¿Dios?, ¿cuál Dios?, ¿acaso a mí me han enseñado una fotografía de Dios y me han dicho, mira, Candito, este fulano es Dios?, hace rato he sacado mi cuenta y me parece que la creencia es solo eso: una creencia para sujetar a los crédulos, otros por detalle y el bendito prurito, como decía el doctor Tello, la llaman doctrina, pero todo es lo mismo, igual que cuando la candela fosforea y digo ¡ve!, seguro que ahora viene visita, igual es, ni más ni menos, porque está visto y probado hasta la demasía que el género humano necesita creer, así ha sido en todas la dominaciones, antes del Arca y después, en Babel mismo que nadie se entendía fue también de esta manera, como quien dice para que exista un respeto, pongo este palo, esta piedra, y vale tanto como ese otro que ha sido esculpido por algún artífice y tiene cara bonita que más parece mujer para que se distinga de Satanás que lo hacen feo y cachudo, con rabo y calato, como que es el propio pecado, y conviene que uno desde chico vaya criándose en la creencia y el temor, y claro, con tanta historia que a uno le cuentan desde chiquito, termina en la credulidad, pero no saben que a la hora de la hora el más crédulo, ese que se arrodilla y se martiriza con ortiga, separa las cosas y dice la doctrina llega hasta aquí nomás, la realidad es otro cantar, nadie las confunde, ni el cura, él no espera milagro, menos todavía la voluntad de la gente, por eso cuando le piden que haga una misa, antes de comprometerse, advierte: vale tanto si es así y tanto más si es asá, si le dicen qué bueno, que no se preocupe, ahí mismo llama al sacristán para que aliste todos los estrebejes que cuanto más use más alto llegarán sus peticiones, entonces al profano qué le queda, no le queda otro camino que apegarse a la razón y con esa luz sopesar la doctrina para que nadie le venga con que mira, fíjate, este es Dios, aquí está su hijo y esta señora es la Virgen que dio a luz en un pesebre, y conformarse con lo que le dicen, como si la doctrina fuera igual que un cuento que veo en el cinema, y no existiera la obligación de buscarle un sentido, ya que uno la acepta y asume esa creencia, no por meterse gratuitamente en un quebradero de cabeza, sino porque toda relación debe tener un significado, una explicación, como cuando veo que aparece el chiriringo y escucho decir a la gente ya no tarda en llegar el agua nueva, y entonces yo que no sé me quedo pensando, hasta que viene un viejo y rapidito me saca de dudas, en menos de lo que demoro para acomodarme y escucharlo ya me sacó de la ignorancia: ¡cómo carajo!, me dirá, ¿no sabes que esa calor que brota de la tierra cuando ya se acerca el agua nueva hace salir de sus madrigueras a los chiringos?, y efectivamente tiene razón, solo que algunos tenemos la cabeza únicamente para criar piojos.
Gregorio Martínez
Canto de sirena
Primera edición: Mosca Azul, 1977.
Tercera edición: Peisa, 2012.
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