miércoles, abril 01, 2020
Cinco poemas de Blanca Varela
Los pasos
Y éste ¿hacia dónde? Tan seco y tan distante
que me detengo para oírlo volver a mi cuerpo,
para sentir entrar la sangre que arrojaba
al avanzar en círculos donde estuve parado,
inmensamente triste con mis cosas,
tan próximo a la jaula donde chilla mi papagayo rojo,
mi hermoso cinturón del Norte (de Piura o de Chiclayo,
no recuerdo).
Cuando niño di muchos,
aquéllos cuentan hasta morir,
los más puros y crueles.
Aquél hacia la mariposa o hacia el gato
que murió al poco tiempo,
o aquél hacia la madre,
para llorar sobre su oscura falda sin olores,
sobre su vientre que amo todavía como mi casa,
pecera, nido sombrío y fresco.
Hay otros. Cada uno de ellos da dolor,
de sed aquel que lleva al agua
y el del amor es hueco, desdentado,
alimento pesado que me arroja en el más negro llanto,
en extrañas posturas de mono,
riendo de los dientes afuera
con la risa como una flor carnívora.
Pero todos los pasos
juntos, amándose y matándose,
suman, son un hombre que camina,
un peligroso instrumento contra la paz.
Unidos pueden mirar al cielo con paciencia.
Palabras para un canto
¿Cómo fue ayer aquí?
Sólo hemos alcanzado estos restos,
el vaso que ilumina con su lejano y obstinado silencio,
el pájaro herido en el esmalte al alcanzar el fruto.
Llegamos con la puntual indiferencia del nuevo día,
saltando sobre la desgracia con precisión de atletas.
Hemos dormido bajo las estrellas,
hemos perdido el tiempo.
Paracas, Ancón, Chavín de Huantar.
Éstas son las palabras del canto.
¿Cómo fue ayer aquí?
No hablamos de dolor entre ruinas.
Es más que la palabra,
es el aire de todas las palabras,
el aliento humano hecho golpe en la piedra,
sangre en la tierra,
color en el vacío.
Yace aquí,
entre tumbas sin nombre,
escrito en el harapo deslumbrante,
roja estrella en el fondo del cántaro.
Por el mismo camino del árbol y la nube,
ambulando en el círculo roído por la luz y el tiempo.
¿De qué perdida claridad venimos?
Poderes mágicos
No importa la hora ni el día
se cierran los ojos
se dan tres golpes con el
pie en el suelo,
se abren los ojos
y todo sigue exactamente igual
Flores para el oído
en todas partes hay flores
acabo de descubrirlo escuchando
flores para el oído
lentas silenciosas apresuradas
flores
para el oído
caminando por la calle
que un hombre rompe con un taladro
sentí el horror de la primavera
de tantas flores
abriéndose en el aire
y cerrándose
de tantos ecos
negros rizados pétalos
arrastrándose
hasta el borde del mar de tierra
recién abierto
sé que un día de estos
acabaré en la boca de alguna flor
Curriculum vitae
digamos que ganaste la carrera
y que el premio
era otra carrera
que no bebiste el vino de la victoria
sino tu propia sal
que jamás escuchaste vítores
sino ladridos de perros
y que tu sombra
tu propia sombra
fue tu única
y desleal competidora
Blanca Varela
Canto villano. Poesía reunida 1949-1994
Fondo de Cultura Económica, 2017.
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