Bella epístola a manera de presentación
My dearest:
Lo que de tu amor en mí habita:
. . . quiero cogerte.
Experiencia directa.
Decirte hola para matar el tiempo.
. . . Habitarte para ocultarme, bonita.
. . . Cogerte.
Decirle:
ocúltate bajo la falda.
Decir
que espejo es experiencia.
Y todo ello
-aunque es demasiado-
ocurre mientras mi bota golpea
contra la puerta,
contra la pared,
como tardío acontecimiento
o apostilla temprana de lo que no
. . . sucederá.
Amor observa el triángulo que forman
la puerta que va y viene,
el quicio donde la luz termina
y mi sombra tras la bota que se
. . . desplaza.
Espero en la habitación a que amor
. . . rime detrás de la puerta franca.
Tanta experiencia
acabará por ocultarnos,
de tan liviana,
como biombo japonés.
No molestar por favor. No
repitas tus recursos por favor.
Sé de desear matarme
y sé de la hipocresía de no hacerlo
y sonreír en el sarcasmo de
. . . desearte.
Género tragicómico afectado.
Mientras piso la alfombra
para asegurarme de que no dije nada,
sé que mi cuerpo tiene algo de no
. . . tenerte,
oh Maligna,
Sincerely yours, El Sr. Desollado.
contrabiográfico
Arenal/2009
Acabo de ver el letrero que dice:
Se saca cascajo.
Las letras en la puerta de la camioneta.
Las letras rojas titilan y clavan.
Y yo voy dando vueltas.
Doy vueltas a las palabras.
Se saca cascajo de mi boca,
podría decir.
Se saca cascajo.
¿De dónde se saca?,
me pregunto.
La camioneta sale
de la casa.
Avanza.
Creo que sacó cascajo de la casa.
Y yo repito.
La camioneta
con letras rojas
en la portezuela
saca cascajo.
Eso hace porque eso dice.
Presente del indicativo.
Me saca de mí,
me sacó de mí el letrero,
más que nada el sonido reiterándose.
El sonido del letrero
me sacó de mí
para escucharme decir:
se saca cascajo.
Me sacó a mí para decirme
que de cascajo en la cabeza
voy lleno,
vengo lleno
de cascajo.
Quieren sacarme el cascajo
pero yo no quiero.
Estoy bien.
No quiero que me saquen de mí.
Que mejor
venga
la camioneta.
contrabiográfico
Señales/2008
Una cierta marca de sentido,
están manchados mis pantalones de sentido,
con salsa roja,
con marca de muerte,
como comer pepinos en tupperware,
tal vez sopa de lentejas,
chile relleno de picadillo,
así me marcan los acontecimientos,
las fracturas, las iras,
algunos pusilánimes
próximos a mí, a ti,
se me abastecen con bocados,
se me nutren con amor,
se me alimentan con fe para no creer,
la alarma suena toda la noche,
es cuando los asaltantes
llevan mi cabeza a la tabla de picar
y la pican, la pican en la noche,
escucho las alarmas, nos asaltan
cuando dormimos, sin saberlo
nos decimos malas palabras,
había una amenaza,
los intrusos penetran nuestra morada
y se activa el detector de movimiento,
¿aún sonará el tuu ruu tuu ruu?,
con las hordas me nacen marcas
en la noche de cuchillos,
en la rabia,
se me activan las marcas de sentido,
de rigor,
marcas de salsa en los pantalones,
busco mis marcas de humanidad responsable,
las marcas genitales de que soy señor,
las marcas corporales
por perderlo todo,
las marcas en los nudillos
del buceo en rumbos universitarios.
Soy oblicuo.
Rodrigo Flores Sánchez
Tianguis
Almadía, 2013.
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