lunes, julio 25, 2022

Tres poemas de Valeria Román Marroquín


panfleto #2

verás, el hambre
es un régimen de rigor,
          ¿qué clase de poemas eres capaz
                    de escribir sabiendo eso?
innecesariamente largos,
          pretenciosos
vacíos entre palabra y palabra
          pura estética excremental

no puedes alimentar a nadie
          con palabras brillantes

un objeto así de bello
no es posible de comer,
          hiere el músculo
          muelas y encías sangran
          ¿dime qué clase de poemas
puedes escribir sabiendo eso?

ninguno cuando digo que
el hambre es un régimen de rigor:
           no hay cuerpo que se contente
entregado a la regla de la escasez
          y aguante

no hay cuerpo
          que resista sin revancha,
la carne no desaparece así nomás
          como desaparecen
salivando
sin apetito
tus maravillosos poemas fragantes

verás,
a quienes desaparecen en el régimen
          del hambre
los verás,
regresando a sentarse
          en el mismo sitio
          de la misma mesa
          —verás, algún día—
y comerán, no col ni res,

pero comerán






panfleto #3

yo sé lo que es pasar hambre
te dicen
en el abasto
en el primer horario
          del turno nocturno
en el seguro
en las colas
en los bancos
cuando cobras el cheque
cuando pagas el boleto
cuando no hay sistema para pasar la tarjeta
                    si tuviese efectivo por favor gracias
cuando se dispara el cambio
cuando hay un préstamo pre-aprobado
                    con un delicioso jugoso irresistible
                              interés
cuando el trabajo congelado acumulado
cuando la capacidad burocrática colapsa
cuando pesas la cebolla las papayas el pimiento
cuando trasnoche enciendes el televisor
cuando estás a punto de abrir la boca
          —asomados incisivos en dudoso estado,
un hilo de saliva se tensa se rompe—
y vas a responder

yo sé lo que es pasar hambre

te dicen
levantando entrenado el índice
todos
todo el tiempo
en todo momento

y pasan de largo






ana contra la totalidad social

aburrida de la tradición,
propongo una teoría capaz
            de cubrir hasta el mínimo
pliegue de la totalidad social:

no sentí el pesar de la historia
hasta que me sorprendió
hacia el umbral del descanso
            una segunda jornada laboral
extendida y sin bostezos /
a tajos mi salario se reduce:
remojar los garbanzos
            descongelar la res.

este es un hecho de la realidad.

expuestos al hervor
los granos rebalsan.
se agrupa la espuma.

a la luz
de estos acontecimientos,
la pura teoría
            quema con burla
mis dedos ampollados.

otro hecho de la pura realidad:

los garbanzos los aderezo
            a fuego lento dejo
que agarren el sabor de todo lo demás
con orgullo en la mejor
            olla que podía heredar
—generaciones de mujeres
            con los dedos ampollados
por las estructuras metodológicas
            de las disciplinas—

            replegadas las categorías,
            mis garbanzos se posponen
en la totalidad social:
desechada en el gueto
—gueto rebalsado rebosado milenario /
            pliegue de longitudes visibles—
de la poesía                        /de mujeres/
y los cuidados                   /de mujeres/
me dicen
            a la luz de este proyecto
que no hay objeto más soso
que el objeto histérico de la historia
                      ¡queremos novedad!

             los tiempos son otros
             los estatutos son otros
y sin embargo,
la jornada sigue estirándose:
uno tras otro, rebalsando
hechos materiales de la realidad.
y sin embargo
            más bien mas no
            por el contrario,
parece ser cierto que nadie
quiere escuchar a una mujer
            quejarse de los pilares de la teoría
mucho menos pensar en la belleza devastadora
            de un buen plato de garbanzos
            carbonizados






Valeria Román Marroquín
ana c. buena
La Balanza Taller Editorial, 2021.

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