Del Pitorro. Un arriero venía viajando solito, se detenía a mitad del campo, para descansar. Entonces veía a un hombrecito viejo, sentado en el barranco, barbita en el mentón, peludo, barrigón, traía un gran sombrero de cuero en la cabeza y ese hombre silbaba. Parecía un vertedero de paz. Mas el hombre le preguntaba al arriero si tenía tabaco y hoja de enrollar; mas él mismo sacaba del bolsillo una pipa que traía, apretaba el tabaco, lo prendía. Soltaba una humareda, de dentro indagaba con aquella voz que se iba estirando, cada vez más preguntadora, ofensiva: --"¡¿Usted conoce al Pitorro?!" Echaba otros humos: --"¡¿Usted conoce al Pitorro?!" E iba creciendo, desde él, se transformaba en un despropósito de monstruo hombre. --"¡No conozco al Pitorro, ni a la madre, ni al padre del Pitorro, ni al diablo que te cargue, por Nuestro Señor Jesucristo, amén!...", el arriero exclamaba, dibujaba en el suelo el signo de Salomón, el Pitorro con negros azufres se desbarataba: él era el "Niño", el Pie de Pato. --"¡Con Dios me acuesto, con Dios me levanto!", jaculaba Miguelín; y no alcanzaba a ver la puntita del sueño en el que se dormía.
João Guimarães Rosa
Campo general y otros relatos
FCE, 2001.
Traducción: Valquiria Wey
João Guimarães Rosa
Campo general y otros relatos
FCE, 2001.
Traducción: Valquiria Wey
No hay comentarios.:
Publicar un comentario