidos para interrogarlos, fronteras porosas, sobre la fácil disponibilidad de pasaportes fraudulentos.
Hablo de largas líneas costeras y del cuerpo y del cuerpo de Alejandro Dumas cubierto por un paño azul con las palabras "todos para uno, uno para todos".
Hablo de los nietos de los esclavos haitianos negros que se van y de lo que significa ser francés.
Hablo de la Jihad global, de clérigos radicales, planetas gigantes, Júpiter, gas y polvo de estrellas, aumento gravitacional, dinámica de los fluidos, evolución protoplanetaria, la imparable diseminación global del sida.
Cuando hablo de los loros hablo del par de mascotas liberadas en algún momento entre 1986 y 1987 que ahora suman por lo menos treinta.
Hablo de cómo empiezan su día al amanecer, y vuelan a las copas de los árboles mirando al sur para descansar en las ramas cercanas a nuestra cama, amados, donde reposan por cerca de una hora para comer, acicalarse y socializar antes de moverse en busca de frutos y semillas de ciruela silvestre, baya de Navidad, papaya, guayaba roja, y otros arbustos y árboles que han sido, como ellos, como nosotros, traídos desde algún otro lugar.
Hablo de nuestra mañana por venir, cotidiana, con las noticias de todo ello, con su hora para alimentarse, acicalarse y socializar restringido antes de volver a nuestras computadoras individuales y a la amplitud de sus conexiones y al probable cambio de temperatura cada hora entre los 26 y algo por debajo de los 27 grados que tendrá el día, con vientos que empiezan con 19 y lo finalizan con 12 km/h.
Cuando hablo del verde de los loros, hablo de ustedes y de mí, y de nuestras raíces al fondo del cráter una vez llamado Le'ahí, ahora llamado Cabeza de Diamante, y hablo de aquellos que nos animan a pensarlos como instalados con nosotros, Mariah Carey, Jermaine Dupri, Jimmy Jam y Terry Lewis, Jay-Z, Cam'ron, Justin Timberlake, Nick Carter, Rod Stewart y Shania Twain.
Y hablo del aleteo de los loros mientras llegan hasta el árbol que se extiende hasta la cama y del aleteo indefenso de nuestras alas en nuestra mente, nuestras alas aleteando mientras yacemos sobre nuestras espaldas en nuestra cama por la noche, incapaces de volver o alejarnos, el banco de tres patas, con su parte política, la militar, y la del desarrollo, que ha entrado a nuestra cama por la noche manteniéndonos sin sueño como los loros han entrado en este hábitat muy lejos de su origen porque alguien los liberó, alguien los liberó, y vuelan de un lugar a otro, ruidosamente, para recordarnos que es de mañana y aun cuando, atascados de espaldas en la cama, las alas agitándose, es bienvenida cualquier distracción de las partes del banco de tres patas.
Juliana Spahr
Esta conexión de todo aquello con pulmones
Traducción: Benjamín Moreno y Minerva Reynosa
Mantis Editores, 2012.
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