Pequeño Calibán
El patinador de la muerte cruza veloz por la avenida, entre los autos y los transeúntes, al patinador de la muerte o al patinamuer de la dor hoy sólo quiero mirar, ojos de puerco jíbaro, hay un niño que mira, hay un niño cuyo nombre es Rachiel. El patinador de la muerte cruza veloz por la avenida, entre los autos y los transeúntes, al patinador de la muerte o al patinamuer de la dor hoy sólo quiero mirar, ojos de puerco jíbaro, hay un niño que mira, hay un niño cuyo nombre es Rachiel. El patinador de la muerte cruza veloz por la avenida, entre los autos y los transeúntes, al patinador de la muerte o al patinamuer de la dor hoy sólo quiero escribir, ojos de puerco jíbaro, hay un niño que escribe, hay un niño cuyo nombre es ya nadie.
El selenita
Nota necrológica, o spot de bailable, o parte del estado real del tiempo, por lo menos, El hombre del radio receptor, día y noche, con el radio receptor, junto a la oreja, esperando escuchar la noticia, nota necrológica o spot de bailable o parte del estado real del tiempo, por lo menos, El hombre del radio receptor, día y noche, con el radio receptor, junto a la oreja, esperando escuchar la noticia, nota necrológica o spot de bailable o parte del estado real del tiempo, por lo menos: El hombre del radio receptor, envejeció, enfermó, murió con el radio receptor junto a la oreja.
El repartidor de biblias
El repartidor de biblias, Dios o su mensajero, va de casa en casa distribuyendo biblias. Ni comida, ni ropa, ni enseres domésticos, ni paquete turístico, ni citación judicial. Hoy, que me llamo Pessoa, mi nostalgia es la botella cuyo contenido era leche, a la puerta dejada. Exiliado de mí, si pudiera regresar a algún sitio, me gustaría regresar a mí mismo, lugar con arboledas. Ni comida, ni ropa, ni enseres domésticos, ni paquete turístico, ni citación judicial. Hoy, que me llamo Pessoa, mi nostalgia es la botella cuyo contenido era leche, a la puerta dejada. Exiliado de mí, si pudiera regresar a algún sitio, me gustaría regresar a mí mismo, lugar con arboledas. Ni comida, ni ropa, ni enseres domésticos, ni paquete turístico, ni citación judicial. Bombas de humo, para que tú en el invisible te conviertas. Algo por los asediados hay que hacer.
La escalera de caracol
Si la izquierda fuera un traje de baño, si fuera yo Bertold Brecht. Todo el tiempo se rasca. Otra noche sin poderme dormir. Mírenme a los ojos, dice. Todo el tiempo se rasca, otra noche sin poderme dormir. Mírenme a los pechos, dice. Todo el tiempo se rasca, otra noche sin poderme dormir. Mírenme a las piernas, dice. Todo el tiempo se rasca, otra noche sin poderme dormir. Mírenme el trasero, dice. Cuando la perra envejece, hasta los perros viejos le huyen, dice. Ni la izquierda es un traje de baño, ni soy yo Bertold Brecht.
La canción del elefante
Soy un elefante, con la trompa endulzada, maestro Pound no traiciona a país alguno, ladrillos de catedrales o ladrillos de burdeles, los países, su sitio es el poema, su tiempo es el tiempo del poema, su muerte sería la muerte del poema, soy un elefante, con la trompa endulzada, gracias doy a ustedes, franciscanos, por confituras caseras, a través de barrotes, soy un elefante, con la trompa endulzada, maestro Pound no traiciona a país alguno, ladrillos de catedrales o ladrillos de burdeles, los países, su sitio es el poema, su tiempo es el tiempo del poema, su muerte sería la muerte del poema, soy un elefante, con la trompa salada.
Cuento de caza
Huye porque te muerde los pies. Hay un cocodrilo en el río del pueblo. Hay un cocodrilo en el río del pueblo. Hay un cocodrilo en el río del pue/
Todos dicen que hay un cocodrilo en el río del pueblo. Arman una partida de cazadores, formada por los más osados y después de una larga y minuciosa pesquisa dan caza al cocodrilo. Un cocodrilo del tamaño real pero de goma y pintado de azul. Qué decepción. De manera que la noticia era una broma echada a correr por un bromista anónimo, el mismo que colocó el cocodrilo de goma, el cocodrilo pintado de azul en el lecho del río. Todos, sin embargo, continúan diciendo que hay un cocodrilo en el río del pueblo.
Huye porque te muerde los pies. Hay un cocodrilo en el río del pueblo. Hay un cocodrilo en el río del pueblo. Hay un cocodrilo en el río del pue/
Franja
Extraño sitio y extrañas las palabras que lo nombran.
Soy un hombre obstinado, la idea era viajar para disminuir el mal que padezco, gran mal o pequeño mal y su daños colaterales, sé que he de vivir mi vida entera soportando el mal que padezco, y sus daños colaterales, sé que la causa verdadera de mi muerte será el mal que padezco, gran mal o pequeño mal y su daños colaterales, no la representación pública del mal que padezco, grandes o pequeñas representaciones, ni lo que daño colateralmente. Llevo diente de ajo y otros atributos todo el tiempo, en el bolsillo trasero del pantalón, pero esa táctica familiar tiene sus fallas. Necesito pisar mierda, si fuera posible pisar mierda de vaca. Sólo encuentro terrones, la fauna está contraída.
Extraño sitio y extrañas las palabras que lo nombran.
Novia mía
A fin de cuentas, uno es como esos cines de barrio, que habitualmente ofrecen viejas películas y sólo de vez en vez películas de estreno: casi siempre películas de guerra, ¿qué pasaría si volviera aquel tiempo en que era como esos cines del centro, que habitualmente ofrecen películas de estreno y sólo de vez en vez viejas películas? Duele saber que pese a todos los afanes uno es como esos cines de barrio, habitualmente ofreciendo viejas películas y sólo de vez en vez películas de estreno: pero hoy, única espectadora en la última fila, estás sentada tú, viendo una película de amor.
Espantapájaros
El
espanta-
pájaros
en el campo algo nos está queriendo decir/ no en los libros de historia/ no en los libros de filósofos/ no en los libros de inspirados profetas/ aunque de cierta forma/ allí también/
La memoria del holy/ proyecte su sombra caliente/ contra el suelo/ de la misma manera que el espantapájaros proyecta su sombra caliente/ contra el suelo/
El
espanta-
pájaros
en el campo algo nos está queriendo decir/ no en los libros de historia/ no en los libros de filósofos/ no en los libros de inspirados profetas/ aunque de cierta forma/ allí también/
¡Oh, la noble piedra, por la mano del hombre convertida en pedrada, el muñeco de tela, clavado con alfileres a una cruz, quiere testar!
Juan Carlos Flores
Un hombre de la clase muerta. Antología poética 1986-2006
Torre de Letras, 2007.
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