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No creo que todo el mundo exista con el fin de terminar en un libro (Mallarmé), aunque la idea, estoy de acuerdo, es excitante.
Sí creo, en cambio, que todo libro existente eventualmente desaparecerá.
Como resultado de una catástrofe final o victimizados por la tecnología o por un proceso de auto-aniquiliación, no lo sé. Pero desaparecerán.
No veo razón para el lamento. Veo aquí un incentivo para ubicar a los libros dentro de la categoría de organismos vivos. Así que es natural que crezcan, se multipliquen, cambien de color, enfermen y, eventualmente, mueran.
En este momento somos testigos de la fase fina de este proceso. Figurativa y literalmente, las bibliotecas son cementerios de libros.
¿Qué son los best-sellers de pasta blanda si no cenizas, sombras, humo? Todo best-seller testifica el hecho de que el fuego del lenguaje (en sus formas literarias) se ha extinguido.
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Pero en lo que toca a nosotros, estamos vivos y bien.
Todavía tenemos colores y ojos para verlos, sistemas lógicos, signos, proyectores de cine, pistas de baile, cadenas de televisión, alfabetos manuales y mucho más.
Hasta donde sé, únicamente los artistas están celebrando la muerte de los libros. Es difícil de creer, pero es cierto, a nadie más parece importarle.
Sólo los artistas están dando su merecido adiós a los libros, con cantos, iconos, aceites sagrados, rituales, cohetes; en fin, todo lo usual en estos casos.
Otras personas (por ejemplo, los escritores, lectores y todos los intermediarios entre unos y otros) simulan no ver, oír u oler. Las estadísticas no gozan de alta estima como materiales de lectura en estos círculos.
¿Y qué tal en la educación? Todo ocurre, como antaño, casi exclusivamente por medio de libros. Mientras tanto, afuera, en las calles, se aclaman los peores best-sellers.
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Pero esta no es la historia de los buenos escritores versus los malos escritores, editores de calidad versus editores de basura, lectores inteligentes versus lectores idiotas.
El único tema real de nuestra historia es este objeto más bien pequeño, usualmente rectangular, multicolor y de peso ligero: el libro, los libros. Los encontramos aquí y allá entre nosotros, viviendo sus vidas, cambiando, objetos de todo tipo de manipulaciones y modificaciones en manos de cualquiera que se cruce con ellos.
Los artistas han tenido esta intuición: los libros son propiedad común. Pertenecen a todos y cada uno de nosotros. Varios siglos de vida común entre hombres y libros han dejado su marca en ambos loados. Los hombres aprendieron a leer y luego se aburrieron. Los libros aprendieron que no durarían para siempre y comenzaron a moverse.
Los libros se convirtieron en territorio para el juego, abiertos a cualquiera dispuesto a tomar parte de él. Muy pronto los libros se volvieron multicolores, su geometría se diversificó, los textos impresos comenzaron a bailar e incluso hicieron su salida, las páginas devinieron transparentes, materiales distintos del papel se exploraron y conquistaron.
Aquellos que gustan de la historia dicen que todo esto comenzó en los tardíos años cincuenta, y se responsabiliza a los poetas concretos del primer golpe mortal.
Pero, por supuesto, todo esto comenzó mucho antes. Sólo para mencionar un ejemplo, los futuristas y constructivistas ya habían estado activos en este campo algunas décadas antes. Y cuando dices esto en voz alta, no pasa mucho tiempo antes de que alguien interrumpa y recuerde los manuscritos medievales, las inscripciones romanas o la escritura jeroglífica.
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Veo esta evolución formal de la siguiente manera:
a) Lenguaje escrito en bloques más bien sólidos: PROSA. Todas las unidades visuales (letras, puntuación, espacios) se distribuyen uniformemente, creando un patrón regular blanco y negro sobre la página. [La distinción entre narración y diálogo representa la primera ruptura importante en el cuerpo del texto.]
b) Rarefacción del lenguaje: POESIA. Las palabras se volvieron escasas, cada una proclamando y defendiendo su propia identidad. La mitad del espacio permanece en blanco. El texto y el espacio desocupado mantienen un delicado balance. Nuestras emociones se despiertan por esta precariedad. [El verso libre redescubre y repuebla la baldía vastedad de la página.]
c) Flotando en un espacio enrarecido, algunos elementos (letras, palabras) coagulan: POESIA CONCRETA. El lenguaje pierde su uniformidad. Las letras están, desde ahora, sujetas a las leyes (la arbitrariedad) de la atracción y el rechazo. El lenguaje carece de transparencia. Las letras pueden ser pintadas con cualquier color. [La exposición a la variación de tamaño, forma y color conduce, a final de cuentas, a una carencia total de identidad. Las letras se mezclan con imágenes. Nace la poesía visual.]
d) Una vez que la primacía del lenguaje visual se ha roto, cualquier sistema de signos puede poblar el libro: OBRAS-LIBRO. Los artistas, músicos y gente ordinaria los toman por asalto. A partir de ahora, el libro tendrá sentido por su carácter en entidad física. La intrusión de signos heterogéneos en la página queda relacionada con un conocimiento más hondo de la naturaleza estructural del libro como un todo. [Lo que en fases anteriores e esta evolución no parecían ser sino sueños alocados --libros en blanco, libros en negro, libros ilegibles, etcétera-- más tarde demuestra ser fácil de emprender por los artistas y fácil de aceptar por el público.]
Prefiero detenerme aquí. En el momento en que la bestia ha muerto. Luego llegaron las hienas de todo tipo y no quiero ocuparme de ellas.
La actividad editorial se diversificó. Se organizaron festivales y conferencias. Los museos enriquecieron sus colecciones.
Los libros alcanzaron estatus de superestrellas. Fueron colocados bajo los reflectores. La audiencia del arte se mantuvo sentada a la expectativa de algo que tenía que ser sensacional.
Pero en la escena de arte los libros probaron ser, en su mayor parte, pobres actores. Bastante pequeños, se dañan fácilmente al ser manipulados, más bien difíciles de exhibir, pobremente distribuidos, y todo lo demás.
Únicamente los artistas ingenuos creyeron realmente, y sólo por un corto tiempo, que las mejores armas de los libros eran su "falta de pretensión" y su carácter "democrático".
Al final, el libro de artista probó ser nada más, nada menos, que un producto artístico.
Estoy feliz con las actuales actividades diversificadas en el campo del libro, siempre y cuando se obtengan nuevas visiones.
No veo por qué tengamos que escuchar una y otra vez los nombres Dieter Rot, Edward Ruscha, Andy Warhol, etcétera. Y, por favor, les ruego, no mencionen a D . . . p.
Creo, y soy feliz al creerlo, que alguien en Etiopía, Paraguay o Corea está haciendo o ha hecho obras maravillosas (y no porque haya visto una). Estoy convencido de que la capacidad humana para la creación es más amplia, alta y profunda de lo que los especialistas del arte quieren hacernos creer.
Sólo los museos y los coleccionistas (y me refiero específicamente a los museos y los coleccionistas en los países más ricos, muy conocidos por sus perspectivas imperialistas acerca de la geografía y la historia de la cultura) pueden tener un interés en identificar, fechar y registrar las supuestas diez mejores obras en un campo dado.
Lo que más me gusta de los libros es que hay demasiados. Por lo tanto, nunca puedo estar seguro de que los he visto todos ni, en consecuencia, de que sé cuáles son los mejores.
Créanme, no digo esto a la ligera. Estoy contradiciéndome de modo consciente después de haber llegado a la conclusión de que, o debo cerrar la boca para siempre, o debo contradecirme.
Comencé a hacer obras-libro en 1971, inmediatamente después de haberme dado cuenta de que ya había muchos libros en el mundo.
Había escuchado que las (mayores) bibliotecas estaban llenas de libros que nadie había abierto o solicitado.
Sabía por propia experiencia que el contenido de un libro --el lenguaje-- es engañoso y puede ser aburrido.
Era entonces necesario, concluí, terminar con los libros. Pero esto, en bien de la coherencia, tenía que hacerse por medio de libros.
Mi propósito fue crear libros que fueran tan intensos en el uso del espacio y tiempo disponibles que todos los demás libros parecieran superficiales y sin sentido.
De arranque, los libros tenían que liberarse a sí mismos de la literatura. Luego, tenían que liberarse de las letras.
A partir de ese momento, consideré a cualquiera que no leyera libros como mi aliado y a cualquiera que escribiera libros como mi enemigo.
Pero reservé mi amor más profundo por quien activamente estuviera involucrado en la lucha contra el enemigo en común.
No importa que no sepa que está peleando, no importa siquiera que reconozca la existencia de un enemigo.
La única cosa importante es que esté creando libros que vuelvan obsoletos los estándares del enemigo: su arma.
Tales libros --obras-libro-- alcanzan este fin por medio de su coherencia interna, el impacto de sus contenidos, su comprensión de la naturaleza secuencial del libro, su conciencia del ritmo de "lectura", el rechazo del lenguaje lineal.
Cuando tales libros finalmente existan, y cuando su existencia sea reconocida, entonces tendremos el derecho a decir: "¡Hemos ganado!"
¡Hemos ganado! ¿No es así?
Ulises Carrión
El arte nuevo de hacer libros
Edición: Juan J. Agius
Traducción: Heriberto Yépez
Tumbona Ediciones, 2012.
Este texto fue escrito para el panel "Critical Issues for Artists´ Books" dentro de la Artists´ Books Conference, que tuvo lugar en el Centro de Ciencia e Ingeniería de la Universidad de Boston en abril de 1985. Apareció publicado por primera vez en Quant aux livres / On Books (1997 y 2008).
b) Rarefacción del lenguaje: POESIA. Las palabras se volvieron escasas, cada una proclamando y defendiendo su propia identidad. La mitad del espacio permanece en blanco. El texto y el espacio desocupado mantienen un delicado balance. Nuestras emociones se despiertan por esta precariedad. [El verso libre redescubre y repuebla la baldía vastedad de la página.]
c) Flotando en un espacio enrarecido, algunos elementos (letras, palabras) coagulan: POESIA CONCRETA. El lenguaje pierde su uniformidad. Las letras están, desde ahora, sujetas a las leyes (la arbitrariedad) de la atracción y el rechazo. El lenguaje carece de transparencia. Las letras pueden ser pintadas con cualquier color. [La exposición a la variación de tamaño, forma y color conduce, a final de cuentas, a una carencia total de identidad. Las letras se mezclan con imágenes. Nace la poesía visual.]
d) Una vez que la primacía del lenguaje visual se ha roto, cualquier sistema de signos puede poblar el libro: OBRAS-LIBRO. Los artistas, músicos y gente ordinaria los toman por asalto. A partir de ahora, el libro tendrá sentido por su carácter en entidad física. La intrusión de signos heterogéneos en la página queda relacionada con un conocimiento más hondo de la naturaleza estructural del libro como un todo. [Lo que en fases anteriores e esta evolución no parecían ser sino sueños alocados --libros en blanco, libros en negro, libros ilegibles, etcétera-- más tarde demuestra ser fácil de emprender por los artistas y fácil de aceptar por el público.]
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Prefiero detenerme aquí. En el momento en que la bestia ha muerto. Luego llegaron las hienas de todo tipo y no quiero ocuparme de ellas.
La actividad editorial se diversificó. Se organizaron festivales y conferencias. Los museos enriquecieron sus colecciones.
Los libros alcanzaron estatus de superestrellas. Fueron colocados bajo los reflectores. La audiencia del arte se mantuvo sentada a la expectativa de algo que tenía que ser sensacional.
Pero en la escena de arte los libros probaron ser, en su mayor parte, pobres actores. Bastante pequeños, se dañan fácilmente al ser manipulados, más bien difíciles de exhibir, pobremente distribuidos, y todo lo demás.
Únicamente los artistas ingenuos creyeron realmente, y sólo por un corto tiempo, que las mejores armas de los libros eran su "falta de pretensión" y su carácter "democrático".
Al final, el libro de artista probó ser nada más, nada menos, que un producto artístico.
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Estoy feliz con las actuales actividades diversificadas en el campo del libro, siempre y cuando se obtengan nuevas visiones.
No veo por qué tengamos que escuchar una y otra vez los nombres Dieter Rot, Edward Ruscha, Andy Warhol, etcétera. Y, por favor, les ruego, no mencionen a D . . . p.
Creo, y soy feliz al creerlo, que alguien en Etiopía, Paraguay o Corea está haciendo o ha hecho obras maravillosas (y no porque haya visto una). Estoy convencido de que la capacidad humana para la creación es más amplia, alta y profunda de lo que los especialistas del arte quieren hacernos creer.
Sólo los museos y los coleccionistas (y me refiero específicamente a los museos y los coleccionistas en los países más ricos, muy conocidos por sus perspectivas imperialistas acerca de la geografía y la historia de la cultura) pueden tener un interés en identificar, fechar y registrar las supuestas diez mejores obras en un campo dado.
Lo que más me gusta de los libros es que hay demasiados. Por lo tanto, nunca puedo estar seguro de que los he visto todos ni, en consecuencia, de que sé cuáles son los mejores.
Créanme, no digo esto a la ligera. Estoy contradiciéndome de modo consciente después de haber llegado a la conclusión de que, o debo cerrar la boca para siempre, o debo contradecirme.
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Comencé a hacer obras-libro en 1971, inmediatamente después de haberme dado cuenta de que ya había muchos libros en el mundo.
Había escuchado que las (mayores) bibliotecas estaban llenas de libros que nadie había abierto o solicitado.
Sabía por propia experiencia que el contenido de un libro --el lenguaje-- es engañoso y puede ser aburrido.
Era entonces necesario, concluí, terminar con los libros. Pero esto, en bien de la coherencia, tenía que hacerse por medio de libros.
Mi propósito fue crear libros que fueran tan intensos en el uso del espacio y tiempo disponibles que todos los demás libros parecieran superficiales y sin sentido.
De arranque, los libros tenían que liberarse a sí mismos de la literatura. Luego, tenían que liberarse de las letras.
A partir de ese momento, consideré a cualquiera que no leyera libros como mi aliado y a cualquiera que escribiera libros como mi enemigo.
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Pero reservé mi amor más profundo por quien activamente estuviera involucrado en la lucha contra el enemigo en común.
No importa que no sepa que está peleando, no importa siquiera que reconozca la existencia de un enemigo.
La única cosa importante es que esté creando libros que vuelvan obsoletos los estándares del enemigo: su arma.
Tales libros --obras-libro-- alcanzan este fin por medio de su coherencia interna, el impacto de sus contenidos, su comprensión de la naturaleza secuencial del libro, su conciencia del ritmo de "lectura", el rechazo del lenguaje lineal.
Cuando tales libros finalmente existan, y cuando su existencia sea reconocida, entonces tendremos el derecho a decir: "¡Hemos ganado!"
¡Hemos ganado! ¿No es así?
Ulises Carrión
El arte nuevo de hacer libros
Edición: Juan J. Agius
Traducción: Heriberto Yépez
Tumbona Ediciones, 2012.
Este texto fue escrito para el panel "Critical Issues for Artists´ Books" dentro de la Artists´ Books Conference, que tuvo lugar en el Centro de Ciencia e Ingeniería de la Universidad de Boston en abril de 1985. Apareció publicado por primera vez en Quant aux livres / On Books (1997 y 2008).
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